El doctor Trump por José Javier Reyes
José Javier Reyes
agendatlaxcala
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Más allá de cualquier consideración cualitativa sobre el manejo que el gobierno de Estados Unidos le ha dado a la epidemia de COVID-19, la numerología demuestra qué tan errática y desatinada ha sido la estrategia norteamericana en el manejo de la enfermedad: desde febrero hasta el 28 de abril, se han contagiado más de un millón de personas y han muerto 56 mil 800, siendo el país donde son mayores en números absolutos estos dos indicadores. Para tener una idea de qué tan desastroso este manejo de la pandemia diremos que, en la guerra de Vietnam, que duró 20 años, murieron unos 58 mil estadounidenses y hubo más de 300 mil heridos.
Sin embargo, conocidas las dotes histriónicas del presidente Donald Trump, para nada sorprenden sus percepción de que “creo que hemos hecho un buen trabajo”. En efecto, los pocos momentos regocijantes en medio de la tragedia son las declaraciones absurdas del mandatario, que continúa en su papel de showman.
Su ignorancia tuvo consecuencias letales. A lo largo del mes de enero ya habían entrado a los Estados Unidos 381 mil personas procedentes de China. Fue hasta el 2 de febrero que Trump prohibió el acceso de vuelos provenientes de China. Lo anterior, a pesar de que el primer enfermo de COVID-19 en EU fue detectado el 21 de enero.
Uno de sus dislates fue pensar que la difusión del coronavirus dependía de la temperatura: "Parece que en abril, esa es la teoría, cuando empiece a hacer más calor, (el virus) va a desaparecer milagrosamente". Esto lo dijo iniciando el mes de febrero, lo que quiere decir que si hubiera tenido una mínima idea de cómo actuaba el virus, las cosas podrían ser diferentes.
Su extraña idea del funcionamiento de un virus generó más disparates. Primero, proponer un tratamiento que, en sus palabras: “será algo hermoso, un regalo del cielo” (…) “la gente no se va a morir por eso” (…) “La hidrocloroquina y la azitromicina, juntos, tienen una auténtica oportunidad de ser uno de los mayores hitos de la historia de la medicina”
Los expertos encontraron en este tratamiento más riesgos que beneficios, incluido el peligro de un paro cardiaco. Pero Trump volvió a la carga. Continuando con sus aspiraciones médicas propuso: “pongamos que golpeamos el cuerpo con una luz tremenda, ultravioleta o simplemente muy potente…Y supongamos que puedes meter luz en el cuerpo, a través de la piel o de alguna otra manera”. Lo anterior lo dijo sin reírse y sin esperar las risas del respetable. La empresa Laysol, fabricante de desinfectante, pidió a los norteamericanos no inyectarse el producto. La única consecuencia de inyectarse una sustancia que es 70 por ciento alcohol etílico, es la muerte.
Como siempre, después de sus jocosos disparates, Trump mintió para lavarse la cara: “estaba siendo sarcástico”. Nuevamente, nadie se rio. Las proyecciones más optimistas hablan de 80 mil muertos en EU por la epidemia del nuevo coronavirus. En tanto, el presidente convierte las ruedas de prensa en reality shows con miras a su reelección. Sería risible, si las consecuencias no fueran tan graves.
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