Fernando Díaz de los Angeles

Equidad y género

El acuerdo CG 18/2013 aprobado por el Instituto Electoral de Tlaxcala (IET), en el cual se establecen los lineamientos de equidad de género, que los partidos políticos y las coaliciones deberán observar para las elecciones de este año, ha generado inconformidades de los partidos políticos porque les complica su organización y su margen de negociación se limita.
La equidad y género en materia electoral, es un tema que genera debate por la dicotomía de opiniones,  pues se compromete posiciones ideológicas diversas,  por un lado,  se admite que hay un grupo en condiciones de desventaja social, y que por consiguiente debe adoptarse una política de cuotas, a pesar de las implicaciones que subyacen,  ya que la adopción de un trato jurídico diferente y favorable para los integrantes de una minoría en desventaja fáctica, en forma simétrica ocasiona un trato diferente y perjudicial para algún miembro del grupo social mayoritario. Los argumentos a favor, tal vez son los que causan más polémica, por todo lo que implican.
En contraparte a lo anterior La Doctrina Kalanke –no se refiere a cuotas electorales, sino a reglas de preferencia para el acceso a la función pública- establece que es contraria al principio de igualdad toda regla que dé preferencia absoluta e incondicional a la promoción de las mujeres en la función pública, en presencia de igualdad de capacidad de los candidatos de distinto sexo y subrepresentación femenina en la categoría de puestos a cubrir. De igual forma quienes están en contra de las cuotas electorales por criterios de género, cuestionan que la idea clásica de representación política es desafiada por este tipo de políticas, ya que en el caso de los diputados representan a los ciudadanos en general y no a un grupo específico, y con las cuotas de género, la representación es estamental. Asimismo  la contraparte de las cuotas electorales,  argumentan que la existencia de un porcentaje de candidatos de un determinado sexo en las candidaturas limita la potestad de  los partidos políticos de auto-organizarse y de presentar en los procesos electorales los miembros que considere los adecuados.
De lo anterior, nos deja claro, que las posturas a favor y en contra, están totalmente polarizadas, lo favorable debe ser, la igualdad de oportunidades y condiciones para hombres y mujeres en la arena política.
El estado ideal sería la igualdad constitucional esa que John Stuar Mill nombro la igual perfecta entre los sexos, con la cual quería decir: que no haya poder ni privilegio para uno de ellos ni perjuicio alguno para el otro, sin embargo estamos lejos de lograrla, y en su búsqueda, aún tenemos que adoptar medidas para que las mujeres puedan acceder a cargos de elección popular mediante cuotas, que al no ser acompañadas de una cultura política, difícilmente se podrá superar el déficit que históricamente pesa sobre las mujeres.