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Domingo 11:53 am, 19 Jul 2020.

La disyuntiva de Juárez por Luis Pérez Cruz

Desde la Sociología columna por Luis Pérez Cruz

Luis Pérez Cruz | agendatlaxcala | 2055 lecturas | 0 comentarios

La disyuntiva de Juárez por Luis Pérez Cruz

Ayer 18 de julio se recuerda un año más de la muerte de Benito Juárez, lo que nos ha motivado a continuar insistiendo en lo que la historiadora Patricia Galeana llama la desjuarización de la historia; la idea no es volver a la historia oficial que convertía a los personajes en grandes héroes o semidioses, pero tampoco caer en las posturas que se encargan de denostar a quienes han sido participes de la integración de nuestra nación.

          En lo personal, Juárez representa para nuestro país un personaje fundamental, sobre todo para la definición de nuestro país hacia la segunda mitad del siglo XIX, además de constituir un referente para el siglo XX. El presente artículo es una síntesis de un trabajo más amplio que realice en 2006 (bicentenario de su natalicio) y la idea es mostrar la difícil circunstancia que vivió Juárez, que la caída del II Imperio y la restauración de la República no fue un momento de unión fraterna en México, sino una lucha interna que deterioro la presencia política de Juárez, así como su salud.

Dicho lo anterior, para el historiador Luis González y González, 1867 representó el triunfo de la República y la caída definitiva del conservadurismo, cuya último experimento fue el Imperio de Maximiliano; pero también llevaba implícito la disputa de los siguientes años, ya que la entrada triunfal a la ciudad de México la hizo Porfirio  Díaz un 21 de junio de ese año, Juárez hizo lo propio hasta el 15 de julio.

          El historiador norteamericano Ralph Roedor puntualiza en los siguientes términos la situación política de México: “Pero en seguida vino la decadencia, un proceso lento, corrosivo y cruel de desintegración, que fue la consecuencia misma de la lucha. Las revoluciones devoran a su prole con apetito saturnino y Juárez no era inmune a la regla; su reputación sufrió una avería progresiva con el deslustre del tiempo, con el envejecimiento del hombre y con el triunfo y deterioro de la revolución. Los estragos de la paz fueron más crueles que los de la guerra, por ser más ruines: relajada la moral de la lucha, el pulso de la vida nacional iba aflojándose, y al recobrar su ritmo normal, provocó una reacción que acabó por desfigurar la imagen del Presidente guerrero, grabado en los grandes conflictos.”

              Tal parecía que de antemano se vislumbraba que en los siguientes años sobrevendría la disputa por el poder, sobre todo porque Juárez da a conocer su gabinete de inmediato y no aparece Díaz, ya que lo dejó a cargo del Ejército de Oriente.

          Asimismo, sobreviene toda una oleada de críticas y demandas para el restablecimiento del orden constitucional, ante la presión Juárez lanza la convocatoria para la elección del presidente de la república, pero dicha convocatoria es acompañada de otras propuestas que tenían como objetivo el fortalecimiento del Ejecutivo, ellas son: la integración de la Cámara de Senadores, la facultad del veto presidencial, el voto pasivo de los secretarios de Estado, los Magistrados de la Suprema Corte  y los funcionarios públicos para formar parte del Congreso y el sufragio para el clero.

          Las críticas no se hicieron esperar e incluso se desató toda una polémica sobre la división de poderes y las atribuciones de cada uno, por lo que tuvo que dar marcha atrás, ya que los liberales ortodoxos sostenían que el Congreso era el poder supremo, ya que era la representación del pueblo y el Ejecutivo debía sujetarse a su mandato.

          No cabe duda que la integración del Senado tuvo como objetivo el crear una instancia que restara poder y facultades a los diputados; el veto presidencial resulta obvio que la idea es facultar al presidente de un poder por encima del Congreso; la integración de secretarios y funcionarios del gobierno al Congreso tenía como intención formar un contrapeso político en la Cámara de Diputados.

          De acuerdo con Roedor, tal iniciativa: provocó un clamor de protestas. La prensa denunció la proposición, calificándola de invasión del dominio legislativo por el Poder Ejecutivo, de conjura para subordinar y manipular al Congreso por medio de diputados ministeriales, y de cuña entrante de una dictadura presidencial; y el intento de realizar el atentado por medio de un plebiscito popular.

          La propuesta hecha por Juárez trajo consecuencias que enfrentarían a los liberales y los dividiría entre liberales radicales o puros y moderados; los primeros tenían como bandera fundamental la inviolabilidad de la Constitución, las facultades del Congreso y la sujeción del Ejecutivo al Legislativo.

          Los moderados estaban seguros que un Ejecutivo fuerte permitiría enfrentar cualquier intervención extranjera y la pacificación definitiva del país, ya que la historia había mostrado que un presidente débil permitía la proliferación de rebeliones. La idea de una república centralista estaba presente como posibilidad de que el país pudiera superar las dificultades que había sufrido desde la consumación de la independencia.

          Fue previsible que la iniciativa de reforma a través del plebiscito fuera un fracaso, ya que las críticas surtieron efecto, sobre todo porque un poder centralizado se asociaba directamente a los gobiernos conservadores y promonarquistas, por lo que se vio en la necesidad de remitir su propuesta al Congreso.

          Esta disputa solamente fue el principio, ya que si bien es cierto su opositor en las elecciones, Sebastián Lerdo de Tejada, asumió la presidencia de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, también estaba presente la figura de Porfirio Díaz, que se retiró de la vida política, pero era previsible que solamente estaba a la expectativa y no quitaría el dedo del renglón en las elecciones de 1871.

          Ahora bien, Díaz sabía que la reelección de Juárez era un hecho y no estaba en posibilidades de cuestionarla, ya que, por una parte, hacia el exterior y ante la nación Juárez era el único hombre que debía gobernar al país.

          La reelección de Juárez también supuso, para los opositores, una decisión tomada de antemano no por el favor espontáneo del pueblo, sino por la influencia, el fraude y la fuerza con que el gobierno manipulaba las elecciones.

          Don Benito Juárez toma posesión como presidente el 8 de diciembre de 1867, en sesión del Congreso, y Sebastián Lerdo de Tejada como presidente de la Suprema Corte de Justicia, en un clima político tenso, lo cual iba a ser la constante durante ese cuatrienio.

          Las acusaciones hacia el gobierno, organizador de las elecciones, no se hicieron esperar, se le acuso de despilfarro de las rentas públicas para compra de votos, así como el uso de la violencia para obtener el triunfo.

          El inicio del cuatrienio 1867-1871 no ofrecía grandes expectativas, con un partido liberal dividido, descontento por el proceso electoral, un país en graves problemas económicos y parecía que las rebeliones serían el común denominador.

          Juárez se enfrentaba a uno de sus mayores retos, ya que la pacificación del país implicaba sacrificar parte del prestigio ganado durante la guerra, además de que contaría con poco tiempo para hacerlo.