Carta de Navidad para ti

La fortuna de contar con tu amistad

Bernardino Vázquez Mazatzi

Navidad del 2013

Cuando niño, soñaba con poseer una enorme riqueza; los años llegaron, pero el caudal, imaginado e imaginario, no se hizo presente. Ocurre que en ese entonces confundía la fortuna con la riqueza.

La vida es sabia y el tiempo, el mejor maestro. La necesidad es la mejor universidad donde se aprende lo necesario y lo suficiente… no sabe más aquel que más cosas sabe, sino aquel que sabe las que más importan. En la vida, muy pocas lecciones nos son repetidas, la mayoría de las veces la enseñanza se nos impone de forma dolorosa.

Pero la vida, pese a lo que se crea, se piense o se diga, es justa. Nos hace conocer la libertad y en la libertad, tomar decisiones de forma personal y unilateral. Somos el resultado y la consecuencia, la cosecha de la siembra, la imagen del espejo, el eco de nuestra propia voz. No hay destino marcado, no hay culpables afuera del corazón, de la conciencia y el ser: uno mismo y nadie más, se forma y se forja el destino.

Quien se queje de la vida y la maldiga, quien crea que ha nacido sin fortuna o piense que la desgracia es el sinónimo de su existencia, que recorra su pasado para entender que en esta tierra nada se olvida y por el contrario, aquí, y en ningún cielo ni infierno del futuro, se paga y se cobra, en su justa medida y tiempo, cuanto se haya hecho o dejado de hacer. A la hora del balance, sólo entonces, se entiende la verdad.

No, la vida no es injusta, ni depende el transcurrir del hombre de la hechicería, de la brujería o de los astros. Somos nuestro propio límite, nuestra barrera y nuestros miedos, fabricamos los tabúes de uso personal y somos el fracaso anticipado y la mediocridad como traje a la medida.

La vida, según lo he entendido con el paso de los años, es aquello que queda luego de mantenerse o soltarse de la mano del Creador, quien jamás ha dejado de mantener su diestra tendida hacia nosotros.

Y también aprendí que rezar no es lo mismo que orar, que desear lo mismo que dar, que honestidad no es lo mismo que honradez ni estudiar lo mismo que aprender… ¡que enorme distancia hay entre lo que deseo y lo que merezco!.

Con los años he aprendido acerca de la tolerancia y me ha sido enseñado el concepto de la humildad… muchos hombres pudieron llegar a ser sabios si no hubieran creído antes que ya lo eran. Sólo se aprende en el silencio y sólo se habla con Dios en medio de la reflexión.

No tengo la edad que aparento: tengo la edad de mis sueños y me falta por vivir justo el tiempo para alcanzar mis metas.

En mi balanza he puesto mis logros y fracasos, mi miedo y mi confianza, mi ignorancia y mi filosofía, mi riqueza y mi fortuna… mi fe y mi esperanza. Y el resumen es un saldo a mi favor, aunque un poco desnutrido.

No obstante me quedan fuerzas para seguir, de la mano del Supremo, andando los caminos de la amistad y la confianza, recorriendo los recovecos en que se requiera de mi voz y mis impulsos, por donde se necesite un hombro para descansar las penas… por donde haya la urgencia de un consuelo o un consejo, un ejemplo o el amargo placer de servir.

Soy afortunado. Cuento con una enorme fortuna que ya los ricos quisieran y que nadie podrá quitarme ni robarme ni privarme de la libertad para arrebatarla. Mi ventura se mide por la cantidad de gente que me tiende la mano y pronuncia una palabra de gratitud por mi amistad y yo, me digo afortunado por tenerte a mi lado, como amigo o como amiga, como quien me brinda impulsos para seguir hacia adelante, siempre adelante.

Deseo que Dios guie tus pasos, ilumine tu sendero y ancle la paz en tu espíritu… deseo de corazón que el Niño Jesús se siente a tu mesa todo el año y en especial, este 24 de diciembre.