Alberto Méndez Aguilar

La prensa y los radicales

Escucho con atención al comentarista de asuntos económicos que nos reprende porque no pusimos suficiente atención a las advertencias de Joseph Stiglitz – premio nobel  2001 de economía- en el sentido de que México enfrenta una grave crisis por la desprotección que sufre su población mayor de 60 años.

Dice el comentarista que pusimos nuestros ojos y oídos en lo que dijeron el presidente Peña y el secretario de Hacienda – las bondades de las reformas llamadas estructurales- antes que a lo dicho por Mr. Stiglitz. Mal por el comentarista. Algunos medios y otros tantos lectores sí vieron la importancia de lo dicho por el afamado economista.

El diario La Jornada, por ejemplo,  destacó la ponencia de Mr. Stiglitz durante el Foro Económico Mundial, realizado en nuestro país la semana pasada, al grado de otorgarle el sitio principal de sus noticias.

Es sintomático, de cualquier modo, que lo que suena destacable sea minimizado o descartado de plano por otros medios. No es nuevo.

El ex premio Nobel dijo que nuestro país enfrenta un problema crítico: “la pobreza de sus ciudadanos mayores de 64 años, pues dos de cada tres personas en ese universo no cuentan con ahorros suficientes para llegar a una jubilación digna”.

Pese a la gravedad del diagnóstico, la gran prensa prefiere propalar las benditas reformas estructurales. Parece que los medios hacen caso de aquello de divulgar puras buenas noticias. La pobreza y la desatención de los mayores no son temas para destacarse. Se entiende.

En otra manifestación reciente de los tics de la gran prensa se encuentra el evento organizado en Chiapas por el Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN), en los mismos días del Foro Económico Mundial que tuvo por sede Quintana Roo.

Los zapatistas convocaron al seminario El pensamiento crítico frente a la hidra capitalista, en el que analizarían “si es que es cierto lo que vemos que viene, de una crisis económica tremenda que se va a juntar con otros males y va hacer mucho daño a tod@s en tod@s partes, en todo el mundo”.

En ese marco han preguntado al subcomandante Moisés su opinión –y la del zapatismo - sobre el actual proceso electoral. El vocero respondió: “Si usted pensó que sí va a votar y ya sabe a quién va a votar, pues igual, no opinamos si está bien o mal. Lo que sí le decimos claro es que se prepare porque va a tener mucha rabia por las trampas y fraudes que le van a hacer, porque para trampas son expertos los que están en el poder y ya está decidido por los de arriba qué va a pasar”. Así de severo.

En abierto contraste, los medios electrónicos se dan vuelo destacando la frivolidad de las campañas, la chusquedad de sus expresiones y lo habitual de la con facilismo llamada guerra sucia. En el mundo del #hashtag lo que vale son las etiquetas.

En cierto sentido el EZLN comparte con AMLO el desdén de la gran prensa por sus respectivas causas. Y en ambos casos, y a sus maneras, son un fenómeno a destacar pues sin los medios, o peor, con los medios en contra, han podido subsistir, no sin bajas, no sin golpes, pero siguen en activo y propositivos. Nada más por eso, las dos expresiones merecen respeto ciudadano y cuidadosa lectura de sus haceres. Curiosidades de la política: el EZLN fustiga a AMLO por su ambición de “querer ser gobierno”. A su vez, AMLO machaca: sólo hay un camino para cambiar a México y no es el de las armas.

Los medios masivos son capaces de dar amplios espacios a personajes como Julión Álvarez (cantante) o al señor ese Layín (exalcalde de San Blas, en Nayarit) y reducir o desaparecer a fenómenos de repercusión mundial como el EZLN o los movimientos alternativos.

O son capaces de promover y hasta ganancias generar con espectáculos como el de hace justo  una semana cuando grandes cantidades de televidentes compraron la “Pelea del siglo”. Fueron, en tanto cúmulo, dominantes en el país. Su hegemonía duró algunos rounds. Desapareció con la decisión unánime de los jueces. Y luego hubo muchas quejas. No es nuevo. La frivolidad se impone.