Desde la Sociología por Luis Pérez Cruz
Hace casi 30 años el contexto internacional comenzó un proceso de transformación profunda, en México Octavio Paz y el malogrado historiador Enrique Krauze le llamaron la experiencia de la libertad y organizaron un encuentro internacional, que de acuerdo con Fernando García Ramírez: “El Encuentro, como se ve, llevó a cabo dos importantes críticas. La primera, muy evidente, se dirigió contra lo que había quedado atrás: el cadáver aún fresco del ideal socialista. La segunda, no menos importante, fue la crítica que se hizo de la sociedad capitalista y democrática, es decir, de la sociedad moderna. Esta segunda crítica no se escuchó en su momento y apenas se escucha hoy. Se trata de la crítica al mercado, a su engranaje abstracto y cruel, que ciegamente sacrifica familia, religión, honor y naturaleza para que la maquinaria funcione, y brinda circo para su distracción. Si no existe el determinismo histórico, es decir, el destino, lo que queda es la libertad. Ésa fue la pregunta central que arrojó el Encuentro hacia el futuro: ¿cómo hacer vivible la libertad?”
Desde nuestra perspectiva, el saldo fue la pérdida del contrapeso al capitalismo, que vio la oportunidad de mostrarse tal cual como es y sin enemigo al frente. La crítica a este capitalismo se situó hacia una propuesta de orientación moral, sin abandonar los principios del capitalismo. En el presente siglo hemos visto que avanza una corriente basada en el bienestar y la recuperación de valores, así como promover las políticas a favor de quienes se ven menos beneficiados, los cuales son cada vez más.
En este contexto, México transitó hacia un país con crecimiento de la pobreza, la pauperización de la clase media, degradación de las instituciones y una voraz corrupción, en resumen, ello implicó una desmoralización constante de nuestro país, paulatinamente nos llegó un discurso basado en ideas utilitaristas, donde el principio fundamental es mover los anhelos más profundos de los mexicanos, nos llenaron de ilusiones cuando escuchamos que López Obrador era la esperanza de México, de bienestar para todos, de primero los pobres, abrazos y no balazos, entre muchos otros que vemos presentes en los discursos del presidente.
El utilitarismo es una filosofía que John Stuart Mill (1806-1873) sustenta en promover la felicidad y bienestar al mayor número de personas, siempre limitada por el respeto a las minorías, Mill entendió que la utilidad precisa comprenderse como un sentimiento de satisfacción intelectual y moral, no contemplando la satisfacción física, ésta no es tan determinante como la anterior.
En nuestro tiempo el utilitarismo propone que sus principios honestidad, filantropía, entre otros, sean el único modelo para juzgar las acciones humanas, convirtiéndose en esencial ante la crisis ideológica que vivimos.
Esta filosofía se convierte en el mejor fundamento que el liberalismo occidental actual y el sistema económico requieren para extender más tiempo un tipo de dominación racional. De ello se desprenden dos vertientes; la primera, esgrimir el utilitarismo para mantener un liberalismo a ultranza y mantener una concentración de la riqueza en pocas manos.
La segunda regresa a Stuart Mill y puntualiza la necesidad de que la libertad sea la base para el bienestar y quizás llevarnos a una mejor distribución de la riqueza.
Consideramos necesario profundizar en el estudio sobre el tipo de utilitarismo del actual gobierno, ya que cuando el presidente da a conocer la Cartilla moral como su libro de cabecera, nos quedamos en el plano del bienestar moral e intelectual, de ninguna manera habla de una transformación de la estructura económica, del bienestar económico, ya que repartir dinero no nos lleva a un crecimiento del poder adquisitivo de los mexicanos, ni nos saca de la penuria.