*Bernardino Vazquez Mazatzi

¿De verdad nos merecemos estos diputados?

Salvo contadas y muy honrosas excepciones, la mayoría de los diputados que integran la actual legislatura del estado de Tlaxcala quedan muy lejos de cumplir las expectativas de quienes los eligieron y por quienes debieron trabajar.

Si bien los tlaxcaltecas a veces pecamos de ingenuos al creer en las promesas de los políticos, en el balance, los empleados del pueblo en cualquier nivel de gobierno nos quedan a deber y en resumen, nos defraudan, nos traicionan y simplemente no nos sentimos representados ni atendidos ni servidos y mucho menos respetados.

Los diputados que actualmente ocupan una oficina en el palacio de Allende, como todo aquel que encuentra el poder por coincidencia o accidente de la vida, simplemente no soportaron y no se esforzaron por rechazar el elogio vano y la alabanza fingida. No pudieron y no quisieron impedir pasar a la historia como uno más, como quienes se negaron a cambiar la imagen del servidor público, la del legislador en particular y la de la cámara de diputados.

La actitud, lenguaje, educación, respeto y dignidad de todos los diputados en sesión de pleno o en su vida privada nos dan una idea clara de qué y quiénes son. De ahí que la actitud, lenguaje, educación y respeto mostrados por el servidor público en su función de diputado, Albino Mendieta Lira sea una clara muestra de que profesión, cargo, estudios o títulos pueden tener, pero no honorabilidad ni educación.

Conocer los términos en los que se expresó al tratar (sin conseguir) intimidar a un periodista, nos dibuja de cuerpo completo y de un solo tajo el nivel de educación que tiene ese individuo.

Independientemente de que pudiera tener razón para opinar sobre el trabajo de la prensa, discernir sobre la obviedad, la verdad o la justicia o de que pudiera estar de acuerdo o no en los puntos de vista, como trabajador de la sociedad, como profesionista, como padre de familia, como ciudadano común o como diputado, debió reflexionar o analizar su reacción para impedir convertirse en la vergüenza de su partido y de sus colegas legisladores.

Al diputado actual se le ha olvidado que lo quiera o no, lo que diga o calle, lo que haga o deje de hacer y la actitud que tome para enfrentar las circunstancias se convierten en ejemplo para la niñez tlaxcalteca en general y para sus hijos en particular. Por ello, expresarse como lo hizo buscando denostar a un periodista deja perfectamente claro su pobreza en el léxico y su incultura, su intolerancia y su incapacidad para dialogar.

El diputado pudo tener razón, pudo sentirse ofendido o aludido, pudo resultar afectado por la labor de la prensa y de los periodistas, pero todo eso junto de ninguna forma le da la razón ni lo justifica ni le permite expresarse como un vulgar e inculto sujeto exento de obligación para respetar y darse a respetar, para entablar el diálogo y para desarrollar la inteligencias, capacidad y voluntad para dirimir las diferencias como lo hacen o debieran hacerlo todos los seres civilizados.

¿O será que carece precisamente de todo ello y ante su incapacidad sustituye la inteligencia por el fuero?

En mi diario encuentro con los jóvenes estudiantes, al analizar la pobreza intelectual de las personas, el casi nulo léxico de los algunos muchachos y la agresiva, vulgar y violenta forma de hablar de los incultos, nos escandalizamos y explicamos esa situación pero no justificamos a quienes no tienen derecho de ofender, denigrar ni exhibir su pobreza y miseria existencial.

La mayoría de los tlaxcaltecas reprueban la actitud de este y de cualquier diputado, funcionario y servidor público incapacitado para dialogar, imposibilitado para conciliar, presto para ofender y carente de educación, respeto y dignidad... no lo aceptan. Los ciudadanos no merecen este tipo de personas... ni modo que acabemos aceptando que esta es la clase se diputados que se merece el hermoso y digno estado de Tlaxcala...

*Escritor y Periodista