Gabriel Sánchez Díaz

La feroz voracidad de la clase política mexicana no tiene comparación. Los políticos del denominado hermano mayor de los países latinoamericanos, son completos megalómanos. Los legisladores federales, tanto diputados como senadores, contribuyen a este nefasto estado de cosas. Resulta ofensivo e irritante que los magistrados electorales de la primera sala del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación (TEPJF), consideren injustos los señalamientos al respecto del haber de retiro que el Congreso de la Unión busca garantizarles y que se aprobó durante la discusión de las leyes secundarias de la reforma político-electoral.

“Hemos decidido que ese haber de retiro es necesario y justo para este Tribunal, pero nosotros no accederemos a ello". Si, seguro. Y si así lo hicieren, será por que experimentan un poquito de vergüenza, quizá, solo quizá, un poco se sentimiento de culpa por que las finanzas públicas de México no están para servirse a modo, no están para seguir mamando de la ubre pública. Aunque, en el resto del país el desempleo y la pobreza sean características endémicas. Funcionarios y servidores públicos, aún más socarrones cuando uno de sus voceros señala que aunque se apruebe "no cobraremos un peso". En caso de ser cierto, entonces se trata de ex y funcionarios que aún obtienen lo suficiente con el “año de hidalgo”.   

Algunos partidos políticos simulan defender el horario público. Representantes populares del PRD, hablan de la presentación de dos iniciativas para derogar el artículo 209 en el que se faculta a la Comisión de Administración del TEPJF, otorgar un haber de retiro para los magistrados de la Primera Sala. Todos quieren ser generales, nada de tropa. Van tras los pasos de los ex presidentes de México por su pensión vitalicia para ellos y sus escoltas. Y, aun que insistan que “no cobrarán un peso", lo cierto es que seguirán generando condiciones para entrar en negociaciones para lograr otro tipo de beneficio personales y de facción política.

Cuanta benevolencia de los magistrados de la primera sala del TEPJF. Pues, consideran que la prestación sí deberá garantizarse para los siguientes magistrados. No importa si es por dos años o de manera permanente. Lo determinante de esta situación es que seguirán ordenando el presupuesto federal para rubros improductivos. Los magistrados proyectan su angustia y miedo porque terminan su gestión. Se maquillan al extremo cuando aseguran que los magistrados "nunca hemos pretendido un haber vitalicio ni un seguro de desempleo, porque afortunadamente creo que después de esta función no vamos a estar desempleados".

Los enjuagues y contubernios entre partidos políticos y las instancias electorales, son una constante. Incluso, los consejeros electorales son parte de la distribución de cotos de poder. La ciudadanización de estas instancias es solo una cortina de humo, una mera simulación de quienes pretenden seguir viviendo de los impuestos que los mexicanos pagan. Pero, seguirán defendiéndose y arguyendo: "Hemos concluido que la justicia electoral no puede estar en manos del vituperio partidista que estamos presenciando, debemos librar al Tribunal de cualquier sospecha de estas imputaciones que injusta y maliciosamente se están haciendo". Con semejante discurso, evidencian su aprensión por el dinero y el poder que emana de este.  

Vaticano

¿Tendrán éxito las 26 amantes de sacerdotes en su petición al Papa para abolir el celibato? Las amigas amorosas de los “señores clérigos” piden apertura de la curia católica para que los presbíteros que estén enamorados puedan contraer matrimonio. Pues, para estas abnegadas señoras es una tortura muy dolorosa vivir en el silencio por no disfrutar plenamente su vínculo amoroso con estos hombres y en el secreto constante. Por el bien de la iglesia católica, debe abolirse el celibato que muy pocos respetan. No es para menos. El antecedente habla por sí mismo cuando nos enteramos que más de 46 mil curas han abandonado el sacerdocio para mantener relaciones normales y 120 mil que han renunciado para contraer matrimonio.