Memoria histórica y otros comentarios por J.A. Javier González Corona
J.A. Javier González Corona
agendatlaxcala
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La memoria es sin duda una de las características esenciales y destacadas de la humanidad, ya que “sin memoria, el sujeto se pierde, vive únicamente el momento, pierde sus capacidades conceptuales y cognitivas…su identidad se desvanece.” (Antropología de la Memoria. Joël Candau. Nueva Visión, Buenos Aires. 2006). Por consecuencia, es hartamente importante que todo individuo mantenga, en lo posible, sus experiencias de vida en la memoria.
Según Judmila da Silva Catela “la noción de memoria [histórica] tal como la entendemos actualmente comenzó a emerger en los años 70, principalmente en los estudios históricos. Hoy podemos decir que se extendió no sólo en el resto de las ciencias sociales, sino que sus usos se desplazan entre lo académico y lo banal, lo estético y lo burocrático”. Sin embargo, varios de nosotros la utilizamos según convenga, es decir, anteponemos nuestro beneficio e interés personal al colectivo.
Quien utilizó el concepto de memoria histórica por primera vez fue el sicólogo y sociólogo francés Maurice Halbwachs con el fin de explicar diferentes fenómenos sociales relacionados con la memoria. La memoria histórica se sustenta del testimonio, quien habla lo hace en primera persona y difícilmente habla de un colectivo, esto da credibilidad a lo expresado, aunque juega con la dicotomía de lo real y lo ficticio, sin embargo, nunca busca la verdad histórica ni absoluta. No la existe todo es relativo.
En días pasados conmemoramos el llamado “grito de independencia”, es decir la conmemoración del inicio de la lucha por la independencia, después de tres siglos de coloniaje por parte de los españoles. Lucha que coordinaron los criollos: Hidalgo, Allende, Josefa Ortiz de Domínguez, entre otros, (españoles nacidos en la Nueva España, hoy México). Como fuimos testigos, no se realizó de manera habitual la celebración como cada año debido a la pandemia del coronavirus. Aunque no dejó de celebrarse de acuerdo a las normas de salud permitidas, salvo en algunas comunidades que se las pasaron por el arco del triunfo.
Sin embargo, para algunos, como Carlos Loret de Mola y Víctor Trujillo quisieron utilizar la conmemoración para presentarse como destacados críticos del actual gobierno y conversar al respecto. Para ello, a través de un video que anda circulando, escenificaron de manera grotesca un encuentro fortuito en una cantina libando copa tras copa como si fueran realmente unos “borrachos”, quizás lo sean, no lo sé. Sin embargo, he recibido opiniones de varias personas que coinciden con la mía: veladas intenciones de influir en la opinión de la sociedad mexicana y lograr que en futuras elecciones voten a favor de quienes ahorita es la oposición política para reintegrarlos al poder. En ellos, al parecer, su memoria histórica se limita a sus intereses y a favor de quien o quienes les pagan. Como ellos, existen otros comunicadores a nivel nacional y estatal que se han encaprichado en defender a quienes están en arresto y a otros que están en proceso de investigación por sus actos de corrupción.
Según Joël Candeau “la historia puede convertirse en un objeto de la memoria como la memoria puede convertirse en un objeto histórico”. haciéndonos reflexionar de que nuestra memoria histórica es tan importante y trascedente, tanto como la queramos respetar y valorar. Es decir, ya no son los tiempos y las condiciones para utilizarla en intereses particulares, ni mucho menos para justificar o defender a quienes ostentan los grandes capitales, más, cuando somos testigos de una gran diferencia en el reparto de la riqueza, unos pocos muy ricos y otros, la mayoría, muy pobres. Además, recurriendo a nuestra memoria histórica, los primeros únicamente han otorgado a la sociedad mayoritaria ciertas canonjías, más bien, simples “migajas” paliativas. Esto me hace reflexionar que la sociedad mayoritaria puede ganar una lucha política mediante la democracia, empero, si la minoría, quienes fueron vencidos, mantiene riqueza económica, seguramente la utilizarán para recuperarlo. El control político ha sido el medio para mantener y acrecentar sus capitales. La unidad popular se convierte en el medio de resistencia ante la élite.
En otro orden de ideas y hechos. Me intriga saber por qué algunos intelectuales y connotados investigadores, además de distinguirse como destacados luchadores sociales, hayan firmado el documento denominado: “En defensa de la libertad de expresión”. ¿Habrá sido por compromiso moral con algunos de sus colegas? ¿compromiso laboral? No sé, pero lo que no quiero imaginar que estén en la misma situación que algunos otros firmantes, quienes promovieron la elaboración del documento como defensa a su acusación que tienen por haber recibido de parte de gobiernos anteriores varios millones de pesos; para “rescatar” sus empresas o simplemente como canonjías por avalar u ocultar realidades a través de sus opiniones en diferentes medios de comunicación. Una de ellas, justificar la aprobación de diferentes reformas constitucionales durante los periodos presidenciales próximos pasados, como la educativa y energética, entre otras que perjudicaron a la sociedad. Sin embargo, no quiero especular, mucho menos pensar que quieren minimizar la memoria de la sociedad civil. Esperemos los tiempos. Su trabajo intelectual es importante para el país, pero sin politiquerías.
Así mismo, es vergonzoso ver cómo se está polarizando políticamente la pandemia del coronavirus en nuestro país. Incluso, me da la sensación de que los opositores al actual gobierno federal desean el aumento del número de víctimas por el virus SARS-CoV-2 con el fin de demostrar que se están haciendo las cosas mal por parte de las autoridades de salud y del presidente nacional, sin importarles el dolor y sufrimiento humano. Se les olvida que en el área de salud se vienen arrastrando serios problemas desde sexenios anteriores, tanto de infraestructura como de enfermedades letales: hipertensión, diabetes y obesidad, entre otras. Es decir, no tan sólo tenemos la pandemia del coronavirus, sino de los otros padecimientos. Agreguemos la irresponsabilidad de la sociedad. He seguido los informes que a diario dan las autoridades de salud y considero que han sido claras. Si algunas declaraciones y previsiones del Dr. López-Gatell no han resultado al 100% como las ha planteado, se entiende: es científico, no profeta. Desgraciadamente, como sociedad mexicana no hemos podido superar la frase de hace muchos años: “el peor enemigo de un mexicano, es otro mexicano” ¿usted qué opina?
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