Desde la Sociología columna por Luis Pérez Cruz
La semana anterior nos enteramos de que en Argentina El gobierno de la ciudad de Buenos Aires emitió en junio una resolución que limita el uso del llamado "lenguaje inclusivo" en la educación inicial, primaria y secundaria. La decisión prohíbe que se utilicen las terminaciones de género neutro "e", "x" o "@" en comunicaciones institucionales y que se enseñe conforme a la currícula educativa.
Asimismo, se hace una aclaración lo anterior debe hacerse de acuerdo a los usos del lenguaje, afirmándose y exigiendo también que estos se realicen "de conformidad con las reglas del idioma español".
Ahora bien, el lenguaje es un fenómeno histórico, ello quiere decir que todo el tiempo se transforma, ello nos muestra que los cambios sociales, importantes en buena parte del siglo XX y lo que llevamos del presente siglo, están generando discusiones sobre diferentes temas; el discurso inclusivo forma parte de la dinámica y de fenómenos sociales experimentados en buena parte del mundo y tienen que ver con los cambios en conceptos como el de la libertad e igualdad.
El lenguaje es un sistema de signos y símbolos convencionales utilizados en relación a otros y cuyo fin es la comunicación, en esta se encuentra la esencia de la actividad humana.
Por ello es tan importante el fin que persigamos al hacer uso del lenguaje, ya que ello determinará la forma en que nos relacionamos, esto último determinado por los cambios generados en las sociedades. Por ello precisamos comprender la forma en que utilizamos el lenguaje esclarecerá la comunicación entre los seres humanos.
Los seres humanos desde el establecimiento de comunicación al interior de las familias, los grupos de amigos, de grupos escolares, entre otros, van determinando la forma en que nos comunicamos. Así, la forma en que utilicemos ese lenguaje es como definiremos la comunicación establecida.
En cuanto al lenguaje inclusivo, se confrontan quienes lo ven como la solución vital para resolver el problema de fondo de la discriminación hacia la mujer. Los argumentos se orientan a considerar que la forma determina el cambio necesario al interior de las sociedades.
Por otra parte, otra visión cree que el lenguaje inclusivo oculta la discriminación y deja satisfecho a muchos, ya que en el fondo cambian muy pocas cosas, preservándose la discriminación en sus múltiples formas y en sus costumbres más grotescas en las sociedades.
Consideramos necesario abrir la discusión, desde la sociología, de la importancia de ampliar el margen del uso del lenguaje y los temas que es necesario profundizar, ir al análisis de las problemáticas que hay alrededor. El lenguaje inclusivo no es suficiente, se asegura rotundamente, para menguar la discriminación, precisamos cambiar posturas arraigadas en lo profundo de las estructuras sociales. Hay temas que nos negamos a abordar, por ejemplo, pensemos en el 10 de mayo y toda una serie de rituales que le acompañan.
A manera de corolario, resulta necesario dejar de pensar que el lenguaje inclusivo resolverá los problemas de discriminación hacia la mujer; será necesario modificar el sistema educativo en general, dejar de pensar que las cuotas de genero se dan por ser mujeres, concretar la educación a hombres y mujeres, modificar los roles al interior de las familias, además de modificar el sentido discursivo de las oportunidades en educación, empleo y salario.