Desde la Sociología por Lic. Ela, Psi. Adriana Serratos Rodríguez
El Estado no nos ve
Desafortunadamente, el presidente Andrés Manuel López Obrador, hace del tema un juego, lo minimiza, lo elude, lo banaliza. El 6 de mayo declara en su espacio de información: “las mañaneras”, que no hay aumento de violencia contra las mujeres, niñas y niños al interior de las familias, arguyendo que no se han incrementado el número de denuncias y ensalza a la familia prototipo, que, a decir verdad, no existe. Afirmar que las familias son amorosas, que la convivencia (sobre todo en el confinamiento) es de respeto y armonía, es darle paso y fomentar la normalización de la violencia, es darle paso a la impunidad y es darle placa a los violentadores sobre la posesión de nuestro cuerpo. NO SOY TUYA, debería ser un concepto claro para el presidente de nuestro país. Romantizar la convivencia dentro de las familias, equivale a invisibilizarnos, a negar oídos a todos los gritos de auxilio que las mujeres hemos externado, es volver a decir que los muros -ahora de nuestras casas- son más importantes que nuestras vidas. Es una mirada anémica de la realidad pandémica y letal que estamos viviendo. Me pregunto, ¿cuándo tendrán, las autoridades, interés de bajar la curva de la violencia hacia las mujeres?
Si el presidente mantiene este discurso, no sólo está validando la violencia hacia nosotras, está validando la omisión que reiteradamente practican las fiscalías, ministerios públicos, y los mismos derechos humanos. Está validando la masacre institucional y patriarcal. Está validando los huecos que hay en las carpetas de investigación que se abren y se cierran sin pudor y sin resultados tangibles. Está validando, también, que se cierren los espacios para que se imparta la ley. No es excusa para no intervenir el que no haya suficiente personal en las diferentes instancias que deberían estar obligadas a atender las denuncias de las mujeres. Si por medio de su discurso se justifica la inexistencia de la agresión, evidentemente las fiscalías no verán la importancia y urgencia de hacer el trabajo con perspectiva de género y entonces nunca habrá necesidad de aumentar la matrícula para que estos casos se atiendan conforme a la ley. El problema radica en que en las instancias legales se triangula la información cuando se arman los expedientes; a veces no se da lugar a una investigación más profunda que revelaría casos de violencia intrafamiliar que nunca se registraron y por lo mismo, tardan en resolverse y en el peor de los casos nunca se resuelven.
La misma ONU, afirma que el número de mujeres que experimentan situaciones de esta naturaleza aumentó en un 60% a nivel mundial, Asimismo, se quintuplicaron las llamadas a los teléfonos de ayuda, de igual manera, agrega a su informe que si los confinamientos continuaran durante seis meses tendríamos que esperar 31 millones de casos más de violencia de género en todo el mundo, (datos del Fondo de Población de Naciones Unidas), por lo tanto, es evidente que la violencia interpersonal aumentará durante la emergencia. Las denuncias están aumentando en casi todos los países, México no es la excepción.
¿Qué habrá después del confinamiento?
El panorama no es alentador para la mayor parte de la población de mujeres. Las colectivas feministas, las organizaciones feministas, las activistas feministas, todas seguimos en la batalla, a pesar del confinamiento. Desgraciadamente, para muchas mujeres será el fin de sus vidas, para otras, tal vez, será un nuevo “descanso” de sus agresores. Esta curva no se aplana con discursos llenos de politiquería barata, no se va acabar con buenas intenciones, y desgraciadamente, tampoco se va acabar con discursos que banalicen su gravedad. Las mujeres feministas seguiremos combatiendo el virus del patriarcado desde todos los flancos, desde los espacios que hemos construido solas. Este virus está en el ADN del Estado, del capitalismo infame que nos sigue viendo como COSA, como objetos desechables y reemplazables, a través del hambre, la pobreza, las políticas...
Las acciones y movilizaciones feministas seguirán activas hasta que la sangre de miles de mujeres se dignifique y se haga justicia, hasta que encontremos a todas, hasta que conquistemos nuestro derecho a vivir libres de violencia.