*Bernardino Vazquez Mazatzi

¡¡¡Por todos los dioses!!!

Recién pasadas las fiestas del 2 de la Candelaria, es decir, luego de la tamaliza y la atoliza, de pagar las deudas por culpa del muñequito de la rosca y tantito después de la pesada cuesta de enero, nos disponemos a continuar con nuestra vida de rutina y, alejados de ya de las malsanas intenciones de poner en práctica los propósitos de año nuevo, nos enfrentamos a nuestra realidad más cruel y real que aquella que nos sugirieron los brindis, los buenos deseos y la emoción.

Ya alejados de los abrazos, de los familiares lejanos y alejados que vinieron a saludarnos porque nos extrañan y para que los invitáramos a cenar, de las compras de pánico y de objetos inservibles, nos encontramos con que el mundo no cambió durante el lapsus de felicidad inducida y adquirida con el aguinaldo, tal y como lo creímos.

Al despertar del letargo decembrino y una vez contralados los ímpetus por vivir a la velocidad de la luz, nos encontramos con que los políticos vuelven con sus mismas promesas y mentiras de siempre, con que la corrupción institucionalizada y aferrada crece sana y robusta en todo el territorio nacional, con que el barril de petróleo cuyos veneros escrituró el diablo vale lo de dos coca colas de tres litros, con que los “maistros” de Oaxaca, Guerrero y Michoacán siguen cobrando sin trabajar y con que cada vez la iglesia acepta, soporta, tolera, fomenta y promueve cada vez más santos y dioses.

Así, mientras vamos mejorando de la cruda, mientras la vista se nos aclara poco a poco después de estar viendo las lucecitas navideñas y así de tantito después de encabronarnos por lo caros que nos salieron los juguetes de los dizque reyes y dizque magos, ahora resulta que hay que hacer tamales y atole para dar de tragar a aquellos que se rieron cuando el niño-muñeco-monito vino arropado en el pedazo de rosca que engullimos.

Y todavía hay que vestir al niño Jesús y llevarlo a misa el 2 de febrero, ya sea antes o después de la tamaliza.

Y esto de comprar la indumentaria anual de quien nació el 24 de diciembre es todo un rito y un reto aunque a muchos les parezca algo tan sencillo. Empezando porque como siempre, hacemos las cosas hasta el último minuto; qué gentío en la plaza. Luego los precios… vaya que los expertos en la moda de los dioses saben hacer su agosto en febrero. No, pues si no es cualquier cosa… se trata del Redentor de los hombres, al que hay que darle también su manita de gato por si acaso tiene alguna raspadura en el yeso o una quemadura de luz de bengala.

Y por si fuera poco, las broncas en que nos mete elegir el modelo del atavío. Son más de 100 tipos o trajes o advocaciones o dioses o niños o representaciones o no sé qué… Entre los diseños está el del Niño de la Salud, del Niño Doctor, el de las Mariposas, el Niño de las Cosechas o Niño San Charbel, el de las Palomitas, el Cristo Rey, el de la Divina Muerte, el Niño Futbolista, el Santo Niño de Atocha, en Niño Pastor…

Y también está en Santo Niño de Praga, el Niño de Colombia, el Divino Niño Jesús, el de los Enfermos, el Niñopan, el Niño Cautivo, el Niño de las Suertes, el Niño de los Milagros, el Niño Limosnerito, el Santo Niño del Verbo Encarnado, el Santo Niño Nuevo Corazones, el Niño de la Salud, el Niño Cieguito y un largo, larguísimo etcétera… Cómo elegir de qué quiero vestir a mi niño dios…

Al fin, lo que cuenta en mantener las costumbres y las tradiciones que tenemos tan arraigadas como festejar cualquier cosa en cualquier día y en cualquier parte. Hay un día para todo… y no lo hay ¡pues lo inventamos! Y si no sabemos para qué pues desplegamos el ingenio y le encontramos explicación, razón, motivo, pretexto, argumento o lo que sea… Así es que si usted no festeja algo cualquier día es porque no quiere o porque está amargado.

Porque esta costumbre pagana, tradición, costumbre o como se llame nada tiene que ver con la fe. En esto la Iglesia se encuentra completamente rebasada. O tal vez no pero lo que cuenta es que se mantenga funcionando la industria de la religión cualquiera que sea.

Y en ese crisol que representa el pretexto para festejar, para compartir y abrirse de capa y echar la casa por la ventana, para compartir “el pan y la sal” y para invitar o ser invitado, queda la incertidumbre de a quién adorar, festejar o cantar en medio de tanto santo y tanto dios que las costumbres y las tradiciones nos imponen…

¡Por todos los dioses!, sí que es difícil vivir 365 días al año.

*Escritor y Periodista