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Miércoles 01:08 pm, 23 Sep 2020.

Sostenibilidad y resiliencia, un impulso desde la comunidad por Marco Antonio Ortiz

Por supuesto que no soslayaremos en la importancia de luchar por un presupuesto más justo para el campo

Marco Antonio Ortiz Salas | agendatlaxcala | 1098 lecturas | 0 comentarios

Sostenibilidad y resiliencia, un impulso desde la comunidad por Marco Antonio Ortiz

En memoria de Miguel Luna Hernández, Fidel Fernández Villegas y Refugio Quintana Vera

Pilares de la CODUC

Apenas la semana pasada señalábamos en este espacio la necesidad del sector indígena y campesino de establecer una ruta de diálogo que permitiera presentar propuestas claras y viables para hacer frente ante el Presupuesto de Egresos 2021 del Gobierno Federal. Nuestro llamado ha sido bajo la alarmante situación que viviremos en lo que resta de este fatídico 2020 y lo que será la crisis más dura para el 2021. Con las cifras oficiales en mano, denunciamos el nulo apoyo destinado para el campo, así como la lamentable tendencia a priorizar los megaproyectos de López Obrador.

Por supuesto que no soslayaremos en la importancia de luchar por un presupuesto más justo para el campo, lo que significa agotar hasta la última instancia para ser escuchados, sin embargo, tampoco pecamos de ingenuos, pues como también dijimos en este espacio, ni el gobierno federal ni la mayoría de los legisladores de MORENA, mostrarán el mínimo de conciencia, voluntad y disposición para modificar el proyecto, a pesar de que los resultados para el campo hasta el momento son contundentes. Es por demás lamentable que se reste importancia al agro a pesar de ser uno de los sectores con mayor afectación en la pandemia y que requiere de fortalecerse para impulsar nuestra economía desde esta actividad productiva.

Al analizar el proyecto de presupuesto y dados los tiempos políticos y electorales, resulta una obviedad que no habrá modificaciones sustanciales. Por esa razón, desde nuestra óptica, es necesario pasar a las propuestas que permitan generar alternativas con medidas urgentes emanadas desde la colectividad. Una de estas propuestas puede ser impulsada desde los propios municipios que, por cierto, para 2021 sufrirán un nuevo recorte del gasto federalizado.

En ese sentido debe destacarse la reciente iniciativa denominada “Ciudades Verdes” presentada por la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura, cuyo plan de acción contempla la transformación de los sistemas agroalimentarios y mejoramiento de la nutrición en zonas urbanas y periurbanas. Todo esto en el contexto de la pandemia como crisis de salud mundial y sus repercusiones en la economía y en la seguridad alimentaria.

Si bien esta iniciativa de la FAO contempla apenas 100 ciudades del planeta, ante la crisis económica, el presupuesto insuficiente para el agro y la prevaleciente polarización política en México, bien podría adoptarse este modelo desde los municipios en plena coordinación con campesinos, indígenas y ambientalistas.

El espíritu de esta iniciativa es reforzar la resiliencia de los sistemas, servicios y poblaciones para afianzar el vínculo entre el mundo rural y urbano, además de que garantizaría a la población el acceso, no solo a un entorno sano, sino también a la alimentación saludable que permitiría encaminar los esfuerzos para alejarnos de la inseguridad nutricional y alimentaria.

Desde los municipios, a pesar de las disminuciones en el presupuesto que ya señalamos, se pueden generar acciones colectivas en las que se planeen de forma adecuada sistemas alimentarios sostenibles, lo que de manera contundente beneficiaría de manera directa al medio ambiente.

Hoy la clave está en la sostenibilidad y en la resiliencia, en la sostenibilidad con acciones concretas y estrategias que nos permitan lograr la soberanía y seguridad alimentaria en el corto y mediano plazo; en la resiliencia por la necesidad de hacer realidad la preservación de los ecosistemas a pesar de los impactos (sobre todo donde se desarrollarán los megaproyectos de la 4T) para alcanzar el Desarrollo Sostenible al que tenemos derecho.

Este fin de semana fui testigo de las alternativas que se pueden impulsar tras la crisis del COVID-19 y que van acorde a la iniciativa de la FAO, incluso a pesar de las alarmantes cifras de este organismo respecto a la alimentación de las grandes ciudades, el consumo de la energía total producida en el mundo y las consecuencias de las emisiones de gases de efecto invernadero. Esto sin dejar de lado las otras cifras, las que afectan la seguridad nutricional mediante las enfermedades no transmisibles como el sobrepeso y la obesidad. Aun con estas cifras, existe una nueva tendencia en la que personas dignas y con mucho prestigio en el ámbito académico, cultural y político (por extraño que parezca) desarrollan sistemas alimentarios sostenibles en los que conectan a la agricultura y los bosques para la creación de más espacios verdes con la finalidad de garantizar el suministro de alimentos y su distribución bajo un esquema de participación comunitaria.  

Un esquema de esta naturaleza es admirable, no depende de acción alguna de gobierno, incluso rebasan las acciones de éste, y si bien, en este tipo de iniciativas pueden ver los alcaldes la clave del desarrollo y utilizarla como alternativa ante la falta de presupuesto, en este caso, como en muchos miles, depende de la visión y de la conciencia, algo de lo que a menudo se carece. En fin, mientras tanto, desde la sociedad civil organizada queda claro: la respuesta está en apostar por la sostenibilidad y la resiliencia.

POR MARCO ANTONIO ORTIZ

SECRETARIO GENERAL DE LA COALICIÓN DE ORGANIZACIONES DEMOCRÁTICAS, URBANAS Y CAMPESINAS, CODUC A.C.