Quiero comentarles que esta semana, la Auditoría Superior de la Federación (ASF) entregó un Informe preliminar del Resultado de la Fiscalización Superior de la Cuenta Pública 2019, correspondiente a los primeros meses del primer año de gobierno de Andrés Manuel López Obrador y, de acuerdo con los resultados obtenidos en este primer balance, se destaca el fracaso de las estrategias de combate a la corrupción y de austeridad, lo cual repercutió para que la economía nacional quedara estancada.

De acuerdo con este primer balance, vemos que lamentablemente las plazas desaparecidas en el gobierno y el desempleo para más de ocho mil funcionarios de mandos superiores con responsabilidades y conocimientos estratégicos en la conducción del país, no beneficiaron ni a la administración de López Obrador.

La política de “austeridad” que provocó el despido de más de 60 mil trabajadores con puestos básicos; la cancelación de nuevas contrataciones, la operación –prácticamente en los “huesos”- de la administración con la reducción de salarios y prestaciones. Ese enorme sacrificio a la administración pública, ese golpe letal a la eficacia y eficiencia del aparato administrativo, no se tradujo en recursos extra que ayudaran a atender las demandas sociales.

El Presidente López Obrador ha insistido en que impondría un sello distintivo a su administración, que no habría un ‘gobierno rico con pueblo pobre’; y trazó una serie de políticas que -en conjunto- permitirían lograr ahorros por 800 mil millones de pesos, pero no se cumplió.

De acuerdo con este primer reporte de la ASF, por cada cien pesos que el gobierno Federal ejerció en 2019:

• 29 fueron para servicios personales;

• 21.5 para gastos de operación;

• 20 para pensiones y jubilaciones;

• 11.9 para subsidios;

• 12 lamentable y preocupantemente, para inversión física e infraestructura.

¿De qué estamos hablando? De que todos los recortes, el sacrificio, los discursos, los ofrecimientos y promesas; ya ahora revisados y evaluados mediante el gasto -frente a los objetivos y metas- estuvieron por debajo de lo hecho en 2018.

Los recursos aprobados por la Cámara de Diputados para la llamada “4T” no se tradujeron en una mayor inversión en infraestructura física, ni en gasto que estimulara a la economía al grado tal que estuvo por debajo en 103 mil millones de pesos frente a lo erogado el año previo al inicio de la gestión de AMLO.

La Auditoría Superior califica esto como una estrategia fallida en el gasto y contribuyó en gran medida, al nulo crecimiento en el 2019. Es decir: Los programas de austeridad y de lucha contra la corrupción, se convirtieron solo en mentiras. No pudieron confirmarse ni comprobarse los ahorros.

Con este reporte inicial, lo que nos hace ver la ASF es que esta política de “cambio” en la administración de AMLO, de “mayor eficiencia con menor gasto” sin duda, fue “atole con el dedo”.