La ecuación de relaciones sexuales y drogas como potenciadores de placer cobra fuerza en México, convirtiéndose en una nueva amenaza para la salud pública
Gerardo conoció el slam (administración de cristal inyectado) por un joven que lo contactó en Grindr, aplicación de citas homosexuales con millones de usuarios en México.
“Cuando me escribió, me llamó la atención que se describía como ‘dulcero’, y como me gustó, pues tuvimos una cita y ahí me invitó a tener la experiencia de sexo inyectándonos cristal: tenía lista una jeringa como de insulina y un pedazo de elástico para encontrar la vena”.
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