Fe de ratas columna por José Javier Reyes
Una de las cuestiones más evidentes de la presente emergencia sanitaria por el coronavirus, es que nos tomó completamente desprevenidos. Es un hecho fortuito que a estas alturas haya en México poco más de 250 personas contagiadas y sólo dos decesos.
En un mundo globalizado las noticias vienen literalmente de todas partes (televisión por cable, portales de internet, redes sociales) y la información oficial acaba por ser complementaria. Antes que los comunicados de la Secretaría de Salud, la mayoría de los mexicanos, se enteraron en tiempo real de lo que pasaba en China, Italia, Irán o España.
En México las cosas son obviamente diferentes. Dejando de lado los servicios sanitarios, que en más de una ocasión han reconocido que no existe un medicamento que combata en forma alguna esta enfermedad, el trabajo de las autoridades se ha reducido a emitir ciertas recomendaciones que, por otra parte, son comunes a cualquier epidemia. Las soluciones que se han propuesto son, resumiendo, tres: estornudo de etiqueta (que en realidad se debe usar siempre), lavarse las manos y evitar las aglomeraciones.
Tan importante es para las autoridades el lavado de manos que los cursos y tutoriales ya inundan las redes. ¿De veras sabes lavarte las manos? Pues aprende, porque de eso depende tu sobrevivencia. Jabón y agua, tallando entre los dedos y etcétera. Ahora, un curso relámpago para hacer gel antibacterial.
Por lo que hace a los sitios de reunión, las autoridades han emitido mandatos (no queda claro que tan perentorios) para mantener cerrados balnearios, gimnasios, centros deportivos, centros comerciales, cines, teatros, bares y otros lugares donde las concentraciones humanas pueden transformarse en focos de contagio. Y una recomendación general a reducir actividades comerciales que impliquen grupos humanos. Parece que es todo lo que se puede hacer.
El problema es que no todos podemos aislarnos y asumir la cuarentena, que en México se ha denominado con el eufemismo de “Jornada Nacional de Sana Distancia”. El período entre el 20 de marzo y el 20 de abril de 2020, fijado como inicial para contener el brote de COVID-19, parece extenso y, sin embargo, puede ser insuficiente. Y las consecuencias de suspender actividades pueden ser tan graves como la enfermedad misma.
Un ejemplo es Alsea, operadora de firmas como Burger King, Domino’s, Chili’s, El Portón, Vips y Starbucks que, en un comunicado enviado a la Bolsa Mexicana de Valores, anunció una serie de medidas contra esta emergencia entre las cuales se cuentan: recortes de personal, reducción de horarios de trabajo, despidos y hasta un generoso “programa para colaboradores dispuestos a tomarse 30 días sin goce de sueldo”. La empresa ya se quejó por “comentarios fuera de contexto y malinterpretaciones”, debido a internautas que han sugerido inclusive boicotear estas marcas.
Las empresas que han podido, enviaron a sus empleados a descansar por un mes con salario mínimo (de acuerdo a la Ley Federal del Trabajo, en su artículo 429) lo que implica que sin importar cuanto ganaban, sobrevivirán un mes con 3 mil 696.60 pesos. Otros han adelantado vacaciones.
¿Y los demás? ¿Los que viven al día, dentro de la economía informal o el autoempleo? Para ellos no hay cuarentena, sino sobrevivencia. Para los menos favorecidos (y así lo han externado) el coronavirus es el menor de sus problemas.