J. Fernando Martínez M. (Compilador biográfico).
Fue Gobernador constitucional del Estado de Tlaxcala, del 15 de enero de 1981 a 1987. Tulio Hernández Gómez fue fundador del Subsistema Colegio de Bachilleres. Hablar de Tulio Hernández Gómez es hablar del paisaje pintoresco que caracteriza a Tlaxcala, siempre hay personajes que se encuadran en un tiempo y en un lugar determinado. La década de los ochentas fue época de Tulio.
Hijo de Francisco Hernández y Hernández dedicado a la agricultura y de Leonarda Gómez Blanco, distinguida profesora. Tulio Hernández siempre estuvo vinculado al poder, ya que su padre fue dirigente de la CNC y aspirante a la gubernatura.
Tulio Hernández nace el 26 de mayo de 1938, en esos años y por órdenes del general Lázaro Cárdenas del Río estaba por cambiarse el nombre de partido nacional revolucionario a partido de la revolución mexicana. En ese año Alejo G. González fue comandante de la 9/a. zona militar. Por otro lado, en la tesis doctoral de economía: ‘La construcción de la identidad profesional de las normalistas tlaxcaltecas’ a cargo de Victoria Ramírez Rosales se estableció que: “la normal rural ‘Lic. Benito Juárez‘ fue la primera normal del Estado de Tlaxcala, se fundó en 1938 en la ex hacienda de San Francisco Soltepec ubicada en el municipio de Huamantla; por iniciativa y gestiones hechas por las autoridades del distrito de Juárez, por los comisariados ejidales y por pobladores de la comunidad; así como por el apoyo proporcionado por el entonces gobernador del Estado de Tlaxcala: Adolfo Bonilla y por Lázaro Cárdenas que fungía como presidente de la república. Inició sus funciones como internado mixto, que recibía alumnos y alumnas provenientes de familias de escasos recursos económicos», sin embargo, en ese año quien en realidad gobernaba la Entidad era Isidro Candía. Por último, en 1938 Joaquín Cisneros Molina fue nombrado secretario general de gobierno, mientras todo ello ocurría Tulio Hernández llegaba a la vida donde disfrutó su infancia bajo un techo provincial.
En 1957 ingresa a la UNAM para iniciar sus estudios de Derecho, donde egresó en 1961 recibiéndose con la tesis: ‘Responsabilidades de los servicios de la administración pública’ y debido al buen desempeño en la investigación se hace acreedor a la mención honorífica, premio que se les da los mejores alumnos de cada generación en el ámbito académico.
Desde 1953 ya era simpatizante del PRI, pero fue hasta 1963 cuando se afilia al partido revolucionario institucional cuando gobernaba la nación el Lic. Adolfo López Mateos.
Tulio Hernández fue secretario auxiliar Emilio Sánchez Piedras. Para 1964, se convierte en el dirigente estatal de ese instituto político en Tlaxcala y a la par, a sus 24 años, es electo diputado federal por el primer distrito electoral del Estado de Tlaxcala para la XLVI legislatura del congreso de la unión, cargo que culminó en 1967, cuando gobernaba la nación el Lic. Gustavo Díaz Ordaz.
Tulio Hernández obtuvo el segundo lugar, en el certamen nacional que el comité ejecutivo nacional de su partido (PRI) convocó para rendir homenaje al Lic. Benito Juárez -ex presidente de la suprema corte de justicia de la nación- y con el título: ‘El otro Juárez’. Y como premio le fue publicado un libro, en 4 ediciones: 1974, 1979, 1986 y 1999. El autor del libro es nombrado en 1976, delegado político del departamento del Distrito Federal en Atzcapotzalco (siendo regente capitalino el profesor Carlos Hank González), puesto en el que permanece hasta 1979, en ese mismo año es designado oficial mayor de la secretaría de gobernación a cargo del Lic. Enrique Olivares Santana.
Postulado como candidato del PRI al gobierno del Estado de Tlaxcala: se convierte en gobernador para el periodo de 1981 a 1987. Impulsa la educación por medio de la creación de Cobat´s, CBTis, Cbtas y termina el Instituto Tecnológico de Apizaco, que se había iniciado con su antecesor Emilio Sánchez Piedras, pero ideado por el gobierno de Luciano Huerta Sánchez.
Durante su mandato se llevaron a cabo en Tlaxcala diferentes filmes de películas mexicanas, fue el tiempo de las comilonas en los ranchos y ex las haciendas tlaxcaltecas; era la época de las frecuentes corridas de toros. De hecho, el “Museo Taurino de Huamantla, fue inaugurado el 22 de agosto de 1982. En las corridas, los políticos locales median sus fuerzas al calor de los aplausos de sus seguidores; fue la temporada de los cotidianos e improvisados palenques de gallos al que acudían para hacer proselitismo a su favor, varios personajes de la vida pública. Fue la época dorada, la paradoja entre lo tradicional y lo moderno, pasando a la historia como un ciclo épico, inolvidables serán aquellas frases de haber gobernado el Estado con ‘saliva y pulque’.
Víctor López Tamayo en su columna ‘El Búnker’, del informativo electrónico: ‘Cuarto de Guerra’, con fecha 18 de julio de 2011, explica que, hablando de operación política: “Tulio Hernández Gómez colocó a políticos afines al frente del PRI, ahí está el caso de Ignacio López Sánchez; José Antonio Álvarez Lima hizo lo propio con Fermín Sánchez Varela y Rubén Flores Leal”.
Martín Ruiz, menciona para su columna ‘Señorío Tlaxcalteca’ con fecha 9 de junio de 2009 lo siguiente: “quién no recuerda el incesante frotamiento de manos de Alejandro García Arenas, durante el coma de Tulio, por aquella espantosa caída de su motocicleta, pues ya se sentía gobernador (…) La ‘Casa de Gobierno’ le fue ofrecida como regalo personal al entonces mandatario y él, la aceptó a cambio de cederla al patrimonio de Tlaxcala. Y desde entonces, los Gobernadores despachan en esa bella finca”.
El columnista Felipe Moreno escribió: «dicen en Tlaxcala que el Gobierno de Beatriz Paredes se pareció mucho a los anteriores en ese Estado, sobre todo por su proclividad al gusto por las fiestas típicas, como son: los toros, los jaripeos, las comilonas en ranchos y haciendas, los mariachis cantadores, etc. El Estado de Tlaxcala pudo ser el mejor escenario para películas con Jorge Negrete o Pedro Infante, en vivo y a todo color. Comentan en esa misma Entidad que así de típico fue el gobierno de Tulio Hernández y no se quedó atrás el de Beatriz Paredes. Quizá la única diferencia es que la gobernadora Beatriz Paredes no perdía la figura en los festejos, tomaba sí, pero no se tambaleaba. Total, que Tlaxcala es cómo la versión moderna de ‘Allá en el Rancho Grande’, sólo hicieron falta los balazos.
Cómo habrán sido las cosas en Tlaxcala que el gobierno de Tulio Hernández aparece como bueno y moderado en comparación con el que hizo Beatriz Paredes. Mientras el político de ‘pulque y saliva’ atrajo capitales para la industrialización, Beatriz Paredes no pudo abandonar el esquema de estudiante de izquierda, siempre distanciada de los empresarios. Es cierto, comentan en Tlaxcala, que siempre tuvo el apoyo presidencial de Carlos Salinas de Gortari, sin ser ‘salinista’, pero que ni así pudo sacar adelante al Estado.
Pero en compensación, Beatriz Paredes pasó a la lista de gobernadores tlaxcaltecas más reconocidos, pues éstos siempre han sido queridos y populares. Lo fue y lo es Tulio Hernández. Beatriz también logró ese objetivo, pero nunca pudo ser más popular que Tulio Hernández. Beatriz se fue del gobierno con esa espina clavada. Entiéndase, el índice de popularidad lo miden los gobernantes tlaxcaltecas, en las plazas de toros. Tanto Beatriz Paredes como Tulio Hernández competían para ver a quien le aplaudían más en los festejos taurinos, de charros y de gallos. Se dejaban ver en las ferias de Huamantla, Apizaco y Tlaxcala. Cada uno con sus partidarios y aplaudidores.
El ex gobernador y la ex gobernadora se miraban en plena disputa por las palmas, pero no las de la Academia, sino por los gestos y gritos que les confirmaban el aprecio del noble pueblo tlaxcalteca. Era como en los gallos, por un lado, el partido de Tulio vs el partido de Beatriz Paredes. Más que rivalidad política, había una fiesta de ‘amigos’.
Tanto Tulio Hernández como Beatriz Paredes, se convirtieron en protectores de otros políticos locales y nacionales. Por ejemplo, el ex alcalde de Apizaco, ex senador de la república, ex diputado federal, Mariano González Zarur, fue gente de Tulio Hernández, por lo mismo era lógico que Beatriz no lo apoyara. En cambio, el hijo del que fuera secretario del ex presidente de la república mexicana Gustavo Díaz Ordaz y ex gobernador de Tlaxcala, Joaquín Cisneros Molina, es decir Cisneros Fernández, perteneció al grupo de la ex gobernadora.
De Beatriz eran los ex diputados federales, Héctor Ortiz Ortiz y Álvaro Salazar, así como el ex líder del congreso del Estado, Rafael Minor.
La gran relevancia humorística de Tulio Hernández Gómez, quien fuera gobernador de Tlaxcala entre 1981 y 1987, fueron sus dichos. Se dijo que Tulio, no muy afortunado en la repartición de gracias físicas, pero acuñó en sus días de gloria una sentencia lapidaria: ‘el PRI es capaz de convertir al más feo de los mortales en el galán de más alta cotización. Sólo falta que se le haga candidato. Mírenme a mí’, comentaba don Tulio”.
Posteriormente, y debido en gran parte a la popularidad que gozaba por su paso en el ‘palacio de gobierno’, es invitado a participar en los siguientes puestos: como asesor del regente capitalino (1988 – 1989); presidente del comité directivo estatal del PRI en el DF (1989 – 1990); vocal fundador del patronato del centro histórico A.C., de la Ciudad de México, y vocal ejecutivo del consejo del centro histórico del D.F. todo lo anterior, en la década de los noventa.
“Para el recuerdo quedó ese 1998, cuando Alfonso Sánchez Anaya, otro de los alumnos de Emilio Sánchez Piedras, les arrebató el poder, sí en ese funesto noviembre cuando el ex gobernador de Tlaxcala, Tulio Hernández, inmortalizó una frase muy célebre: ‘Tanta pinche democracia nos partió la madre’, publicada en la columna ‘un enérgico discurso’, publicado por Javier Conde en el periódico digital ‘indicemedia’.
De regreso a la función pública de 1997 al año 2000, y por segunda vez, es electo diputado federal en la LVII legislatura del congreso de la unión, donde interviene en las comisiones de gobernación y puntos constitucionales, seguridad social, distrito federal y en el comité de comunicación social. Recordar que La 57 Legislatura, fue primera en bloquear políticas presidenciales. Uno de los mayores ‘logros’ de la 57 Legislatura, afirmaba el coordinador del PRD, Pablo Gómez, es que por primera vez en 70 años la cámara de diputados pudo iniciar un cambio en la política económica oficial y bloquear iniciativas presidenciales (de Ernesto Zedillo) que consideró nocivas para el país.
En el ámbito de la docencia, desde 1966 incursiona en la academia como catedrático de la máxima casa de estudios de la nación, durante su trayectoria como docente impartió las siguientes clases: ‘Nociones de Derecho Positivo Mexicano’, en la Escuela Nacional Preparatoria plantel No 1; de ‘Ciencia Política’ de 1991 a 1993; y de ‘Sistemas Políticos Contemporáneos’ a partir de 1994, en la UNAM.
Después de la derrota del PRI, en 1998, fue nombrado delegado especial en Acapulco Guerrero. Recibió de manos de Héctor Ortiz Ortiz la ‘Presea Tlaxcala’ que otorga por mayoría de votos el cabildo de la ciudad capital tlaxcalteca como un reconocimiento a su trayectoria como servidor público. Esta presea, por cierto, es entregada desde que el licenciado Joaquín Cisneros Fernández era presidente municipal de Tlaxcala y se brinda a las personalidades de las diferentes áreas más destacadas.
Tulio Hernández participó en actividades partidistas como en la comisión local para la organización de la asamblea del PRI, donde coordinó la mesa de trabajo denominada: ‘Temáticas: principio y valores’, en el año 2001.
Su hija, Elena Hernández del Valle Arizpe fue titular del Museo del Arte de Tlaxcala formando parte del Gobierno de Héctor Ortiz Ortiz y en 2019, nombraba como funcionaria de la secretaría de cultura en el gobierno federal (con Andrés Manuel López Obrador). Para 2023, se incorpora a la secretaría de cultura del Estado de Tlaxcala.
Tulio Hernández respaldó la candidatura de Mariano González Zarur rumbo al Gobierno del Estado en 2004 y 2010.
“El gobierno del estado, encabezado por Lorena Cuéllar Cisneros, rindió la mañana de este domingo (17 de septiembre de 2023) homenaje luctuoso al ex mandatario Tulio Hernández Gómez, quien falleció el pasado sábado 16 de septiembre a los 85 años de edad.
Durante la ceremonia luctuosa, realizada en el Patio Central de Palacio de Gobierno, la mandataria estatal calificó a Hernández Gómez como un “tlaxcalteca ejemplar” debido a que durante su periodo de 1981–1987, como gobernador siempre mostró amor hacia su tierra, fue bondadoso y cercano al pueblo.
Recordó que no creía que la acumulación de la riqueza material fuera un símbolo de respeto, poder o éxito, pues entendía que el verdadero privilegio de servir se encuentra en ayudar a los más desprotegidos y entregó todo lo que estuvo a su alcance para beneficio de la población hasta su último momento.
Cuéllar Cisneros aseguró que “hablar de Don Tulio, es hablar de fraternidad con la gente; pues se despojó de todo lo que tuvo en vida para darlo a Tlaxcala, fue él quien entregó al estado la Casa de Gobierno, en sus más recientes muestras de generosidad, realizó la donación del predio que aloja al Museo de Sitio de la Zona Arqueológica de Zultepec–Tecoaque en Calpulalpan”.
Expresó que fue un hombre con un corazón generoso al servicio de la gente y que durante su época marcó el despunte de la proyección de Tlaxcala hacia el plano nacional para que fuera reconocida en toda su grandeza y amplitud en la cultura, en el cine, en el arte.
Discursos en tribuna de Tulio Hernández Gómez, a sus 26 años, siendo diputado federal por el primer distrito electoral del Estado de Tlaxcala en la XLVI legislatura del congreso de la unión.
El día jueves 10 de febrero de 1966, en el ‘diario de los debates’ de la cámara de diputados del congreso de los Estados Unidos Mexicanos de la XLVI legislatura se puede apreciar el discurso del licenciado Tulio Hernández Gómez:
“Señor presidente. (Alfonso Martínez Domínguez).
Honorable Asamblea; señoras y señores diputados: Los pueblos se nutren de su historia y trabajan con decisión, cuando han sabido encontrar en su camino símbolos bastantes para exaltar sus fuerzas mejores y seguir el sendero del progreso.
Nada que ayude a continuar una marcha hacia adelante, es ocioso, ni es obvio, nada que exalte el valor de la historia y empuje a los hombres a construir un mejor destino debe olvidarse; el pasado no es para nosotros el recuerdo de épocas mejores, sino la lección de aquellos valores permanentes que han de servir para proyectarnos hacia el porvenir.
Cuando alguien piensa que recordar la historia, emocionadamente, resulta ya un poco inútil, nosotros pensamos que nada es inútil, cuando se trata de recoger las lecciones de quienes merecen el reconocimiento de las generaciones que los sucedieron. De ahí que la Comisión Permanente del Congreso de la Unión haya querido, en este día, recordar con reverencia y con emoción, no sólo a los Constituyentes que supieron expresar con voz limpia y justiciera los reclamos del pueblo para plasmarlos en las normas jurídicas, sino, fundamentalmente, para recordar todas las luchas, todas las luchas sangrientas de nuestro pueblo, que al fin y al cabo es el héroe eterno de la historia y el motor definitivo de nuestro desarrollo.
La Constitución de 1917, es una síntesis de la historia de nuestro pueblo, es un claro compendio de las mejores experiencias del pasado de nuestro país. La ley suprema de la República es, en efecto, resultado de las luchas heroicas de nuestro pueblo desde que se empeñó en alcanzar la independencia, hasta nuestros días. Las mejores ideas, los mejores principios filosóficos y jurídicos se han venido incorporando en cada una de las Cartas constitucionales que han regido la vida del país.
Nuestra Constitución vigente, en efecto, recuerda los mejores pasajes de la historia, en ella alienta la voz encendida y limpia del Padre Hidalgo convocando a la libertad y a la Independencia, aboliendo la esclavitud y condenando la injusticia. En sus preceptos vive también el mensaje, la apasionada visión y la claridad patriótica de José María Morelos y Pavón, que supo dar a la Revolución de Independencia un profundo contenido social y que nos entregó como principios inconmovibles de nuestra vida institucional, aquéllos que hacen radicar en el pueblo toda soberanía; que proclaman la independencia y la autodeterminación de nuestra patria y que apoyan en el derecho, la existencia auténtica de cualquier autoridad.
Nuestro Código Fundamental no podría comprenderse sin la herencia invaluable de la luminosa generación de la Reforma encabezada por Benito Juárez, que nos entregó, para siempre, con la Constitución de 1857, la consolidación de la República, la independencia del Estado mexicano respecto de cualquier otro poder, y la libertad espiritual más amplia para todos los mexicanos.
La Constitución de Querétaro es, en fin, depurada síntesis de las más caras aspiraciones, de las más dolorosas angustias y de los más limpios anhelos del pueblo mexicano que, en la Revolución, no dudó en entregar su sangre, un millón de vidas, en busca de una transformación social profunda, capaz de dignificar al hombre y de impulsar a nuestra nación por senderos de progreso y de reivindicación social.
El pueblo, héroe permanente de toda la historia de la humanidad y de la nuestra, ha sido, en última instancia, el forjador de las normas constitucionales que hoy rigen la vida de la República Mexicana.
Al amparo de esas normas, nuestro país avanza, y los mexicanos, en un clima de libertad, trabajan esforzadamente por alcanzar su bienestar y por construir la grandeza de México.
Constitución significa historia, significa revolución, lucha permanente del pueblo y herencia luminosa de quienes, encabezándolo, ganaron para siempre un sitio de honor en la historia y en la admiración de todos los mexicanos.
Nuestra Constitución es instrumento normativo eficaz en el presente; es la ley suprema que rige la vida nacional, y nadie puede ni debe discutir la obligación de acatar sus preceptos para garantizar la vida ordenada, pacífica y progresista de nuestra patria. Al amparo de la Constitución todos los mexicanos pueden y deben trabajar confiadamente en favor de su propio bienestar y de una imagen más justa de la patria que a todos nos ampara.
Nuestra Constitución garantiza las libertades individuales. En México no tiene ataduras el pensamiento. Las creencias, las voces, las palabras escritas, las reuniones de ciudadanos merecen el mayor respeto y están garantizadas por la norma constitucional, con la única limitación de evitar que lesionen a otros o a la sociedad misma.
Para nuestro derecho constitucional, el valor esencial es el hombre, el pueblo mismo, su desarrollo pleno, su bienestar y su felicidad. Todo poder dimana del pueblo y se instituye para beneficio de él, dice la Constitución y, sin embargo, el Constituyente, los hombres que vinieron de todos los rumbos del país ensangrentado en una revolución extraordinaria transformadora, sabían y entendían que los encargados del poder son falibles y que en el ejercicio del poder suelen cometer graves abusos.
De ahí que la Constitución garantice que nadie puede ser privado o molestado en sus derechos sino en virtud de mandamiento escrito de la autoridad competente y de ahí también que consagre, además, como instrumento de defensa en manos de todos los mexicanos, una de las creaciones jurídicas más bellas de nuestra historia: el juicio de amparo.
La Constitución recogió, además, las demandas democráticas que con tanta claridad y emoción supo levantar Madero: desarrollo democrático, sufragio efectivo, no reelección para el Poder Ejecutivo, necesidad de que el pueblo pudiera tomar parte en todas las decisiones políticas; necesidad de que la continuidad del país signifique continuidad de principios y no continuidad de hombres.
Este desarrollo democrático exigido por el pueblo tiene, en la norma constitucional, los principios fundamentales que le han permitido avanzar. Sólo quienes están empeñados en ver hacia el pasado, o en encontrar pretextos para no entender el desarrollo del país, pueden negar que la vida democrática de México está avanzando con pasos firmes y acelerados. Este desarrollo debe continuar para que todos los hombres de México y todos los partidos puedan discutir con limpieza, con lealtad, con altura de miras, con emoción, pero con respeto a los principios fundamentales de nuestra Carta Fundamental y del país mismo, sus posiciones políticas, sus doctrinas y sus principios.
Discutir sin encontrar en el oponente político un enemigo personal, sino un mexicano más que, discrepando de nosotros, siente apasionadamente la necesidad de construir una patria más digna para todos los mexicanos.
Pero, además, nuestra Constitución rompió en los primeros años de este siglo, la tradición constitucional y abrió una nueva etapa en la historia de las leyes fundamentales que rigen las estructuras de los distintos pueblos de la tierra: las garantías sociales, resultado de nuestras luchas, que protegen a aquellos grupos que dentro de la sociedad tienen una situación de debilidad, que constituyen mayoría y que, por lo mismo, merecen la protección del Estado para impulsar su desarrollo y lograr su bienestar. El concepto de que todos los hombres son iguales ante la ley, hermoso principio que, sin embargo, ha sido motivo de las más graves injusticias, fue enriquecido con un concepto más justo y más humano: el de que la ley y las instituciones deben proteger a los más débiles frente a los poderosos para lograr así el desarrollo armónico de toda la sociedad.
Nuestra constitución garantiza el derecho que el pueblo tiene a la educación, pero garantiza también el derecho del Estado para impartirla y esto, frente a lo que a los críticos dicen, no significa un deseo sectario, sino un derecho que el Estado tiene para impartir la educación con un amplio sentido de solidaridad, apegándose al conocimiento científico, y al margen de sectarismos o de concepciones que sólo corresponde a cada individuo adoptar mediante su limpia y libre voluntad. Esta es una fórmula esencial para lograr la unidad nacional por encima de pugnas de grupo, para fortalecer a la nación, respetando lo más íntimo de la persona humana: sus creencias y su vida espiritual.
Con el espíritu humanista del artículo tercero constitucional México realiza con empeño importantes tareas en favor de la educación. La Constitución nos impulsa a trabajar permanentemente por cumplir sus objetivos: educación para todos; educación para la paz, educación basada en el conocimiento científico y al margen de prejuicios, educación para la fraternidad humana y la solidaridad entre todos los mexicanos; educación, en fin, sin sectarismos, para la unidad nacional y la grandeza de México.
Nuestra Constitución reivindicó el derecho de la nación sobre los bienes y recursos naturales para destinarlos a la causa del bienestar y del progreso del pueblo mexicano. Sabían los constituyentes que la Revolución exigía el cambio del simple Estado de derecho por el Estado de servicio, como organización creada por el pueblo para realizar sus ideales de justicia y sus anhelos de superación en beneficio de todos.
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