“Mal tiempo para votar, se quejó el presidente de la mesa electoral numero catorce después de cerrar con violencia el paraguas empapado y quitarse la gabardina” (…)  estas son las primeras líneas  de  la obra del escritor portugués José Saramago “Ensayo sobre la lucidez”, en  dicha obra literaria,  relata las elecciones de un lugar  ficticio, las cuales se consideraba que se llevarían a cabo de manera normal a pesar de la copiosa lluvia, sin embargo los resultados demostraron lo contrario. Durante toda la jornada electoral no había presencia de electores ni nada que demostrará que las cosas podían cambiar a pesar que la lluvia había cedido, no obstante antes de cumplirse el tiempo para concluir la jornada electoral  de manera masiva los electores  se presentaban en las mesas electorales a ejercer su derecho al voto, pero nadie contemplaba que lo harían de un forma muy peculiar, contaban con la opción de votar por tres partidos políticos, pero sorprendentemente “votaron en blanco”, ante ello se toma la decisión  de realizar otra vuelta, y los resultados no varían,  hay un triple empate entre los partidos políticos con el 8% de la votación cada uno y el resto de la votación en blanco, lo cual da pauta al clímax de la historia.

Después de este sucinto relato, hago énfasis que en Tlaxcala tenemos un “Mal tiempo para votar” y no lo digo por las inclemencias climáticas que se han presentado en los últimos días en el Estado, sino por el escenario político y social en el que nos encontramos, y que a continuación en listo.

Las disputas al interior de los partidos políticos, por el control de las candidaturas están polarizando y dividiendo más a los grupos internos, y es un cuento que en el que no se ve cuando tendrá fin y que al contrario puede empeorar al ir definiendo a los candidatos, rupturas y éxodos se pueden presagiar, tan focalizados están los aspirantes, dirigentes y liderazgos en las candidaturas que en todos los institutos políticos se está  descuidando   la elaboración de las  plataformas legislativas y municipales, corriendo el riesgo de hacerlas al vapor para dar  cumplimiento a la ley electoral, sin considerar la demanda ciudadana.  Si el ciudadano no tiene confianza en los partidos,  cada día se alejan más de las urnas y de ellos  al observar,  la disfuncionalidad de estos y las pugnas entre los militantes que están al límite de caer en la peor bajeza política,  producto de la intolerancia, para muestra hay que revisar las redes sociales.

Por otra parte, la inseguridad que ha azotado al Estado en los últimos días, ha creado un ambiente de incertidumbre,  la reforma a la ley de pensiones civiles, que ya  ha llevo a la base de  un sindicato a desconocer a su dirigente por acordar en “lo oscurito”,  y ha aumentado la desaprobación al gobierno estatal y en general el  descontento, decepción e impotencia hacia la mayoría de los gobernantes municipales, el malestar social parece inagotable y sin señales de pronta resignación.

Ante estos hechos se presentan la apatía y el abstencionismo como los  enemigos  en común de los partidos políticos, se  debe entender que el paraguas se compra antes de que se pongan las nubes, no cuando ya paso la lluvia, y ante el eminente desinterés del ciudadano en los procesos electorales por la falta de un oferta política que cumpla con sus expectativas, se puede despertar el 7 de julio y decir “Mal tiempo para votar” y la abstención o el voto blanco terminen ganando.