El amor no tiene edad: nos amamos y somos más felices que cualquiera

El amor no tiene edad: nos amamos y somos más felices que cualquiera

*Bernardino Vázquez Mazatzi

Amalia nos recibió agresiva la primera vez que la visitamos para que nos platicara su historia. “Les vale madres mi vida”, nos dijo cuando supo que nos interesábamos en saber cómo vive una pareja tan dispareja en la edad.

Pero luego nuestro contacto la convenció y finalmente nos recibió el domingo pasado en su casa, en la Unidad Habitacional Santa Cruz, de Chiautempan.

Ella tiene 42 años de edad... él 19. Ella es una mujer bonita y en plenitud; es abogada y “nací en pañales de seda” él, se encuentra casi en la etapa de desarrollo. Es delgado y alto. Es obrero y proviene de familia humilde.

Ya en confianza, Amalia ríe de nuestras preguntas pues le parecen ociosas. A quién puede importarle mi vida, pregunta, mientras abraza y besa al muchacho. Se ve que son felices. Se ve que se aman, dice él que la tiene como su joya más preciada.

¿Pero a poco fue fácil para ustedes que aprobaran su relación, sobre todo, la familia de él?, preguntamos mientras ella ríe.

“No, pues eso no... de hecho todavía no nos perdonan ¿verdad, tú?. No si a mí todavía no me tragan... o más bien a mí me tragan diario... No, no nos han perdonado. Y no nos van a perdonar. Pero ni falta que nos hace ¿verdad, mi amor” Se besan como los dos “artistas” de la televisión, los del escándalo del momento.

“Ah, pues nos conocimos en un baile. Fíjate que yo no era de bailes populacheros. Pero ese día quién sabe qué me dio porque una amiga me dice: sabes qué, va a venir Marco Antonio Solís, vamos. No, le digo, cómo crees, dónde crees que voy a andarme metiendo con la gentuza...”

“Pues ahí tienes que fui... no pos lo que sea de cada quien, esos bailes se ponen buenísimos. Y pues ya, él llegó, me pidió para bailar y ya me dice: oiga, baila usted bien bonito y pues ay, yo sentí no sé, como bonito, como que me dio mucha ternura éste hombre y ya siguió la plática y que cómo se llama usted y que de dónde viene y yo ahí respondiéndole como boba”.

“Me invitó un refresco de los que venden adentro y ya platique y platique y ya supe cómo se llamaba y toda la cosa. Pero ni por aquí me pasaba que algún día fuera a ser mi marido... o lo que sea...Porque oye, era un chamaco: tenía 17 años y yo 40... ¿Dónde crees que podría haber algo?; pero sí hubo”. Ríen y se besan como la Niurka y el “Boby”.

“Pues cómo te diré... pues me sentía yo extraña de novia; ay, como que ya se me había olvidado... Imagínate tomando helado, yendo a pasear por Teziutlán cuando yo pues... era de otro modo. Tú me entiendes... pero pues yo no quería nada con él. Te explico. Me dijo: por qué no vamos a dar una vuelta el domingo. Vamos, le dije, total, qué puede pasar. Pero nomás de amigos, te lo juro porque pues él era para mí, un niño”.

“Pero con el tiempo vi que tenía unos sentimientos bien lindos... y era muy alegre, ocurrente. Muy tierno... ay, muy detallista; ya me regalaba un poema, un pensamiento, un ramo de flores... Cuando que yo de eso pues lo dejé a los 28 años, luego de mi divorcio. Porque te diré que desde que me separé del que fue mi marido no volví a conocer hombre; ah, no, de eso nada. Me quedé ciscada con lo de mi fracaso amoroso”.

“Pero para no hacerla cansada pues una vez me llevó al cine a Soriana... ¡Ay, y ahí que me besa el muy atrevido! No, no me gustó ¡Me encantó! Un tanto porque pues ya habían pasado algunos añejos sin probar besos y otro tanto porque me besó de una forma que ay, para qué te cuento”.

“Ah, no. Lo puse en su lugar... Claro... le dije: no te vuelvas a atrever a hacer lo mismo porque no respondo”.

“Ah, sí. Lo volvió a hacer una y otra vez y otra vez... ‘¡Y yo no respondí sino a besos!”.

“Pues no sé, era un juego, una travesura para mí. Yo sabía que pues, había una diferencia de edades. Cuando él nació yo ya me había hecho mujer. Porque yo me casé a los 16 años ¿me entiendes? Pero luego me fui enamorando de él... es muy tierno, muy romántico y pues como joven en la cama es, pues ya sabes. No, si el escándalo se hizo luego que su familia supo de lo nuestro”.

“No… se me fueron encima. Donde quiera me paraban y ni te platico cómo me iba. Me decían hasta de qué me iba a morir. Pero yo analicé la situación. De verdad estaba enamorada, de verdad quería yo hacer una vida con él, así que me decidí y enfrenté la situación”.

“Pero a su familia pues no le pareció nunca nuestra relación. No entienden que pues la diferencia de edades no nos impide amarnos y ser más felices que cualquiera. Porque quieras o no, nos envidian. De veras. La gente no puede ver a una pareja que se ame. Porque no cualquiera es feliz, la felicidad cuesta, es muy difícil ser feliz; por eso no nos aceptan en su familia. Ni en la mía. Porque yo tengo hermanas bien casadas, pero ya nomás se están peleando y nosotros, óyeme, nunca nos hemos peleado”.

“Yo llegué a entrar a su casa y sé que fue la primera y última. No sé ni para qué me querían ver, tal vez para que vieran que sí era yo de a de veras. Pero el caso es que cuando quise tomarlo de la mano, huy, sus hermanas, su mamá, sus cuñadas se me fueron encima. No, me hicieron un escándalo que para qué te cuento. No querían ni que lo viera de reojo. Era bien chistoso porque pues él y yo habíamos dormido juntos; ya para qué se preocupaban de que lo tomara de la mano”.

“Pues sí, yo los entiendo... es casi como si una muchacha de quince años se fuera con un hombre de 50... pero no veían que él era feliz. Ellos debieron pensar que tenían que apoyarlo si es que él era feliz. Pero no, que va. Nos amenazaron. A él le dijeron: mira, ya que no quieres entender, desde este momento no tienes familia, escoge: a esta o a tu familia. Y él me escogió a mí”

“No pues yo sí he querido ganármelos. Por ejemplo, en el santo de su mamá le hemos llevado mariachis. Porque a ella le encantan los mariachis, y pues sí, los oye, hasta se pone a cantar pero nomás se acaban y me pone cara. No me puede ver ni en pintura. Me encuentra en la calle y ni me saluda, y eso que le digo: buenas tardes, señora, cómo ha estado y esas cosas; ella se pasa como si ni me hubiera visto”.

“Pues, cómo te diré... yo vivo mi infancia, mi juventud, mi primer amor y el último al lado de él. No creo que pueda yo volver a conocer la dicha de otra forma. Con decirte que si a él le llegara a pasar algo malo, yo me muero con él. Simplemente no entiendo la vida de otra forma”

“Ay, lo del futuro... ¿cuál futuro? El futuro es hoy. Es este día... No hay mañana... y hay que vivirlo...No me preocupa el mañana. Lo que a mí me preocupa es tenerlo contento, satisfacerlo en todo, hacerlo feliz de día y de noche, cumplirle hasta el último capricho y detalle. Y él es igual. No hay día que no me diga que me ama, que me regale flores, que me ponga mi música favorita... nos amamos de veras”

“No, en verdad no creo que haya otra cosa más importante que amarnos. Y eso es lo que deben hacer los que viven juntos. Simplemente ámense como si fuera este el último día de su vida. Lo digo yo: la experiencia”

“Hay, es muy lindo, como ya te dije... es un h o m b r e en toda la expresión de la palabra. Si quieres yo lo he formado, lo he hecho a mi manera, pero de esa manera es feliz. Y creo que vamos a seguir siendo felices hasta cuando yo ande en bastón”

Amalia ríe y contagia de la risa a su novio marido compañero. Y se besan una y otra vez; se ve que en verdad son felices hoy “el mañana no existe”

*Escritor y periodista