Desde la Sociología columna por Luis Pérez Cruz
François-Marie Arouet, mejor conocido como Voltaire, nace en 1694 y constituye uno de los más destacados filósofos de la ilustración del siglo XVIII, de un genio extraordinario y sus cualidades fueron propias de ese siglo, lo caracterizó, desde mi muy particular punto de vista, por su profunda postura no religiosa y muy crítico de su tiempo, por ello creo muy importante obras necesarias rescatar sobre la realidad que vivió.
Ahora bien, el siglo XXI, con la pandemia covid19, ya está caracterizado como el de una crisis profunda y de una excepcionalidad muy particular, como lo fue el siglo XX con las dos guerras mundiales, la crisis de 1929, el surgimiento de los fallidos regímenes comunistas a raíz de la Revolución rusa de 1917 y su caída entre 1989 y 1991.
Este siglo XXI será marcado como un inicio crítico y de retos realmente grandilocuentes, además de constituir un siglo crítico para la humanidad, precisa mucha reflexión sobre nuestra existencia y nuestro papel en este mundo, no podemos seguir apostando todo a la cuestión religiosa y desprendernos de nuestra responsabilidad ante un mundo cada vez más vulnerable.
Ahora bien, Voltaire vive su siglo y reflexiona sobre él como de una crisis de las más profundas, la entendió como la más profunda desde el siglo XV con la reforma religiosa, como una crisis de conciencia honda que ha afectado a las ideas y a los sentimientos, a las acciones, a las sensaciones y a la acción individual, tanto como a la colectiva.
Voltaire escribe, además de cuestiones filosóficas y políticas, cuento y novelas, sin dejar de puntualizar su perspectiva, centrada en abatir el concepto religioso de la vida, la sumisión del espíritu del ser humano a la fe y a los dogmas. Quería negar las “supremas verdades” de la revelación y de la autoridad de la iglesia, se propuso comenzar por el principio real de las cosas, por la naturaleza misma.
En principio, en el cuento “Memnon, o la sabiduría humana” plantea la existencia de muchos mundos, el segundo es menos sabio que el primero y el tercero menos que el segundo y así sucesivamente, el último es la tierra, lleno de necedad, llegándolo a considerar el manicomio del universo, pero sus habitantes se consideran, basados en la ciencia y el conocimiento alcanzados, como los más sabios. Llega a la conclusión de que el mayor fracaso es que el ser humano se ve sabio, perfectamente razonable, pero es la mayor locura. Cuento muy corto, pero de una profundidad destacable.
Por otra parte, escribe “Micrómegas”, de micro pequeño y megas grande, describe cómo los seres humanos somos tan pequeños pero nos sentimos tan grandes, lo cual es contradictorio, describiendo la vida de Bernardo de Bovier (1657-1757), alcanzando fama en el medio científico y de la nobleza; lo realmente notorio es la pequeñez humana y su creencia en su grandeza por sus posesiones, lo cual resulta ridículo.
Consideramos notorio que Voltaire es un filósofo no religioso y considera (en el cuento Cándido) al catolicismo como el peor enemigo del progreso de las sociedades de su tiempo.
Asimismo, no deja de considerar que la ciencia se convierte en la nueva deidad que sume al ser humano nuevamente en dogmas y creencias, no resolviendo el para qué de la existencia humana, uno de los dilemas a los que nos llevará la actual circunstancia en la que nos encontramos.