Columna por J.A Javier González Corona
En México como en muchos otros países, las marchas se desarrollan principalmente por inconformidad y desacuerdo con las políticas aplicadas por el gobierno en turno. Obteniendo como respuesta, por parte de la autoridad, comúnmente, una respuesta represiva o en mejor de los casos, de indiferencia a la problemática planteada. A la fecha, bajo los principios de respeto a la libre manifestación, los actuales gobernantes tanto del estado como nacional han otorgado total apertura y respeto a los manifestantes; incluso, algunos de ellos(as) han abusado de tal derecho, cometiendo abusos al pintar edificios públicos, daños a comercios privados y ofensas a la fuerza pública. Seguramente algunos manifestantes traen en mente la represión a los estudiantes en 1968 por parte del gobierno y tratan de adelantar acciones para protegerse o posiblemente, son personas previamente aleccionadas para desestabilizar una manifestación con carácter pacifista.
Una de las marchas efectuadas que merecen admiración y respeto, es la efectuada en la ciudad de Puebla, donde más de cien mil estudiantes universitarios (según datos proporcionados por ellos mismos) marcharon para expresar su descontento, preocupación e incluso, miedo, ante los hechos delictivos y criminales que han venido sufriendo por varios años. En la marcha los jóvenes estudiantes no expresaron el reclamo por el reclamo mismo, sino su disponibilidad para contribuir a crear las alternativas de solución. Y en el caso del gobernante, mostró disponibilidad, pues a la fecha, es el único que ha salido a recibir de frente a los manifestantes y entablar un diálogo inmediato para comprometerse a resolver las problemáticas presentadas.
Se destaca la organización de los estudiantes y su civilidad, dejando a muchos, me incluyo, sorprendidos ante la manera de ver y plantear su descontento y sus peticiones. No cayeron a la agresión, fueron puntuales en sus demandas e incluso, al caminar por la vía pública, levantaban la poca basura que se les llegaba a caer. Ojalá los compromisos asumidos por el gobierno, se reflejen en soluciones inmediatas a favor de los estudiantes universitarios y de la sociedad poblana en general.
En Tlaxcala hace unos días vivimos la manifestación pública de quienes se dedican al servicio público (combis), en protesta por la apertura de otras empresas dedicadas a lo mismo, teniendo todas las facilidades por parte de las autoridades estatales. Aunque, a decir verdad, antes de protestar o exigir sus demandas, primero deberían resolver la calidad del servicio que ofrecen, tanto en seguridad y respeto a las normas de vialidad; así como en educación, respeto y atención de los conductores hacia los usuarios; pues con su música, vocabulario y limpieza, entre otras, deja mucho que desear su servicio, salvo pocas excepciones.
El transporte público debería ser una alternativa para evitar la contaminación ambiental; reduciría el uso de autos particulares y transportaría mayor número de personas. Sin embargo, la calidad del servicio no permite tomarlo como solución mediata e inmediata del transporte adecuado que merezca la ciudadanía. Quienes lo utilizan, es por necesidad, no por convicción.
El Secretario General, Comité Ejecutivo e integrantes de la delegación D-IV-1 de jubilados, pertenecientes a la Sección 55 del SNTE, han manifestado su reclamo y rechazo a la política administrativa del Director de Pensiones Civiles del Estado de Tlaxcala por su actitud arbitraria e inconsciente asumida en contra de quienes entregaron su vida al servicio educativo. Pero al parecer, según palabras de los afectados, para el director, Roberto Carlos Morán Pérez, un jubilado y su familia, son personas ya sin derechos, sin valor y sin ningún respeto humano. Afortunadamente, afirman los representantes sindicales, existen documentos firmados por anteriores directivos, donde se señalan los derechos en salud y otras prestaciones que deben tener los jubilados.
Seguramente los integrantes de la Delegación sindical buscarán y decidirán las formas y maneras para poder recobrar sus derechos que por años han tenido, con el único fin de cuidar su salud y mantener sus prestaciones que les corresponden, en otras palabras, vivir dignamente sus últimos años de vida. La actitud del actual Director de Pensiones Civiles del Estado me hace pensar, que él concibe nunca llegar a una edad madura o tiene los recursos económicos suficientes para resolver sus necesidades futuras.
La delegación sindical también ha informado de diversas propiedades de inmuebles a nombre de Pensiones Civiles que a la fecha se encuentran “perdidas”; préstamos económicos a funcionarios, que ningún afiliado ni en sueños puede disfrutar; además de grandes desfalcos económicos. No quiero imaginar, que el actual director esté involucrado y por ello, su actitud tan inhumana.
“El día Internacional de la Mujer” y “Un Día Sin Nosotras” fueron dos momentos muy importantes para las mujeres. El primero, iniciado en el siglo XIX en donde las trabajadoras de la industria textil en la ciudad de Nueva York en Estados Unidos un 8 de marzo de 1857, levantaron la voz para exigir sus derechos (salario más justo y condiciones laborales más humanas) organizando la primera huelga de mujeres trabajadoras. Sin embargo, al momento de alzar la voz, la policía las detuvo. Para ese momento, el eslogan que eligieron las trabajadoras fue: “Pan y Rosas”. Muchos pensaron que era por comida y por ser bellas, y no, el Pan simbolizaba seguridad laboral y las Rosas, una mejor calidad de vida.
En el segundo, las mujeres mexicanas mostraron lo importante que han y siguen siendo las mujeres para el desarrollo económico, político, económico, social, educativo y cultural del país. Sin duda, no contar con ellas, evidenció lo necesario que son las mujeres en la vida cotidiana, laboral, política y demás actividades donde participan las mujeres. Aunque no dudo que grupos, algunos medios de comunicación, analistas y partidos políticos contrarios al proyecto gubernamental nacional, querrán utilizar este movimiento para culpar al presidente nacional de los feminicidios que se vienen dando desde hace muchos años atrás.
Sin embargo, considero que el problema que viven las mujeres en México es cultural. En las familias, nos enseñaron a crear diferencias, donde el hombre tiene mayores ventajas sobre la mujer. Por la formación que tuvimos, las generaciones de los sesentas, setentas y anteriores, nos cuesta trabajo entender, que la mujer tiene y debe tener los mismos derechos que el hombre y que la diferencia que tenemos entre ambos géneros, es únicamente el sexo con el que nacemos (aunque en las últimas décadas, la ciencia ya realiza su trabajo para quien decida cambiarlo). Afortunadamente estos tipos de movimientos sociales, nos ayudan a concebir el mundo de una manera diferente a la mentalidad conservadora.
Las marchas con motivo del Día Internacional de la Mujer no son exclusivas del país, se realizan en varios países del mundo. Sin embargo, en varios de ellos se reprimen o condicionan; aquí en México, tanto el gobierno estatal como nacional, respetan a quienes participan en las marchas como un derecho a la libre manifestación de cualquier ciudadano. Incluso, representantes sociales como el Senador Joel Molina Ramírez fue explícito en su declaración: “Apoyamos su lucha por la igualdad de derechos y la no violencia, porque, como ellas, aspiramos a un país de libertades y de amplia participación, sin exclusiones…”.
Lo que pareciera una exclusiva para los mexicanos fue “Un Día Sin Nosotras”, ya que si bien es cierto habían realizado las mujeres paros en Islandia 1975, Polonia y Argentina 2016 y en Estados Unidos 2017, las formas y características de realizarlo, fue único. Logrando convertir un día laboral cotidiano, en algo diferente, es decir, se vio y sintió como si hubiera sido un día inhábil.