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Carnaval de Tlaxcala por J.A Javier González Corona

Columna por J.A Javier González Corona
Martes 09:20 am, 25 Feb 2020.
J.A Javier González Corona
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Carnaval de Tlaxcala por J.A Javier González Corona

Sin duda el carnaval es una de las fiestas más populares que tiene el ser humano, representa la manifestación pagana, preámbulo de los rigores cristianos donde se entra a la cordura y a la abstención de la fiesta y la carne. Según el semiólogo Umberto Eco el carnaval tiene que ver con lo cómico; con la transgresión a lo establecido, a la desobediencia de la ley.

El origen del carnaval es desconocido, por ende, discutido. Se dice que los griegos ya lo celebraban para el año 1100 a. C. Comúnmente al carnaval se le relaciona con Isis, diosa egipcia de la maternidad y fertilidad. Así con los romanos mediante los festejos llamados: Bacanalia, Lupercalia y Saturnalia. El primero era en honor a Baco y a Dionisio. En el segundo festejaban al dios Pan o también llamado Fauno y el tercero dedicado al dios Saturno.

La palabra carnaval se deriva del latín vulgar carnem-levare que significa “quitar la carne”; ésta es la acepción más aceptada de la palabra. Es decir, el carnaval es una fiesta donde se satisface las necesidades de la carne, para posteriormente quitarla de la mente y entrar a una etapa espiritual durante 40 días (cuaresma). La Iglesia concibe que la carne (cuerpo) es débil y fácil de caer en pecado.

El carnaval en Europa es introducido por los romanos, como en Brasil por los portugueses y en México por los españoles. Para el siglo XIX en Francia, España e Italia, el carnaval se desarrolló principalmente con un toque artístico, caracterizado mediante bailes y desfiles de carros alegóricos, aspectos notorios que a la fecha siguen vivos.

En México, podemos distinguir carnavales de poblaciones indígenas, campesinas o rurales y urbanos. En Tlaxcala, según José Terán Bonilla en su libro La construcción de las haciendas en Tlaxcala (1998) “el asentamiento de numerosas y grandes haciendas agrícolas, ganaderas y pulqueras a partir de la segunda parte del siglo XVI, XVII, XVIII y el XIX se observó una acelerada concentración de grandes extensiones de tierra en manos de unos pocos propietarios”, lo que originó extremas condiciones de miseria por parte de los campesinos, surgiendo acciones de reclamo. Sin embargo, cualquier manifestación de inconformidad fue inmediatamente reprimida, por tal razón, los inconformes utilizaron al carnaval como un medio para manifestar su insatisfacción social, laboral y económica; realizando una sátira de sus bailes y vestimenta de la clase dominante, aunque para ello tenían que cubrir su rostro para no ser identificados y sufrir un posible castigo.

A la fecha, las personas vivimos con cierto “stress” debido a la vida tan agitada que llevamos, convirtiéndose el carnaval en una forma o medio para lograr un equilibrio emocional, de ahí que el danzante grita, brinca, baila, entre otras cosas más, amparado siempre por la máscara.

Al huehue (viejo en lengua nahuatl) le interesa divertirse y divertir, pareciendo que no le interesa respetar la ley. Sin embargo, entender a la ley, es saber de lo permitido y no permitido, por ello, transgredir el orden en carnaval es respetar lo establecido, saber perfectamente que es el momento adecuado para realizarlo, estar seguro que la sociedad y sus autoridades serán complacientes. Aunque, cuando en el carnaval se ejerce la ley autoritariamente, la manifestación humana se limita y sólo actúa para los demás y no para él; reservándose su esencia humana.

Los concursos entre las “camadas” (entrecomillo la palabra, ya que unos turistas me decían que las camadas son de animales; aquí en el estado, se entiende como grupo de danzantes disfrazados o de camaradería entre sus integrantes) han convertido al huehue del ingenio, sarcasmo, ironía y burla, en un danzante que junto con su pareja trata de lograr una uniformidad y seriedad extrema en su baile. Quitándole, una parte esencial del huehue pícaro que se burla de la gente, de él y de la vida misma. Recibiendo a cambio, un trofeo, dinero para solventar los gastos extremos que realizan, tanto en su disfraz, música y comida o simplemente en esperar un aplauso de quienes desconocen el bagaje histórico que significa ser huehue en Tlaxcala.

A la fecha, el carnaval tlaxcalteca se considera como patrimonio cultural tangible e intangible. Es una manifestación cultural popular en todo su esplendor, tanto de quien se disfraza, como de los espectadores. Su música hace mover las piernas, el colorido de los trajes despierta el ánimo y sus gritos de los danzantes, crea un ambiente de alegría. Aunque sin duda, quienes también participan en crear un ambiente de risa entre los asistentes, son los disfrazados de “osos”, “gracejos”, “gorilas” y “nanas”, que, por cierto, por lo menos en el carnaval de la capital del estado, ya no es común verlos.

El carnaval en Tlaxcala no termina al inicio de la cuaresma católica, ya que los “remates de carnaval” se realizan en diferentes comunidades, durante y posterior a los cuarenta días establecidos por la Iglesia, por ello, en algunos lugares como Amaxac de Guerrero, los capitanes de cada “camada” acceden a su iglesia para solicitar permiso y perdón al ser divino, por trasgredir durante el festejo sus principios religiosos.

El carnaval en sus inicios, únicamente eran hombres quienes participaban vistiéndose de mujeres. En san Bartolomé Cuahuixmatlac, poblado perteneciente al municipio de Santa Ana Chiautempan, a los disfrazados de mujeres les decían “xoxas”, ya que no cuidaban su arreglo personal. A la fecha, existen camadas exclusivas de hombres, donde el 50% se disfrazan de mujeres con un arreglo personal extremo, aspecto que atrae al público, pero, además, por sus actitudes exageradas al tratar de imitar a las mujeres. Aunque, al parecer, el homosexualismo se hace presente en algunos danzantes, mismos que en la vida cotidiana no se atreven a salir del closet, siendo el carnaval su escaparate. Al fin de cuentas, el carnaval es darle gusto a la carne, más en estos tiempos, con la libertad y respeto a la diversidad de género.

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