Columna por J.A. Javier González Corona
El bombardeo comercial se inició a partir del primer día del mes de febrero, sino antes, bajo la frase “febrero mes del amor y la amistad” tratando de motivar a más de uno, para que se enganchen con algún producto comercial y así, supuestamente, demostrar su amor, amistad o por lo menos afecto. Incluso, es tanta la motivación subliminal a través de los diferentes medios publicitarios, que hacen sentir mal a quien no regala “algo” el 14 de febrero. Claro, teniendo como pretexto a san Valentín. Pero, ¿quién fue ese santo?
Según la hagiografía (historia de la vida de los santos) existieron ocho santos que tuvieron el nombre de Valentín. Sin embargo, solo dos de ellos destacaron dentro del panteón cristiano: un médico-sacerdote romano y un obispo de Terni, por ende, los dos italianos. El primero lo decapitaron en el año 270 d. C. y el segundo, ejecutado después de 273, ambos el 14 de febrero. En el caso del médico-sacerdote su muerte se debió por haber casado a varias parejas mediante el rito cristiano y contravenir un mandato de prohibición al respecto. Cuenta la leyenda que antes de ser sacrificado, estuvo largo tiempo en prisión, tiempo en que conoció a la hija de su carcelero, siendo tan grande su amor por ella, que buscó la manera de enviarle un sinnúmero de mensajes donde le expresaba su amor, mismos que firmaba utilizando la frase: “de tu Valentín”. Frase que al paso del tiempo fue utilizada por los varones en las diferentes cartas enviadas a la amada, aunque algunos la utilizaron para referir o conmemorar el martirio del que posteriormente fuera santo. En cuanto al segundo, se cree que fue el mismo médico- sacerdote, al no existir referencias suficientes de él. Sin embargo, aunque fueran dos personajes diferentes, ninguno de los dos tiene una gran relación con la fecha por conmemorar.
No obstante, el relato hace énfasis a los mensajes de amor enviados a la persona amada, que a la postre se hicieron muy representativos en la vida cotidiana de los enamorados. No se sabe exactamente cuándo comenzó la costumbre de enviar cartas o tarjetas amorosas, pero existen datos que indican que para el siglo XVII en Inglaterra ya se realizaba. Aunque el Lord Protector del Reino Unido, Oliverio Cromwell, prohibió su envío por considerarlas inmorales. Su sucesor Carlos II quien tenía una mentalidad menos moralista, reabrió el permiso para seguir enviándolas.
Cabe señalar que, para ese momento, en Inglaterra no existían las tarjetas comerciales, así que cada persona las elaboraba de acuerdo a su imaginación y gustos. Para ese momento varia gente leía a escritores clásicos, lo que motivo salieran alusiones a Venus, diosa del amor, belleza y fertilidad de la mitología romana; así como a su hijo Cupido, dios del amor, quien tuvo como padre a Marte, dios de la guerra. A éste, se le identifica como un niño alado, armado con arco y flechas y con los ojos vendados; también se le representa frecuentemente en compañía de su madre o de Baco, Adonis o Hércules; este último aparece desarmado por Cupido, simbolizando que el amor vence a la fuerza.
Otra asociación que hacen los ingleses respecto al amor, es con las palomas, según algunos poetas del siglo XVIII, el 14 de febrero se aparean al presagiar la llegada de la primavera. Por ello, la paloma es utilizada como imagen de amor y ternura en las tarjetas o regalos en el día de san Valentín.
Para 1850 en los Estados Unidos y en forma específica en Massachussets surge la primera empresa casera por parte de Esther Howland, quien mejora las tarjetas importadas de la Gran Bretaña. Posteriormente en el año de 1870 el caricaturista Charles J. Howard creó las primeras tarjetas humorísticas en alusión al día de san Valentín.
Es hasta principios del siglo XX cuando llega a México el festejo por influencia de los Estados Unidos; al pasar los años la mercadotecnia se ha ocupado de llenar los comercios de regalos, dando paso al denominado arte Kitsch (modalidad cursi del arte popular) mediante cajas de chocolate, globos, galletas, paletas de dulce, entre otros productos más.
Respecto al corazón como órgano representativo del amor, son los egipcios quienes afirmaban que, en él, se albergan las pasiones humanas, siendo ellos, los creadores de la frase tan tradicional que endulza oídos románticos: ¡te amo con todo el corazón! Sin embargo, los babilonios (Babilonia, floreció en los años 539 al 2300 a. C. y a la fecha, se encuentra dentro del país de Irak y se conoce como Babil) consideraban al hígado como el órgano impulsor del amor; y al corazón, lo contemplaban como el motor de la memoria, la inteligencia y el valor, por lo tanto, seguramente decían: ¡te amo con todo el hígado!
En el territorio mesoamericano para antes de la llegada de los españoles, se sabe y sin querer crear comparativos, los mexicas, tlaxcaltecas, entre otros grupos, tenían en su concepción anímica (alma) el tonalli. Mismo que Gonzalo Aguirre Beltrán le da entre otros significados, el siguiente: “tiene su asiento principal en la cabeza del individuo”, estando ahí los sentimientos. Los prehispánicos concebían al corazón como el lugar donde residía el pensamiento, y en el hígado, las pasiones. Elementos simbólicos similares a los utilizados por los egipcios y babilonios (que casualidad).
De esta manera, respetable lectora o lector, utilice el pretexto de conmemorar a san Valentín este 14 de febrero, manifestando sus sentimientos como crea conveniente, pero recuerde: “regale afecto, no lo compre”.