Fernando Díaz de los Ángeles
Ánimos  post electorales
Después de los comicios del pasado  7 de julio podemos concluir, que son los más polémicos de nuestra historia reciente, si bien es cierto que  es endémico las acusaciones entre partidos políticos, candidatos antes y después de las votaciones, los señalamientos en los errores de las autoridades electorales, lo que no es habitual al menos en Tlaxcala las marchas solicitando a las autoridades jurisdicciones en materia electoral su fallo a favor de un partido y/o candidato. En procesos electorales anteriormente presenciábamos inconformidades en los resultados electorales  que concluían con la sentencia de los órganos jurisdiccionales.
Este proceso electoral tuvo la peculiaridad, de diversos momentos de tensión durante los cómputos distritales y municipales, mismos que han ocasionado  posicionamientos de  diversos actores políticos que han dejado en tela de juicio la credibilidad del Instituto Electoral de Tlaxcala por los cambios repentinos en los resultados electorales, que no es que no se puedan de manera legal, pero la duda está en los agraviados, por eso me atrevo a vaticinar que será la sala regional del TEPJF que al final determinara los últimos alcaldes y diputados locales.
El camino de  la institucionalidad ha sido rebasado y hoy en las calles se exige y se demandan triunfos electorales, lo cual  deja  visible las debilidades de nuestro sistema electoral, tras la aparición de viejos fantasmas que parecían superados como “los fraudes electorales”
La debilidad institucional que vivimos en materia electoral debe permitir el análisis para crear un mecanismo que permita fortalecer nuestro sistema político, esta debilidad es la suma de diversos errores de los actores involucrados, que  no estuvieron a la altura de las exigencias, en algunos casos de la poca o nula   moral cívica, en política no se debe   tratar de ganar en las calles lo que no se pudo ganar en las urnas,  tampoco de hurtar la decisión que tomaron los ciudadanos.
Hoy los ánimos post electorales los incitan actores políticos, por tanto  queda en ellos elegir entre la dicotomía: esperar el fallo en primera instancia de la sala electoral para después acudir a la sala regional o seguir con las marchas.