La pejerifa del pejeplano por José Javier Reyes
José Javier Reyes
agendatlaxcala
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Si usted tenía la intención de ganarse el avión presidencial por un cachito de 500 pesos, ya debe saber que esto no será posible. Si su deseo era llegar a su trabajo de volada, convertir su cochera en un hangar y cambiar de giro para hacerse aviador, olvídelo. Para ganar el equivalente en dinero al valor del controvertido aeroplano debe usted comprar cien de los 6 millones de cachitos de la magna rifa, lo que, al costo de 500 pesos por cachito, implica invertir 50 mil pesos y tener más suerte que Rico McPato.
¿Y el avión, apá? Pues resulta que de todas maneras se va a vender. Lo recaudado en la súper rifa se aplicará, dijo el presidente Andrés Manuel López Obrador, de la siguiente manera: 2 mil millones de pesos en el pago de los premios; 2 mil 500 millones en la compra de medicinas y “el resto” para el pago de impuestos. Si sumamos, se trata de más de 4 mil 500 millones de pesos los que tiene en mente el presidente, lo que implica que además supone una venta récord en cuanto al porcentaje de boletos adquiridos. ¿Por qué? Porque supone una venta de más del 75 por ciento de los billetes participantes. Una primera estimación de los recursos obtenidos, anunciada por el propio presidente, reducía este porcentaje al 50 por ciento, por lo que el total de lo recaudado sería entonces de 3 mil millones de pesos.
Las cantidades manejadas por el presidente tampoco coinciden con los manejados por Jorge Mendoza Sánchez, director del Banco Nacional de Obras y Servicios Públicos (Banobras), quien externó que serían 5 mil millones de pesos los que se aplicarán al pago de premios, mantenimiento del avión y la compra de medicamentos. Pero su origen obedecería a otra procedencia: 3 mil millones de pesos de la venta de billetes más otros 2 mil millones procedentes de un fondo del Instituto para Devolverle al Pueblo lo robado.
No se aclara qué cantidad de este dinero se destinaría a sufragar los gastos del avión presidencial José María Morelos y Pavón. Pero lo cierto es que mientras se lleva a cabo la rifa, de todas formas se buscará vender o rentar al Transporte Presidencial 01 (TP-01) y sólo una parte del dinero recaudado servirá al gobierno para los gastos mientras se llega a la solución definitiva.
Entonces ni el dinero de la rifa es para pagar el avión (la mayor parte irá a la compra de medicinas) ni el premio será el avión presidencial ni queda muy claro cuáles son las expectativas de recaudación ni cómo se van a aplicar. Entonces, ¿por qué llamarlo “rifa del avión presidencial”? ¿Por qué manejar que el TP-01 se rifa, si claramente esto no es cierto? Porque en un mundo de alegorías, donde las acciones de gobierno tienen una intención práctica, pero, ante todo, un valor simbólico, lo ritual tiene un profundo significado. El avión presidencial es la materialización de lo malo, de la corrupción y la opulencia de Enrique Peña Nieto, ese mítico artefacto inalcanzable “que no lo tiene ni Obama”. Es el símbolo de la maldad que la T-4 exorcizará con el apoyo del pueblo mexicano. Por eso hay que decir que se va a rifar. Aunque no sea cierto.
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