Columna por J. A. Javier González Corona
Es de reconocer en este mundo terrenal que todo cambia, nada es estático o para siempre, la cultura es un ejemplo. Ha determinado diferentes etapas históricas en el país: Primitiva, Prehispánica, Colonial, Independencia, Reforma, Revolución, Moderna y Contemporánea. Sin querer minimizar a las demás, considero que la etapa colonial (tres siglos a partir de la conquista de los ibéricos en 1521 sobre los pueblos mesoamericanos), fue un parteaguas cultural, donde los tlaxcaltecas tuvieron un papel trascendente, junto con otras culturas mesoamericanas, para la conquista del pueblo mexica, dominante para ese momento.
Fue una etapa donde los hispanos trataron de desaparecer las raíces culturales de los pueblos conquistados y de lo que debiera ser nuestra cultura. A partir de ese momento, hubo quienes tomaron partido culturalmente hablando, es decir, indigenistas e hispanistas. Mismos que al paso del tiempo han mantenido un antagonismo político hasta nuestros días: liberales y conservadores.
Los conservadores aplauden y aceptan la conquista como algo necesario, además de llamarle “encuentro de dos culturas” para romantizar el hecho. Olvidando tres siglos de esclavitud por parte de civiles, gobernantes y de la Iglesia. Esta última, mostró en todo momento una actitud de contubernio con los terratenientes y gobierno en turno para lograr grandes beneficios económicos. Justificando su accionar a través de su misión evangelizadora, con la cual pretendían ayudar y proteger a los naturales; aunque más bien, los condujeron a una situación de ignorancia, fanatismo y superstición.
En términos generales, la conquista, según los conquistadores, tuvo la finalidad de evitar que los pueblos mesoamericanos continuaran con su salvajismo y llevarlos de la mano a un estadio de civilización. Los invasores dejan de lado el gran esplendor cultural que los pueblos prehispánicos habían logrado antes de su llegada. Sin embargo, pocos ibéricos sí reconocieron ese esplendor y lo señalaron en algunas de sus crónicas, aunque su posición de conquistadores no les permitió ir más allá para no caer en contradicción.
Al paso del tiempo, quienes se situaron como indigenistas tratando de defender la cultura indígena, desgraciadamente terminaron en proponer lo siguiente: “incorporar” al indio a la civilización, es decir, a la cultura europea. Incluso, sus planteamientos de “desarrollo” y “progreso” como alternativas futuristas, lograron convencer a un gran número de la población indígena que llegó a renegar de su propia cultura, hasta la fecha.
Quien jugó un papel muy importante en la etapa de independencia fueron los Criollos (hijos de padre y madre españoles, nacidos en la Nueva España). Estos contribuyeron al proceso de pérdida cultural indígena, aunque en sus discursos se decían aliados de ellos. Su real intención era separar a la Nueva España de España, para ser ellos quienes tomarán el poder. Durante los tres siglos de coloniaje estuvieron destinados a ocupar puestos subalternos y obtener una riqueza limitada.
Por su parte los mestizos (población mayoritaria actualmente), siempre mostraron una gran distancia con los españoles, pero también con los indígenas, viéndose precisados a buscar su propia identidad dentro de la estructura social. Para ello, decidieron aceptar la cultura occidental con el fin de recibir canonjías, aunque en su discurso se decían ser aliados de los indígenas (en estos tiempos muchos de ellos conforman la clase media). Situación que a la fecha continúa, expresando su orgullo y reconocimiento al indígena, aunque sus preferencias giran en torno a la cultura europea y/o estadounidense.
A la fecha, vemos como los mexicanos, entre ellos el pueblo tlaxcalteca, se identifican con la derecha o con la izquierda, los de centro (en 1929 PNR, 1938 PRM y 1946 PRI, más de 70 años en el poder) se convirtieron de derecha (alianza Va por México actualmente), salvo algunos que se decidieron por la izquierda (MORENA), ahora mayoría. Los primeros (derecha-conservadores), se caracterizan en términos generales por su preferencia a las culturas extranjeras y ven con buenos ojos el acaparamiento de la riqueza en unos cuantos. Los segundos (indígenas y mestizos principalmente) se identifican con la cultura indígena y conciben un reparto más equitativo de la riqueza entre la sociedad. Bueno, habría que hablar más profundamente de lo que debiera ser la izquierda, en otra columna se hará.
En Tlaxcala para este momento quienes tienen el poder son de izquierda, aunque a algunos como que les cuesta trabajo asimilarlo, sin embargo, considero que para lograr sus objetivos ideológicos deben enfocar su trabajo sobre: salud, empleo, agricultura y seguridad, relaciones internacionales, además de otros dos aspectos por demás importantes: educación y cultura. El primero de los dos últimos, mediante programas educativos con nuevos enfoques sociales, económicos y políticos, sin embargo, para realizar ese nuevo proyecto deberán ser los directivos de la Unidad de Servicios Educativos de Tlaxcala (USET), quienes deben estar perfectamente convencidos y definidos con la ideología de izquierda, de no ser así, difícilmente desarrollarán un proyecto diferente al que tenemos.
El segundo, lo cultural, son muchos los aspectos que se debieran atender: investigación, capacitación, talleres, conferencias, conversatorios, edición de libros, apoyos a los pueblos indígenas, fortalecimiento a las instituciones dedicadas al trabajo cultural, entre otros más.
Otro aspecto dentro del campo de la cultura que no debe olvidar este gobierno de izquierda, es cumplir sus promesas y compromisos de campaña, como es el caso de convertir “La Casa de Gobierno” en recinto cultural. Muchos tlaxcaltecas estamos en espera de que se haga realidad. Sería muy notorio y aplaudible recuperar para el pueblo un espacio de la élite gubernamental.
Asimismo, aprovechar la disposición del presidente nacional de establecer en el estado tlaxcalteca la Secretaría de Cultural a nivel nacional, para comprometer a la titular Alejandra Frausto Guerrero a traer actividades culturales que únicamente por años han disfrutado nuestros vecinos de la CDMX u otros estados del país.
Es decir, aunque nos quieran seguir tachando de traidores o de que no existimos, los tlaxcaltecas merecemos respeto, atención y actividades culturales. La riqueza cultural del estado siempre ha estado abierta para toda la nación y el mundo, sin restricciones ni prejuicios; en consecuencia, nos merecemos acciones de correspondencia o … ¿Usted qué opina?