El pasado fin de semana nos enteramos del triunfo del candidato a la presidencia de Colombia, definido como de izquierda, Gustavo Petro Urrego, se le considera un evento muy importante, sobre todo para Latinoamérica; este acontecimiento se le califica como el primer gobierno de izquierda en la historia colombiana. Una elección cerrada, siendo necesario definirse en una segunda vuelta.

            Petro nace en 1960 y es economista con especialidad en medio ambiente y desarrollo, participó en el movimiento guerrillero de su país; posteriormente participa en las negociaciones de paz y en la Alianza democrática M-19, convirtiéndose en diputado en 1991. Continua con una carrera política, llegando a senador y participar como candidato a la presidencia en 2010. Sigue su trayectoria política y es protagonista, por su radicalismo político, en múltiples polémicas.

            La propuesta fundamental de Petro es encabezar un cambio profundo en Colombia, sustentado en la construcción de una nueva historia para su país, además hace un llamado a la colaboración. Independientemente de todo ello y la llegada en América Latina de gobiernos llamados de izquierda, se promueve la idea de pensar en el resurgimiento de la construcción de la identidad latinoamericana y su unidad en alrededor de elementos que nos son comunes y que no han permitido el desarrollo de la región durante buena parte del siglo XX.

            Considero que resurge el latinoamericanismo muy propio de buena parte del siglo anterior, entrando en crisis con la llegada del militarismo y, después, con la introducción del mal llamado neoliberalismo.

            La filosofía latinoamericana se construye en cuatro ejes; primero autores como Leopoldo Zea consideran necesario pensar el lugar que ocupa la región latinoamericana en la historia, sobre todo cuando sobrevienen los procesos independentistas y se coloca a la región en abastecedora de materia prima y en una condición de subordinación hacia las economías europeas.

            Pensarnos de esa manera, estaremos en condiciones de proponer en un desarrollo propio y construir una identidad y unidad latinoamericanas. Partiendo de ello, se considera que al ser humano lo define su historia, a ésta le damos sentido, jugando un papel muy importante y se habla de crear una nueva historia, de hacer una historia distinta, a partir de nuestra experiencia. La historia de nuestra región es parcial, ya que no se le ha incluido, como dijo Hegel: América carece de historia, porque no tiene conciencia de ella y menos de uno mismo.  De acuerdo con la filosofía latinoamericanista, la concepción que se tenga de la historia estará marcada por la forma como se integra al mundo occidental; a partir de ello, se busca la emancipación mental o “independencia mental”.

            Por otra parte, y bajo esta idea del ser latinoamericano, propone la búsqueda y construcción de la identidad en esta región, tendrá como punto de referencia la circunstancialidad de las ideas; en otros términos, la consciencia de nuestro ser responderá al lugar que ocupemos en un espacio y tiempo determinados.

            Por ello, consideran a la filosofía latinoamericana como libertaria, tendrá como tarea la integración de la región y su autenticidad frente al pensamiento occidental. La consecuencia de lo anterior, será la concreción de ello.

Pero la realidad latinoamericana se impone; durante el transcurso de este siglo nuestra situación sigue siendo marginal, nuestro referente sigue siendo el pensamiento europeo.  

             En cuanto el desarrollo económico no hemos logrado remediar nuestra condición de subdesarrollo, pese a los esfuerzos que se han realizado.