José Isabel Juárez

21 de abril de 1914, gesta heroica de  Veracruz ante la segunda invasión estadounidense.

La invasión al puerto de Veracruz el 21 de abril de 1914, con la llegada de 44 barcos de guerra estadounidense  y seis mil hombres que  llegaron al puerto sin declaración de guerra,  con el pretexto de que  la invasión fue  para impedir la llegada  del vapor “Ipiranga”  de origen alemán, que traía 200 ametralladoras y 15 000 cargas de municiones  para el gobierno golpista de Victoriano Huerta, quien había depuesto, traicionado   y asesinado al presidente Francisco I. Madero. Esta acción bélica de  Estados Unidos  en la práctica fue  de  apoyo a Venustiano Carranza.

 Este acontecimiento señala el momento en que  la escuela naval militar se cubrió de gloria con la defensa de sus cadetes, llenos de  profundo amor a la patria y a nuestro país, realizaron por la soberanía de nuestro país. No tuvieron miedo y se enfrentaron a la fuerza  naval  poderosa de la nación estadounidense, representada en sus grandes barcos de guerra y la experiencia militar de sus hombres.

La segunda invasión norteamericana, demuestro la política exterior del presidente  estadounidense Thomas Woodrow  Wilson de poyar a los gobiernos legalmente constituidos y retirar  el apoyo a los que hubieran asumido el poder por medio de algún movimiento armado. Cabe recordar  que la primera invasión norteamericana a México fue en el año 1846, cuando los territorios de Nuevo México, Alta California, Baja California, y los estados  de  Coahuila, Veracruz, Puebla y el estado de México fueron ocupados. El ejército mexicano estaba comandado por el general Antonio López de Santa Anna. Se firmo un tratado para dar fin a las acciones bélicas, el tratado de Guadalupe Hidalgo, donde México reconocía la independencia de Texas y aceptaba la venta de los territorios de la Alta California y Nuevo México a los Estados Unidos a cambio de  quince millones de pesos.

El presidente Wilson tenía en mala estimada a Victoriano Huerta, por la forma como se hizo del poder y además  porque le informaban que continuamente se encontraba en estado de ebriedad. Además del racismo que  en los informes le hacían llegar: “El general Huerta es un anciano simiesco, de sangre india casi pura”.

La defensa del puerto de Veracruz, lo efectuaron  los soldados federales mexicanos, los cadetes de la escuela naval militar, voluntarios y los presos de San Juan de Ulúa  que fueron liberados para defender la ciudad. El combate fue desigual. Las fuerzas federales recibieron la orden de desalojar el puerto, dejando solos  a los cadetes navales y a los voluntarios y presos quienes hicieron una  defensa  heroica.

Los hechos  heroicos sucedieron del lado mexicano, sin saber que los nombres de algunos de ellos pasarían a la historia. El cadete Eduardo Colina, el centinela que se hallaba de guardia jamás abandono su puesto a pesar  de que  estuvo expuesto siempre a una intensa lluvia de metralla. Mientras que en una ventana murió el cadete Virgilio Uribe, victima no solo de la bala de algún  militar estadounidense, sino de la situación difícil que enfrentaba  nuestro país con  el gobierno estadounidense desde marzo de 1913, ya que aunque el presidente Wilson declaro que la guerra era contra  el presidente mexicano Huerta  y su gobierno, fue una guerra que involucro a unos cadetes que eran casi niños, así como a hombres y mujeres, ancianos y mucha gente inocente ajena  a los vaivenes de las relaciones bilaterales de nuestro país con los estados unidos y que se aprestaron a  defender el territorio y la honra nacional.

En esta defensa heroica recogieron herido de muerte al Teniente José Azueta quien ofreció una aguerrida defensa ante el invasor estadounidense. Azueta ofreció uno de los momentos más sublimes y emblemáticos de esta guerra injusta y desigual, no solo al combatirlos desde una posición extremadamente incomoda y vulnerable, sino al rechazar en su lecho de muerte la ayuda médica enviada por Fletcher. Su sepelio mostro como todo el pueblo de Veracruz se hermano ante la desgracia de una vida que apenas comenzaba.

Por otra parte, el capitán Carrión, el comodoro Manuel Azueta y el resto del personal de la Escuela Naval y los alumnos  que combatieron con gran decisión, arrojo y valentía  a las tropas estadounidenses que pasaban cerca del plantel, por lo que sus nombres y su valor deben ser recordados por todos los mexicanos, ya que sus vidas arrojada a la defensa de  la soberanía de nuestra patria forman parte de los  hombres que han forjado el  carácter y destino de nuestro país, un país que debe luchar por preservar su independencia, su soberanía frente a las potencias extranjeras y frente a las invasiones territoriales de otras naciones y otros gobiernos.

Los hijos de estas gloriosas instituciones- el colegio militar y la escuela naval militar- hoy Heroico colegio militar y Heroica escuela naval militar desde el 29 de abril de 1914 han sido invocados año con año con una salva de honor cada 21 de abril, pronunciándose sus nombres, seguidos por la siguiente frase:

                            JUAN ESCUTIA, “MURIO POR LA PATRIA”

                            JUAN DE LA BARRERA, “MURIO POR LA PATRIA”

                           AGUSTIN MELGAR,”MURIO POR LA PATRIA”

                          FERNANDO MONTES DE OCA, “MURIO POR LA PATRIA”

                          FRANCISCO MARQUEZ, “MURIO POR LA PATRIA”

                          VICENTE SUAREZ, “MURIO POR LA PATRIA”

                           JOSE AZUETA, “MURIO POR LA PATRIA”

                           VIRGILIO URIBE,” MURIO POR LA PATRIA”

Además se encontraban en la escuela naval de Veracruz ese  21 de abril: personal directivo (2), personal de planta (26), Alumnos de primera (44), alumnos (27), personal de  la planta de servicios y mantenimiento (24), y personal que se incorporo a la escuela (4), quienes sus nombres han quedado en el anonimato, pero que su decisión valerosa de defender la soberanía, fue a acosta de sus vidas. Cabe destacar que también voluntarios civiles que formaron tropas irregulares (entre  ellos los rayados, así se llamaban a los presos de San  Juan de Ulúa), hombres, mujeres y niños enfrentaron a las fuerzas profesionales extranjeras estadounidenses.