Escritos con tinta invisible, los cárteles han desarrollado códigos macabros que han cambiado hasta nuestra forma de manejar
En los años en que Los Zetas se paseaban por Coahuila como si fueran los dueños del estado, los jefes de plaza enseñaron a los policías municipales una clave macabra: 92 Sierra, que se usó para desaparecer y asesinar a cientos de personas, la mayoría de ellos hombres jóvenes.
Entre 2003 y 2012, ese código secreto sonaba en las patrullas y en los celulares de uniformados ante dos escenarios: la entrada al estado de un vehículo con placas foráneas o un automóvil con dos o más hombres adentro. Si una de las dos cosas ocurrían, los policías que trabajaban para Los Zetas tenían la obligación de inventar una infracción de tránsito —casi siempre exceso de velocidad— para obligar al conductor a orillarse y detenerse.
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