Desde la Sociología Columna por Luis Pérez Cruz
En la época contemporánea se han construido percepciones sobre la juventud y van desde las que conciben lo joven como sinónimo de cambio, progreso y futuro promisorio, sobre todo en las generaciones anteriores se visualiza a los jóvenes como la oportunidad de construir sociedades que respondan a los retos que nos deparan.
Por otra parte, tenemos una percepción negativa que permea y juzga severamente a la juventud, vemos una visión que trata a las nuevas generaciones de frágiles, sin una idea clara sobre la realidad y con pocas posibilidades ante retos difíciles y complejos.
La comprensión de ser joven no siempre fue la misma, no siempre fue igual; por ejemplo, recordemos que la expectativa de vida en la década de 1930 era de 36.2 años y la principal causa de mortalidad fueron las enfermedades infecto contagiosas, lo anterior suponía que las personas comenzaban su vida laboral a muy temprana edad y, en muchas ocasiones, la educación formal no era sustancial en la formación de niños y jóvenes.
Ser joven cambia de acuerdo a las circunstancias y la temporalidad; hoy precisamos construir una idea de ser joven, más allá de visiones contrarias pero que nos permitan esclarecer su significado social y cultural.
Asimismo, resulta necesario esclarecer lo que supone la juventud en términos de su edad, ello nos permitirá una mayor comprensión de su circunstancia; para este 2023 ya se llegó a una población joven de casi 40 millones y representa poco más del 30% de la población mexicana. Ello tiene una serie implicaciones y nos mueve a tratar de comprender la problemática juvenil.
Una diversidad importante de estudios nos lleva a considerar que el ser joven abarca entre 15 y 29 años de edad, teniendo una serie de características comunes, como por ejemplo:
Ante este panorama de crisis política y social, así como de seguridad, también es heterogea, resultado de la desigual distribución de la riqueza; el bono poblacional que significa la juventud, crece año con año, integrándose a la Población Económicamente Activa, que en buena medida es desocupada.
Por todo ello, es necesario ampliar las posibilidades de que los jóvenes estudien, sobre todo para que cuenten con las herramientas mínimas para ingresar al mercado laboral; asimismo, se debe generar el mayor número de empleos, no solamente para reactivar la economía interna, sino también para que los jóvenes estén en posibilidades de contar con una vida digna, si no se cubren los dos aspectos anteriores, tal como está ocurriendo en la actualidad, la violencia y la irresponsabilidad seguirá creciendo y formará parte de la vida de la juventud.
No podemos olvidarnos que los jóvenes componen un grupo dinámico y potencialmente importante, ya que su situación ya descrita los hace vulnerables, en el sentido de que no hay condiciones de vida adecuadas para cuando pasen a la vida adulta; por ello consideramos sustancial atenderlos de inmediato con políticas públicas precisas y ágiles, de lo contrario, en la sociedad se agudizarán los problemas nada deseables y nos conducirá a escenarios profundamente complejos y difíciles de resolver.