Fernando Díaz de los Ángeles

La actividad política, socialmente genera un rechazo debido a que se asocia con diversos  factores endémicos de nuestra vida cotidiana y que se encuentran sujetos de manera inmediata a la evaluación –a veces involuntaria- de diversos actores sociales y de manera voluntaria por la opinión pública interesada en la vida pública de nuestro país,  que se ha volcado en una crítica cada día más severa y escéptica hacia los actores políticos y  en consecuencia hacia las instituciones públicas.

La incertidumbre que se presenta en nuestro país aleja a la sociedad de la política peligrosamente, porque provoca indiferencia y escepticismo, situación que debe ser alarmante para todos los partidos políticos -previo a las elecciones intermedias de este sexenio- y a la clase gobernante. Pero no es por este camino que la sociedad mexicana deba transitar, por más difícil que sea creer en la clase política y en las  instituciones políticas y públicas.

Las caídas de dos gobernadores en este año –victimas o no de las circunstancias- ambas acompañadas de la incapacidad para brindar certeza al pueblo michoacano y guerrerense, advierten y dan muestra de las cloacas que existen en algunas instituciones públicas, de gobiernos fallidos, que encienden las alarmas de los pinos, ante la envestida que se negaban y que algunos aún se niegan aceptar, a pesar de la fuerte crítica de la prensa extranjera y la nacional, pero sobre todo de la vox populi que percibe, siente y demanda respuestas a sus interrogantes, y que un gobierno débil y pomposo solo de apellidos no puede responder.

El país se sale de control, la economía se estanca, la seguridad pública es cuestionada, el gobierno federal se ve rebasado, ante todos los problemas que enfrenta y el presidente aunque se encuentra rodeado de sus hombres y mujeres de confianza y posa sonriente para las cámaras, refleja soledad, sin saber que decidir en cada tema por atender, ni las entrevistas en programas matutinos, ni los spots, son suficientes para calmar y callar a un país que salió de su estado de somnolencia, para reclamar por sus jóvenes normalistas, para pedir un alto al crimen organizado, para exigir mejor educación en el IPN, para detener  la incongruencia –del no tan connotado líder mayor de la izquierda- Andrés Manuel.

El año que viene, si el abstencionismo rebasa  a todas las fuerzas políticas, el agotamiento institucional será mayor y de pronóstico reservado, el escenario político- electoral no es  fácil para nadie, los principales fuerzas políticas a contracorriente tendrán que caminar, entre sus pifias, aunque la mayor  sin exagerar es el fantasma del autoritarismo  que hasta hoy a fracasado pero no deja de estar para lo que Chong pretende.

Pero más allá del siguiente proceso electoral, y de pensar en futuro cercano, debemos detenernos en el presente que carcome a todos/as, que exige un fortalecimiento hacia las instituciones, que no llegará solo, ni con un acto divino, sino con el firme compromiso de los actores políticos y el deseo de reivindicar la política en tiempos difíciles.

Las de la semana…

Estimados lectores después de meses de ausencia regreso para compartir mi sucinta y humilde opinión, desde el punto de vista crítico.

Las cuentas públicas con cuchillo entre los dientes para evitar suspicacias.

¿Será bueno ir a un proceso intra-partidario para renovar dirigencias municipales a meses previos a otro proceso interno para elegir candidatos a diputados federales? Solo para reflexionar en el PAN.