Lucas Alamán por Luis Pérez Cruz
Luis Pérez Cruz
agendatlaxcala
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Hacia el año anterior escuche una narración en el podcast Historiografía Mexicana A.C., el encuentro entre Guillermo Prieto y Lucas Alamán, dos extraordinarios intelectuales del siglo XIX, el primero un liberal que siempre estuvo al lado de Benito Juárez y, el segundo, un genuino conservador; encuentro que se da en una circunstancia peculiar y que nos muestra a dos activistas políticos contrarios, pero que, de acuerdo con Guillermo Prieto fue una experiencia afortunada porque conoció al ser humano, cambiando su concepto de su persona y las razones de su filiación política.
Ahora bien, Guillermo Prieto describe el encuentro en sus memorias, ya que considera este evento como importante para él, ello porque, en primer lugar, construyó una serie de prejuicios en ocasiones absolutamente negativos del Sr. Alamán, su opinión cambió radicalmente al poco tiempo, considerándolo una persona de buenos principios y de una cultura profunda, además de una elocuencia envidiable. Esta corta narración nos muestra la grandeza de Prieto, ya que fue un liberal a prueba de todo y profundo defensor de la República y la independencia; sus enseñanzas están en su amplia producción intelectual, pero sobre todo cuando reconoce en sus adversarios políticos su grandeza y su contribución al México de su tiempo. Una lección que debiera aprender nuestro presidente, López Obrador, y no referirse de manera despectiva a quien no piense como él.
Asimismo, hace un par de días, López Obrador compara al “historiador” Enrique Krauze con Lucas Alamán, lo cual hace como producto de su ignorancia, no sabe quién fue Lucas Alamán, conservador muy respetado por los liberales de su tiempo.
Alamán se nos presenta, siguiendo con Prieto “como un hombre de la alta burguesía reservado y más bien impasible, de profundo intelecto y muy cultivado” su casa “como un modelo de decoro entre la elite, carente de ostentación y llena de virtud, regularidad, decencia, orden y un silencio casi escalofriante”. Un contemporáneo agrega “con un tono de voz bajo, una conducta estudiada y una profunda cultura”.
Lucas Alamán siempre aspiro a promover la industria en México, de impulsar la independencia económica, ya que su valor para el desarrollo del país resultaba fundamental, el mismo invierte su fortuna en sus propios negocios, pero también en animar a conocidos y amigos a hacer lo mismo, fue un mexicano decidido a lograr que México se convirtiera, a través de un gobierno centralista, en un país próspero.
Hacia la década de 1980 me encontré una biografía de Lucas Alamán, escrita por José C. Valadés, que, con mis prejuicios propios de un estudiante inquieto, me negaba a consultar por su orientación política, finalmente lo hice y comprendí lo que Alamán señaló en sus Disertaciones y que procuraba llevar a la práctica “no hay error más común en la historia que el pretender calificar los sucesos de los siglos pasados, por las ideas del presente, como si fuera dado a un individuo cambiar de un golpe las opiniones, las preocupaciones y las costumbres del suyo, lo cual nunca es obra de un hombre por superior que se le suponga, sino el resultado del transcurso del tiempo y del efecto de la sucesión de ideas en muchas generaciones”.
Quisiera finalizar con dos conclusiones que López Obrador en lugar de ofender a Krauze al compararlo con Alamán, le hizo un gran favor, nuestro presidente tiene que mostrarse más humano y caer en la cuenta de que tiene mucho que aprender de conservadores como Don Lucas Alamán.
Por otra parte, tenemos a una oposición dispersa, sin una identidad que les dé razón de ser y con un discurso hueco y cabría nuevamente la pregunta, como lo hicimos la semana pasada, ¿Y México para cuándo? No está en su pensamiento ni es su preocupación.
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