Desolación, así describe Guadalupe el sentimiento de tener a un familiar con depresión y luchar una batalla diaria de manera conjunta para lograr no solo que permanezca con vida, sino que pueda disfrutar de vivir.

Vivir con un enfermo de depresión es algo desolador, así lo expresa sin tapujos Guadalupe N, una mujer de mediana edad que ha enfrentado la depresión de dos familiares, en un caso ha sido superada y en otro siguen alternativas para dejar atrás la enfermedad mental.

"Ver que sus ganas de vivir se han ido es tan triste, ver que no importa que hagas o que quieras ayudarlos, cuántas palabras de aliento les des o que opción busques para darles un poco de felicidad y ganas de vivir y de nada sirven".

Incluso, dice, la busqueda de especialistas resulta agotador tanto en lo económico como en lo práctico, pues es una enfermedad compleja que tiene muchos matices y encontrar el tratamiento adecuado no siempre es fácil, pues cada persona reacciona de manera distinta y su depresión puede estar ligada a diferentes factores tanto físicos como externos.

Y es que la depresión es una enfermedad multifactorial que no solo afecta a quien la padece, sino que arrastra a las familias a enfrentar una enfermedad que aún hoy en día es poco entendida y carga con estigmas, pese a que se estima que al menos 200 mil tlaxcaltecas la padecen en distintos grados.

Según un informe científico publicado por la Organización Mundial de la Salud (OMS) tan solo en el primer año de la pandemia por COVID-19, la prevalencia mundial de la ansiedad y la depresión aumentó un 25 por ciento.

Se considera que la depresión es la principal causa de problemas de salud y discapacidad en todo el mundo y la Organización Panamericana de la Salud (OPS) la define como "un trastorno mental frecuente, que se caracteriza por la presencia persistente de tristeza y una pérdida de interés en actividades que las personas normalmente disfrutan, acompañada de una incapacidad para llevar a cabo las actividades diarias, durante 14 días o más".

Más allá de definiciones y cifras, Guadalupe ha aprendido de la depresión por todo lo vivido.

"En el primer caso de depresión que tuvimos no entendíamos que era una enfermedad y no solo un estado de ánimo pasajero  aunque costó mucho pudimos sacarlo adelante con diversos tratamientos, pero a lo largo de los años siempre está latente una posible recaída y eso es una preocupación constante".

Para ella, lo más angustiante fue cuando uno de sus familiares intentó quitarse la vida, lo cual se repitió en más de una ocasión, lo cual llenó de angustia a Guadalupe al grado de que ya no querían ni podían dejar solo a su familiar, pues temían que lo intentara de nuevo.

Ella ha acompañado a sus familiares cercanos en este proceso y comparte que en su afán de buscar alternativas y tratamientos en distintos enfoques médicos, se ha topado con la preocupación de caer ella misma abrumada por los desgaste físico, mental y económico que le ha producido.

"Era muy joven cuando me enteré de que mi primer familiar tenía algo que llamaban depresión y que no mejoraba aún cuando tenía tratamiento médico, pero al verla tan mal, solo como un robot mirando al vacío sin querer comer, saliendo o bañarse y como un muerto en vida, decidí que yo haría todo lo que estuviera en mis manos para ayudar, nunca me imagine que esto se pudiera repetir otra vez con otro miembro de mi familia", dice en tono triste.

Los gastos de atender esta enfermedad, describe, son fuertes y no siempre han podido afrontarlos de manera inmediata y por ello han buscado todo tipo de opciones y su batalla sigue día con día.

Como en la familia de Guadalupe, se estima que más de 200 mil tlaxcaltecas sufre de depresión en algún grado, lo cual equivale al 15.6 por ciento de la población total de la entidad, con lo que Tlaxcala rebasa por dos décimas el promedio nacional de prevalencia de depresión entre la población, según datos de la Encuesta Nacional de Bienestar Autorreportado (Enbiare) 2021, del Instituto Nacional de Estadistica, Geografía e Informática (Inegi).

Según las cifras, la media nacional es de 15.4 por ciento, mientras que el porcentaje por género es de 19.5 para las mujeres y 10.7 para los hombres, lo cual refleja una mayor incidencia en el género femenino.