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Miércoles 08:51 am, 12 Ago 2020.

The Avengers por José Javier Reyes

Fe de ratas columna por Fe de ratas

José Javier Reyes | agendatlaxcala | 1113 lecturas | 0 comentarios

The Avengers por José Javier Reyes

Un nuevo género se ha sumado a los ya populares de las videograbaciones de accidentes, asaltos, ejecuciones y tragedias varias: la de raterillos golpeados por ciudadanos iracundos. Esta moda fue iniciada por el hoy famoso video de un ladrón retenido por un pasajero en una combi de Texcoco y luego masacrado por cinco energúmenos que se desquitaban en él por las innumerables agresiones que sufre cualquier habitante de una gran ciudad. Las palabras que le dirigían eran claras: “¡Pa’ que sientas lo que sentimos!”, le espetan al ladrón, mientras lo tunden a puñetazos y patadas. Cuando el sujeto pedía clemencia, otro de los atacantes se lo echa en cara: “¿No que muy león?”.

El hartazgo ciudadano no requiere explicación. La proliferación de memes (algunos verdaderamente graciosos e ingeniosos) tampoco. No sorprende que la opinión de la mayoría fuera favorable para los Vengadores de la combi, quienes no hicieron otra cosa que lo que la mayoría de los ciudadanos quisiera hacer. Ponerlos al nivel de súper héroes de la Marvel es un elogio exagerado que revela simpatía.

Todo esto está bien, más o menos. La golpiza que le propinaron al raterillo fue celebrada y hasta los más grandes defensores de los derechos humanos no pudieron levantar la voz para defenderlo. No es correcto, pero ya que ocurrió, pues ni modo. Quien decide armarse para atacar ciudadanos y despojarlos de sus pertenencias entiende que corre riesgos y acabar desnudo e inconsciente en la calle debe considerarse como un riesgo profesional. No estuvo bien, pero tampoco lo hubiera estado si las personas hubieran perdido sus bienes.

Más tarde se le exhibió en redes sociales, mencionándolo con nombre y apellido y dando sus generales. Tampoco está bien, pero debemos incluirlo como parte de los gajes del oficio. Suena exagerado en una época en que el pudor o la hipocresía hacen que el fiscal llame Emilio “N” a Emilio Lozoya, a este tipo se le identifique con pelos y señales. Digamos que ser expuesto de esa manera también es un castigo para quien decide infringir las leyes.

Lo que empieza a sonar raro es llamarlo “justicia”. Sin el mayor conocimiento del derecho, pero con un mínimo de sentido común, supondríamos que la idea moderna de la justicia requiere necesariamente la presencia de una instancia superior que escuche a la parte ofendida y a la presuntamente ofensora, les permita aportar las pruebas que a su juicio puedan aprobar y que, desde un punto de vista imparcial, dé una resolución al conflicto. Agarrar a catorrazos a un ladrón hasta dejarlo inconsciente es entendible, habida cuenta de la justa ira que poseía a los ciudadanos, pero semejante castigo ni está ni podrá caber jamás en ningún código penal.

La proliferación de videos del mismo tipo parecería una celebración jocosa de lo que cualquier persona en su lugar haría con uno de estos delincuentes, pero que el mal ejemplo se difunda tiene consecuencias indeseables. Ante el video de un supuesto ladrón que es golpeado por una turba y finalmente quemado vivo, ya ningún argumento de justa ira se puede esgrimir.

Por mucho que nos indigne la impunidad con que actúan los delincuentes, por mucho que el hartazgo nos llene de rencor y de impotencia, llegar a esos extremos es inexcusable. Y nadie dice que la solución sea simple, porque la excusa que se esgrime en este caso es que, si se entrega al transgresor a la policía, el criminal encuentra la forma de salir corrompiendo a la justicia. Para colmo de males, esta excusa es lamentablemente cierta.