Por más que las dirigencias sobresalientes de MORENA se obstinan en señalar que no hay corrientes internas, estas han secuestrado a ese instituto
La contienda interna de MORENA para definir a su dirigencia nacional, parece ser toda una telenovela que lejos está de llegar a su fin. Si bien los resultados avalados ya por el Instituto Nacional Electoral dan como ganador al Diputado Mario Delgado, no se ve por donde pueda iniciar ese partido la operación cicatriz, cuantimás ahora que nos encontramos en pleno proceso electoral para 2021.
Contrario a las voces de muchos analistas que señalan la posibilidad de MORENA de transitar en una ruta de unidad para la próxima contienda, la realidad y los resultados en Coahuila e Hidalgo, muestran lo endeble que es este partido sin la figura de Andrés Manuel y que resiente los efectos de una dirigencia ocupada en el conflicto interno y no en lo que realmente está en juego que es la consolidación de un gobierno atrapado entre las garras de un modelo neoliberal y la oposición recalcitrante.
Por más que las dirigencias sobresalientes de MORENA se obstinan en señalar que no hay corrientes internas, estas han secuestrado a ese instituto político donde la voz de López Obrador ha dejado de ser escuchada y que terminan afectando no solo a las aspiraciones del presidente, sino a la base militante y a los millones de mexicanos que, sin militar en un partido político, optaron por un gobierno distinto al PRI y al PAN.
Esta crisis partidista tiene muchos responsables y ni una sola opción dirigente capaz de ordenar al morenismo al interior, a veces pareciera que los principales aliados de la derecha para desestabilizar al gobierno de AMLO, se encuentran al interior de MORENA. Baste con revisar con toda objetividad los resultados reales del gobierno de la 4T, los resultados electorales y las declaraciones de los opositores a Mario Delgado.
El proyecto de López Obrador está rodeado de peligros por todos lados, empezando por la casa, pero no es algo que asombre a nadie; la construcción de MORENA, independientemente de la figura de Andrés, permitió que se sumaran diversas fuerzas, algunas reales y otras de membrete que no tuvieron más acierto que sumarse a la ola que arrasaría en el 2018. Por esa razón las consecuencias eran previsibles y ya tienen al presidente en el más alto desencanto hacia su partido, lo que no le deja más alternativa que buscar nuevos aliados para encaminar su proyecto a partir del comienzo de la segunda mitad de su gobierno. El problema es que, con la aparición de nuevos partidos políticos, habrá quienes pretendan subirse al carro del lopezobradorismo de manera simplista y bajo el más puro estilo oportunista del PT y el PVEM.
No se tiene duda en lo más mínimo que el partido que pregona ser la verdadera Cuarta Transformación de Pedro Haces o la nueva versión del PANAL de Elba Esther, buscarán a toda costa ser beneficiados de la popularidad que aún ostenta el presidente. No porque tengan la intención de ser parte de un movimiento transformador que erradique las viejas prácticas políticas, sino para obtener los cargos de elección popular suficientes que les permita incidir en la vida política nacional.
Estando así las cosas, toma relevancia el Partido Encuentro Solidario, que este fin de semana llevó a cabo su primer Congreso Nacional haciendo un llamado a distintas fuerzas progresistas del país para conformar un gran frente que pugne por alcanzar un nuevo pacto social que permita combatir los rezagos significativos del país como el campo, la educación, el medio ambiente, la situación indígena, salud, etc.
Más que nunca se requiere impulsar dicho pacto, sobre todo cuando en sectores como el campo, a pesar de los discursos de la 4T, no solo hay un avance nulo, sino que regresamos tres décadas atrás a la época en la que el asistencialismo se anteponía al desarrollo productivo como si fuera la clave para abatir la pobreza y la desigualdad. De no existir ese pacto que impulsa Encuentro Solidario, la política agropecuaria de López Obrador seguirá dando tumbos ya que las autoridades cabezas de sector no tienen ni idea de cómo resolver los problemas de los campesinos. Es más, siquiera tienen la sensibilidad necesaria para atender las demandas a pesar de que la reiterada cantaleta de “nada con las organizaciones campesinas” está completamente desgastada.
Los conflictos de MORENA y sus afectaciones a AMLO no pararán, seguiremos viendo una serie de desencuentros que terminarán pronto con la vida del partido creación de Andrés; probablemente se vuelvan a presentar casos como el famoso “Juanito” que alguna vez apareció en la vida política cuando llamó Andrés a votar por un personaje de otro partido a costa del que militaba en ese entonces. Si se revisa bien ese escenario, bien podría MORENA prepararse para que AMLO comience a desconocer a sus propios correligionarios si estos van en contra de lo que cree, más cuando parece ser, comprendió que el conflicto interno no tendrá fin.
No obstante lo anterior, se pueden construir alternativas políticas para que no regrese ni la derecha ni el priismo (hoy de plácemes) al poder, que para nada conviene a este país. Pero la construcción de esas alternativas están en la sociedad civil organizada y en los cientos de organizaciones y colectivos que comparten el pacto social del que hablamos, el pero está en que, quién debiera aceptar el error, es el presidente y pareciera que eso es mucho pedir.
PD. El priismo no debiera echar campanas al vuelo, si bien ganó en las elecciones en las entidades que gobierna (Coahuila e Hidalgo) al obtener una mayoría de municipios, la verdad es que perdió terreno en el aspecto electoral, así que no tienen mucho que celebrar y, a pesar del aire triunfalista que pretenden hacer creer, tanto el PRD, MC y el PAN, lo real es que tienen mucho de qué preocuparse.
POR MARCO A. GUTIÉRREZ HUERTA
PRESIDENTE DE LA CNEC
@CNEC_MEXICO
@MARCOGTZ