Desde La Sociología Por Luis Pérez Cruz
En este mes de octubre se cumplen 119 años del nacimiento de Miguel N. Lira y escribimos en este especio una parte de su trayectoria intelectual como un jóven mexicano que vive una época compleja, lo consideramos un ejemplo para nuestros jóvenes tlaxcaltecas que también viven un momento difícil; Miguel N. Lira fue un gran intelectual tlaxcalteca que marcó, junto con toda una generación del México de la primera mitad del siglo XX. No podemos pasar por alto su legado literario. Lo recordamos en su juventud y las vicisitudes que vivió con otros grandes mexicanos.
Para quienes tuvimos el privilegio de realizar nuestros estudios preparatorios en la calle de San Ildefonso 43, sede de la Escuela Nacional Preparatoria (ENP), fundada por Gabino Barreda en la segunda mitad del siglo XIX, resulta alentador caminar por sus pasillos, admirar sus murales y recibir los conocimientos en las aulas con mucha historia. En este mismo edificio se inscribe Miguel N. Lira en 1919. Después, en el mismo barrio universitario, continuó sus estudios, para posteriormente impartir, en la ENP, la asignatura de Literatura.
La década de 1920 fue sustancial y marcó a Lira, aunque poco se involucró en el movimiento estudiantil de 1929, estuvo muy cerca de las diferentes corrientes ideológicas presentes en la naciente autonomía de la Universidad Nacional, pero no dejo de mostrar su inclinación por la poesía. Desde esta misma década se deja sentir una disputa ideológica que podríamos resumir de la siguiente manera, había quienes se inclinaban por el restablecimiento de las condiciones e importancia del catolicismo en México, otros por el fortalecimiento de una visión laica de la educación, otros más por robustecer una visión marxista de la vida social, política y económica de México.
Consideramos muy importante destacar que, particularmente 1929, es un año crucial; una serie de acontecimientos nos lo muestran; por ejemplo, la creación del Partido Nacional Revolucionario, para resolver los problemas generados en cada sucesión presidencial y motivar el equilibrio en la familia revolucionaria; por otra parte, la rebelión escobarista cimbró al naciente sistema político y puso en evidencia la forma en que se resolvía la sucesión presidencial, motivando a la búsqueda de nuevos mecanismos para lograr un equilibrio que garantizara la paz.
El asesinato del presidente electo Álvaro Obregón, en julio de 1928, también generó inestabilidad que se extiende al año siguiente y se resuelve de manera provisional con la elección de Emilio Portes Gil, bajo la tutela de Plutarco Elías Calles.
También es necesario señalar la campaña oposicionista de José Vasconcelos, la cual se caracterizó por el llamado a la moralización de la política y evitar la sucesiones torcidas y violentas.
Asimismo, este año de 1929 también estuvo marcado por la lucha cristera, que trajo consecuencias realmente nocivas y la división del país, guerra que causó más desavenencias que soluciones.
Ahora bien, al interior de la Universidad Nacional se generó todo un movimiento, cuyo origen es el rechazo estudiantil a exámenes trimestrales, cuyo fin fue establecer un reconocimiento trimestral a los estudiantes, con el objetivo de mantener su permanencia, vigente en todas las escuelas. Como rechazo a dicho método de evaluación, una asamblea estudiantil declara la huelga en la Facultad de Derecho y Ciencias Sociales. En los días que siguen, el 10 de mayo se integra un Comité de Huelga destinado a dirigir las actividades estudiantiles en toda la Universidad, para el 15 de mayo la presidencia de la República hace notar la filiación vasconcelista de Alejandro Gómez Arias y Salvador Azuela, el primero muy cercano a Miguel N. Lira y al grupo que integraron y llamaron “los cachuchas”.
De acuerdo con Raúl Arreola Cortés, en el ambiente cultural del país “se dejaron sentir las influencias del nacionalismo mexicano, estimulado por la Revolución de 1910. Vasconcelos imprime una dirección revolucionaria a la educación…Entre los estudiantes de aquella generación de los años veinte se formaron diversos grupos que tenían sus periódicos y revistas…había grupos singulares como el de “Los cachuchas” al que perteneció Miguel N. Lira. Formaban este grupo, además, los jóvenes Alejandro Gómez Arias, Manuel González Ramírez, José Gómez Robleda, Agustín Lira, Alfonso Villa, Jesús Ríos y Valles, Carmen Jaime y Frida Kahlo.”
No cabe duda que Miguel N. Lira vive un momento complejo, su postura fue orientada hacia el fortalecimiento de lo tlaxcalteca, en particular, y lo mexicano, en general, con una fuerte influencia por la libertad de cátedra en la universidad, además de buscar el respeto al otro, no importando su ideología.
Miguel N. Lira vivió intensamente un momento muy complejo para México e hizo de Tlaxcala un punto de referencia, pese a la leyenda negra, “la traición de Tlaxcala” construida alrededor del papel de Tlaxcala en el momento de la conquista.
Así entonces, la presencia de Miguel N. Lira es fundamental para la comprensión del México de la primera mitad del siglo XX, así como la reconsideración de la presencia de Tlaxcala en México.