La arenga política está en plenitud de desarrollo, los tiempos que la ley establece para que el juego electoral formalmente han llegado y los ánimos se calientan con la prontitud que el premio amerita.

Los escenarios políticos, que si bien desde hace unos meses ya se venían perfilando, hoy se comienzan a definir a través de los primeros cuadros reales con los que las diversas fuerzas políticas medirán su suerte tanto a nivel nacional como local;  una va estrechamente relacionado con la otra.

A poco menos de un año, la clase política vuelve a darle dolores de cabeza al electorado que, en algunos casos no tan aislados, aún no termina de asimilar los resultados del pasado julio de 2010 y ya se ve envuelto en una nueva tormenta de colores, verborrea, promesas, pero también amenazas y condicionantes.

En enero comenzó lo que para muchos sería una nueva era en la vida política y social de Tlaxcala, por doquier surgieron expectativas y anhelos en que las palabras e ingeniosas propuestas se convirtieran por fin, en hechos.

El reflejo y consecuencia de un sistema que desde hace más de  12 años –hay que aclarar- se había venido desgastando, trastocó la añoranza de aquellos tiempos en los que los hilos de poder se tejían de una manera cómoda y sin levantar tanto polvo, desde un escritorio al que nadie se atrevía darle la espalda al salir.

Una mano que señalaba el rumbo a seguir, y los fieles que al unísono no tenían reparo en dejar en claro que el que mandaba era uno y que además sabían que para poder mandar, primero debían obedecer.

Y bien, henos aquí a prácticamente 12 meses de que los colores de la administración pública estatal –con ella el de casi todos los organismos públicos- cambiaran de dos a tres colores y como es de esperar, el noble y siempre bien intencionado “Juan Pueblo” comienza a pedir cuentas y resultados.

Es cierto y de mérito admitir que cualquier cambio sustancial no es cosa fácil ni rápido, pero nadie dijo que lo fuera y a decir verdad el cambio de rumbo, el punto de quiebre –para bien- no se ve por ningún lado, salvo en las palabras y promesas del “ya merito”.

En el mismo orden de ideas, la pasada justa electoral y posterior cambio de administración trajo consigo un reacomodo de piezas algunos flancos políticos y la desarticulación casi por completo en otros.

Algunos nombres se unen al show, pero en general son los mismos que antes, aunque otros más regresan de la congeladora, muchos diría yo. El ayuno para estos últimos terminó, y muchos de ellos tras los terribles golpes asestados en 1998 y después en 2000, les hicieron acumular durante todos estos años un resentimiento silencio casi telenovelesco.

Hoy son bastantes los que se apuntan por los tres partidos con mayor convocatoria, pero como es de esperarse, solo un puñado de ellos serán los invitados a esta noche de póker, los otros tendrán que conformarse con negociar las pocas fichas que hayan podido acumular.

Los de azul con sus dos “lideres morales” encaminados al Senado preparan su ariete que a decir verdad se ve muy prometedor, con las salvedades que ello conlleva.

Una mujer que aún no cesa en sus aspiraciones de poder y que pese a los desatinos que la llevaron a quedarse a un jalón de dar la sorpresa y obtener el preciado botín, hoy se reagrupa con sus íntimos y juega sus cartas.

Del otro lado un político añejo y de gran colmillo que durante toda su trayectoria se dedicó a romper los esquemas de poder que a largo del siglo XX se volvieron la regla, formando un grupo que discierne mucho en su conformación respecto a los cuadros tradicionales y paradigmas establecidos con base en el rancio abolengo y las buenas costumbres.

Este personaje regresa de su efímero retiro –que él mismo prometió, sería definitivo- en medio de una campaña de descalificaciones al parecer no del todo infundadas, para tomar las riendas -que en realidad nunca dejó- del grupo universitario que lo acompañó a lo largo de aventura por la alcaldía capitalina y posteriormente la bonanza sexenal.

En el tricolor aún no hay claridad pues, si bien el nuevo inquilino del #3 de la plaza de la Constitución cuenta, como los es cada sexenio, con la sartén cogida por el mango y los dineros a su favor, sin embargo la debilidad con la que su mandato ha comenzado, sus desaciertos con sindicatos, algunas pseudo agrupaciones civiles y un largo etcétera, le han generado en algunos flancos lo que se puede leer a simple vista como un conato de indisciplina, al grado de que algunos que de frente le sonríen y prometen completa obediencia, una vez que su espalda ven, no dudan en hacer de las suyas, toman sus propias –y torpes- decisiones y se auto-empoderan de manera inflacionaria al grado que, a estas alturas y en concordancia con las elecciones federales, todos en ese instituto político comienzan a buscar la sucesión del aquel que no lleva ni un año en funciones, eso es grave.

Los amarillos quienes llegan a este punto con los mayores descalabros, viven la pesadilla de las izquierdas, pues en menos de 12 años pasaron de ser el partido que aspiró no solo a ser el partido de la alternancia, sino el que viniendo de atrás, refrendaría sus colores en la máxima envestidura local, a casi perder su acreditación ante la autoridad electoral local el año pasado.

Hoy las cartas que en aquel gremio político se yerguen son las del actual Senador y su esposa –Senadora hasta 2006- que pese a la desbandada de priístas de closet, aún conservan la débil franquicia que agoniza de manera permanente.

Atento y no a mucha distancia, también con un pie adentro, el otrora secretario de Gobierno, actual legislador local y oriundo de Tetla de la Solidaridad, busca brillar lo necesario desde la Comisión de asuntos electorales para secundar la esposa del ex mandatario en su posible y remoto regreso  a las curules senatoriales.

Las voces más constantes auguran en cuanto a las Senadurías, los resultados siguientes: Las dos de curules de mayoría relativa azules, la primera minoría a los tricolores y la presentación proporcional  puede que sea para otro tricolor que sepa colarse y acomodarse bien en las listas nacionales, se habla de un junior de apellido González.

Así las cosas, los jugadores invitados –otros colados- toman sus asientos, reúnen sus fichas, los tableros se encienden, es hora señores de preparar sus apuestas, calar a los jugadores y preparar esa carne que llegado el momento, habrá que echarse al asador.

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