La salud en México por J. A. Javier González Corona.
J. A. Javier González Corona
agendatlaxcala
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En la historia de la humanidad se han registrado varias pandemias, destacan por el número de personas muertas: Viruela trecientos millones; Sarampión, doscientos millones; Gripe Española, entre cincuenta y cien millones; Peste Negra, setenta y cinco millones; VIH, veinticinco millones; Plaga de Justiniano, veinticinco millones; Peste Bubónica, doce millones; Tifus, cuatro millones; Cólera, tres millones y la gripe de Hong Kong, un millón. Cifras aproximadas.
Según Alfonso Vallejos Parás (académico de la Facultad de Medicina de la UNAM) la epidemia se define como un aumento inusual de una enfermedad que ataca a un número de personas superior al esperado, en un mismo lugar y durante un mismo periodo. De acuerdo a la Organización Mundial de la Salud (OMS) una epidemia puede llegar a convertirse en pandemia, en el momento que el brote se expande a varios países más o menos al mismo tiempo, principalmente, por la movilidad de personas que viajan de un país a otro.
Sin embargo, cuando no se respetan las indicaciones por parte de las autoridades de salud o lo peor, no se les creé; el número de infectados se incrementa, por ende, en lugar de acortar tiempos para controlar la pandemia, simplemente se amplía. Lo que hace suponer que la población: 1. No se informa por los medios oficiales. 2. No se informa por ningún medio. 3. Lo peor, se informa por medios que mienten utilizando datos falsos o simplemente, informando tendenciosamente para crear inestabilidad social, económica y política en el país.
Un gran número de personas, enajenadas por ciertos medios informativos comerciales, sin hábitos de lectura o simplemente con un fácil acceso a la información (Facebook, WhatsApp, Twitter, YouTube, principalmente) se ubican dentro del tercer rubro antes señalado. Asumiendo actitudes incongruentes como agredir y/u ofender al personal que labora en el área de salud.
Históricamente en nuestro México, la atención a la salud ha sido uno de los aspectos básicos que no se han atendido adecuadamente. Desde la llegada de los españoles al nuevo mundo, vinieron acompañados de terribles epidemias como la viruela, tifo, neumonía, fiebre amarilla y cólera. Mismas que ocasionaron millones de muertes, principalmente de indígenas. Los titici (médicos indígenas) eran quienes tenían los conocimientos y habilidades para utilizar en su práctica la herbolaria, la reubicación de los huesos, la adivinación, conjuros, entre otros. Junto con la temixihuani (partera), eran quienes resolvían los diferentes problemas de salud en las comunidades rurales e incluso, ayudaban en las grandes poblaciones.
Por otro lado, el gobierno virreinal era el responsable, a través de los Cabildos, de atender todo lo correspondiente a la salud, tanto de la población indígena como española, siempre y cuando se tratara de prevenir, pero, si era para una atención hospitalaria, le correspondía a la Iglesia. Ésta última contaba con la organización, administración y recursos económicos para realizar dicha labor. Para tal fin, la Iglesia construyó hospitales de beneficencia y lazaretos (recintos sanitarios que se dedicaban a la observación y tratamiento de la desinfección de personas que pueden ser portadoras de una enfermedad contagiosa).
Sin embargo, la inexistencia de medicamentos para ese momento, propiciaba que las diferentes enfermedades fuesen atendidas mediante elementos naturales y la sanación de las personas estuviera vinculada estrechamente con actos de fe. Por tal motivo, los sacerdotes, monjas y población en general, elevaban oraciones y peticiones a diversos santos, según el jesuita Juan Esteyneffer en sus manuales de medicina popular refiere: “San Marcial, San Francisco Javier y Santa Rosalía escuchan a quien sufre sarampión o viruela; San Vicente no desecha las súplicas de quien tiene un hueso roto y Santa Dorotea es probablemente quien intercederá más en favor de quien se haya descoyuntado una rodilla”(citado por Enrique Moreno Cueto y otros, en Sociología histórica de las instituciones de salud en México IMSS. 1982).
No fue únicamente en la Nueva España (siglo XVI), sino en todas las culturas occidentales, donde la Iglesia fue la única capaz de otorgar asistencia a los enfermos, lo que le permitió difundir su filosofía religiosa, además, lograr indirectamente, grandes compensaciones económicas y políticas a favor de la institución.
Posterior al movimiento de independencia (siglo XIX), el gobierno asumió la responsabilidad de la salud, trayéndole serios enfrentamientos con la Iglesia. Sin embargo, a través del Tribunal del Protomedicato creó leyes sanitarias y controló las actividades de hospitales y cementerios, además fue quien reguló las actividades de la medicina y a quienes se dedicaban a su práctica, hasta el año de 1831. Sustituyéndolo La Facultad Médica del Distrito Federal que funcionó hasta 1841 y ésta, sustituida por el Consejo Superior de Salubridad.
En 1836 se crea La Academia de la Medicina con la que se mejora la enseñanza de la medicina en el país. Sin embargo, las epidemias del cólera, tifo, influenza, fiebre amarilla y paludismo se siguieron presentando en diferentes momentos del siglo XIX. Cuando Benito Juárez desamortiza los bienes de la Iglesia, quedan los hospitales y orfanatos en manos del gobierno mediante la Secretaría de Salud, iniciándose la atención a salud como una obligación del gobierno y no como una caridad de la Iglesia. A pesar de ello, la pugna se continuó dando, en consecuencia, se ofrecía un mal servicio, propiciando el aumento de la medicina privada a través de diferentes fundaciones.
Para inicios del siglo XX la sociedad mexicana tuvo serios y profundos problemas en materia de salud: epidemias, hambrunas y diferentes enfermedades causadas por la pobreza y malas condiciones de higiene. Como producto de la revolución, el Estado asumió el compromiso de resolver dichas problemáticas. Para tal efecto, crea el Departamento de Salubridad Pública como organismo autónomo bajo el amparo constitucional, cuyo principal fin fue crear una legislación sanitaria con un carácter federal, estatal y municipal. Sus logros fueron limitados.
La atención médica en los estados siguió siendo deficiente, aunque la mortalidad y morbilidad disminuyeron para la década de los cuarenta con la fusión del Departamento de Salubridad Pública y la Secretaría de Asistencia Pública para crear la Secretaría de Salubridad y Asistencia (SSA) el 15 de octubre de 1943, misma que se transformó en Secretaría de Salud (SESA) el 21 de marzo de 1985. El 19 de enero de 1943 se crea el Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS) para atender a los trabajadores y sus familias. Años después (1959) se crea el Instituto de Seguridad y Servicios Sociales de los Trabajadores del Estado (ISSSTE), cerrando el triángulo institucional que a la fecha se encarga de la salud de los mexicanos. El servicio de salud privado, en los últimos años ha avanzado enormemente, pero por su costo y tendencia clasista, únicamente recurren aquellos con posibilidades económicas. Desgraciadamente son los menos de la población total del país.
Con el micro bosquejo histórico de la medicina en México se observa y comprueba que, a pesar de los diferentes proyectos implementados durante los diferentes momentos históricos del país, se vienen arrastrando serios problemas en el área de la salud: carencias infraestructurales (hospitales generales, de especialidades, clínicas, etc.) personal profesional suficiente y capacitado, además de un apoyo escaso para la investigación científica.
En el siglo XIX y de manera específica con Juárez, el concepto de caridad que se tenía para otorgar la atención médica se modificó por el de beneficencia pública con ello, el Estado asumió la responsabilidad de brindar ese servicio. En el siglo XX como producto de la Revolución surgió el precepto de asistencia pública. Años después y con la creación de SESA, IMSS e ISSSTE, la salubridad, asistencia y la seguridad social, parecía haber consolidado la llamada medicina institucional. La realidad fue otra.
Es preciso señalar que la desigualdad social ha sido y sigue siendo una constante en el país. En los últimos años el nivel educativo se ha incrementado en un mayor número de la población, siendo una de las razones por las cuales, la ciudadanía ha exigido mejores servicios de salud partiendo de un concepto internacional: la salud como derecho universal.
Afortunadamente en estos 19 años que llevamos del siglo XXI vemos que la investigación en salud pública y en epidemiología han avanzado favorablemente en México, obteniendo reconocimientos a nivel mundial. La muestra de dicho avance se observa en la atención y conducción de la pandemia Covid-19 por parte de las autoridades gubernamentales y de salud desde una perspectiva científica. Empero, las grandes diferencias sociales, la extrema pobreza, la descontrolada explosión demográfica, el modelo económico neoliberal y la corrupción en los últimos 30 años, no han permitido tener en México los servicios de salud que todos los mexicanos deseamos y por derecho nos corresponde. Espero que la pandemia nos deje pocas muertes y nulas secuelas sicológicas. Así también, un gran aprendizaje de humildad, concordia, justicia, solidaridad, igualdad y honradez en todos y cada uno de nosotros.
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