Aberraciones legislativas

Bernardino Vazquez Mazatzi

Escritor y Periodista

El proyecto para que la autoridad federal contara con un registro del número de teléfono celulares existentes en el país, fue uno de los muchos que han cometido los diputados y senadores que tan caro nos salen a los contribuyentes.

Por un decreto que se publicó el pasado 9 de febrero de 2009 en el Diario Oficial de la Federación por medio del cual se reformaron y adicionaron diversas disposiciones de la Ley Federal de Telecomunicaciones, con el objeto de crear el Registro Nacional de Usuarios de Telefonía Móvil, el gobierno federal pretendía saber quién tiene uno o varios aparatos, con qué números, su domicilio y un sinnúmero de datos personales.

Todo esto, se nos dijo, era para disminuir los niveles de violencia en el país pero sobre todo, para poner fin a los actos delictivos que por teléfono se cometen desde el interior de las cárceles mexicanas. A 4 años, se descubre la verdad amarga, de resultado anticipado, de escándalo normal y segura impunidad: el tal RENAUT de un fraude, una broma cara y de mal gusto, una (otra) estupidez.

¿Quién cobrará a los legisladores el costo de su aberración?

Y como de errores se trata como si fuera competencia, los flamantes y costosísimos diputados también se pelan por cometer absurdos y para ello, en 2008 modificaron la constitución para poner un bozal a los candidatos presidenciales en las entonces futuras y ahora mudas campañas electorales.

Sin duda los diputados y senadores se adelantaron mucho a su tiempo. Hicieron rounds de sombra y su mismo reflejo nos noqueó. Dirigieron meticulosamente sus misiles y los programaron con las coordenadas en donde ellos mismo se encontraban. Los legisladores de todos los partidos no tenían seguro cuál sería el escenario político en 2012 y por ello impusieron silencio al contrincante sin saber que ellos mismos, a sus partidos o sus candidatos resultarían afectados.

Ahora, en el silencio de las casas de campaña, en el mutismo de los abanderados de los partidos a la presidencia de la república y en el cumplimiento de la ley que ellos mismos redactaron y aprobaron, se ve el tamaño de adefesio que tiene como objetivo sellar la boca de políticos y ciudadanos.

Ni duda cabe que los legisladores no supieron lo que analizaron, discutieron y aprobaron pues el objetivo nunca fue modernizar el sistema electoral mexicano ni contribuir al fortalecimiento de la a veces incierta democracia nacional. Sus actos y omisiones tuvieron siempre como blanco el entorpecer el avance del rival político y obstaculizar el triunfo de algún partido opositor, vencer a costa de lo que sea.

A los legisladores los venció la pasión, lo cegó la ambición, los aconsejo el diablo y los entorpeció la sed de mantenerse dentro del presupuesto público; sólo de esa forma se entiende que hayan actuado de esa manera: cometiendo errores que al pueblo le resultan incomprensibles e impagables.

El RENAT y las reformas constitucionales que silencian a partidos, candidatos y ciudadanos son una enorme de hasta qué tanto los hombres y mujeres de poder pueden equivocarse en la búsqueda del poder y el dinero.

Y también debe ser una llamada de alerta para que los ciudadanos sepamos elegir en el siguiente proceso electoral. No es con promesas, demagogia y mentiras como deben convencernos, sino con el conocimiento de las necesidades nacionales. Aspirante que no conozca la realidad nacional no debe representarnos de ninguna forma en ningún lado

Luego nos sale caro y contraproducente.