Desde La Sociología columna por Luis Pérez Cruz
Miguel Lira y Ortega escribió El poder municipal hacia la segunda mitad del siglo XIX, teniendo una visión particular e interesante sobre la naturaleza del municipio, la cual vamos resumir en las siguientes dos entregas, sobre todo considerando que Lira y Ortega fue un político tlaxcalteca gobernador en tres ocasiones, escritor y militar.
Como contextualización encontramos tres etapas en la historia de la historia mexicana del siglo XIX: una de integración de la nación (1821-1824), la disputa por México (1824-1867) y la tercera que es la consolidación del régimen federal (1867-1880)
La etapa de integración tiene como punto de referencia tres procesos: las reformas borbónicas, la guerra de independencia y los dos Congresos Constituyentes. Estos influyeron de manera decisiva, ya que antes de iniciar la guerra de Independencia existían los elementos suficientes para estar en condiciones de asegurar que la división política, producto de la reorganización de la Corona española en el siglo XVIII, sentó las bases para la ulterior formación del Estado mexicano.
Asimismo, la guerra de independencia trajo como consecuencia que cada región o provincia asumiera una postura, la cual reflejaría su situación particular y las relaciones existentes en su interior, por ello consideramos de vital importancia los trabajos realizados en los últimos años, donde se rescata las formas que adquirió el liberalismo durante la mayor parte del siglo XIX[1]
No cabe duda que en cada estado la forma en que el liberalismo se expresa es distinta, sobre todo cuando se concreta en la forma como comprenden el federalismo y el papel de los municipios en su realidad.
María del Carmen Salinas, en Política y sociedad en los municipios del estado de México (1825-1880), realiza un análisis exhaustivo del municipio en el pensamiento liberal, así como sus diferentes vertientes generadas a partir de la disputa por la soberanía.
Básicamente, el liberalismo, con la restauración de la República, se divide en dos perspectivas: el liberalismo radical y el moderado, además agrega la presencia de los socialistas que entran en la discusión sobre el mismo tema.
Los radicales, por los cuales toma partido Salinas, parten de un principio fundamental: lo más urgente en el país después de una lucha de varias décadas debe ser el bienestar social, lo cual se logrará con cambios profundos en la tenencia de la tierra y la distribución de la riqueza, ello será posible lograrlo con el apoyo de las autoridades municipales, siempre y cuando refleje una participación real de los ciudadanos en un gobierno representativo.
Esta forma de pensar no es nueva, ya que desde el Congreso Constituyente de 1856 se venía promoviendo la instauración del municipio libre, pero la versión final de la Constitución no reconoció su libertad y su papel, así como el funcionamiento se delegó a los poderes del estado.
Con el triunfo liberal en 1867, los radicales redoblaron sus demandas e incluso no solamente exigían un Ayuntamiento fuerte, sino que sus tareas fueran más allá y garantizaran empleo, educación a los indígenas, reparto de la riqueza de acuerdo al trabajo desarrollado. En resumen, creían que las medidas extremas y rápidas garantizarían el bienestar de la sociedad y la unidad federal. Esta postura no fue compratida por Benito Juárez e impuso un ejecutivo fuerte.
Por otra parte, la vertiente moderada cimentaba su postura en la idea de que a mayor autonomía municipal, mayores son los riesgos de la desintegración nacional y durante la década de 1870 se agruparon alrededor de los siguientes elementos: fueron opositores decididos al cambio en la organización municipal y reconocían únicamente la soberanía de los estados, el objetivo del federalismo se concentraba en mantener la unidad con una eficiente administración de las entidades; así no fue necesario crear más instancias autónomas para concretar sus objetivos.
Quizás después de las experiencias de una guerra civil que por momentos se prolongó mucho tiempo, la independencia de Guatemala y Texas, la invasión norteamericana y la perdida de la mitad del territorio, así como la intervención francesa y la imposición del II Imperio, provocaron en muchos liberales actuar con cautela y sus temores tenían un fundamento real.
Asimismo, los moderados, siguiendo con Salinas Sandoval, veían en las formas de organización indígena un peligro para mantener la unidad nacional, por ello de manera abierta están en contra del municipio libre.
Finalmente, el municipio, para María del Carmen Salinas Sandoval, es una institución fundamental en la estructura política y social del siglo XIX, ya que de una u otra manera los diversos grupos lo utilizan con el fin de consolidar sus respectivos proyectos.
En la siguiente entrega veremos cómo se resuelve la confrontación entre liberales moderados y radicales, además de explicar la peculiar forma de comprender el municipio por parte de Lira y Ortega.
[1] Entre los autores que ha realizado trabajos de este tipo están Raymond Buve, María del Carmen Salinas Sandoval, Josefina Zoraida Vázquez, José Antonio Serrano Ortega, Mercedes de Vega, Jaime Hernández Díaz, entre otros.