La lista de los países con más casos de contagios y decesos por Covid-19 se vuelve, indiscutiblemente, un indicador de lo atinado o desacertado de las políticas que sus líderes implementan en ése y otros renglones de la asistencia social. El mapa de avance de la pandemia es una radiografía de un manejo que, alejándose de lo simplemente sanitario, habla de una serie de gobiernos que se dirigen con percepciones ideológicas. Se diría que el hablar a su clientela política es más importante que tomar medidas eficaces para combatir la pandemia.

El primero es ejemplar: Estados Unidos. La actitud de Donald Trump ha sido duramente criticada porque antes que dirigir sus acciones de gobierno con arreglo a las normas recomendadas por los científicos y autoridades mundiales en materia de salud, se guía por prejuicios y reacciones que tienen como sustento la arrogancia. De ahí que recomiende la inyección de desinfectante basado en la pseudológica de que, si destruye al virus, hará lo mismo dentro del cuerpo humano. O que se dirija a un periodista pidiéndole que se quite el cubrebocas y, ante la negativa de éste, le espete: “ah, es usted políticamente correcto”. El cubrebocas es una medida de protección imperfecta, que no impide totalmente el paso del virus, pero disminuye en algún porcentaje la posibilidad de contagio. No es una medida dictada por “lo políticamente correcto”. Esto tal vez explique, junto con factores demográficos, sociales y económicos, porqué EU es el país con más contagios y con más de cien mil muertes.

En Europa el país con mayor número de decesos es la Gran Bretaña. De forma notoria, el primer ministro Boris Johnson también actuó en forma relajada al inicio de la pandemia y hoy es criticado por su manejo de las medidas sanitarias. Recordemos que el premier Johnson llegó inclusive a contagiarse de coronavirus. Científicos del Grupo de Asesoría Científica para Emergencias recomendaron en un documento tomar medidas más estrictas de confinamiento antes del 23 de marzo, ante lo cual el gobierno británico procedió a censurar este informe. No fue la única advertencia; todas fueron ignoradas. Reduciendo todo a términos numéricos, la estrategia del gobierno del Reino Unido ha desastrosa si nos atenemos a sus casi 40 mil muertos y su nada envidiable primer lugar en Europa.

En América Latina el país que puntea en el número de fallecimientos es Brasil, que rápidamente ha superado la barrera de los 30 mil decesos. Tal vez llevado por su mote de “el Donald Trump brasileño”, ha actuado con la misma displicencia y desparpajo que su arquetipo norteamericano. Hizo caso omiso de las advertencias y fue laxo en sus medidas de confinamiento. Igual que Trump, su modelo a escala brasileño mantuvo una actitud confusa ante la pandemia: generó una sensación de tranquilidad y confianza ante un enemigo simplemente pavoroso. Igual que Trump, propagó la cura por hidroxicloroquina, que no es apropiada para este padecimiento.

Los tres “Trumps” arribaron al poder en elecciones donde obtuvieron amplias victorias sobre sus contrincantes. Los tres utilizaron argumentos falaces o sesgados para confundir al electorado. Los tres continúan utilizando la mentira como argumento de gobierno. Los tres están viendo como su capital político se esfuma ante la avalancha de contagios y muertes que están agobiando a sus respectivos países.