*Bernardino Vázquez Mazatzi

México, reformas y crisis

México vive una crisis de valores y las reformas constitucionales recientemente aprobadas, ya sea en lo individual o en su conjunto, no van a solucionar esta problemática de principios humanos.

Las modificaciones a la carta magna pueden ser un traje que habrá de vestir elegantemente un cuerpo enfermo. Dichos cambios pueden tener motivaciones y objetivos verdaderamente patrióticos y sus resultados podrían ser de verdadero progreso para el país, pero si no se crean las condiciones sociales colectiva o individuales para que alcancen esas metas, de nada van a servir.

Me explico. La crisis en México está en la pérdida de los valores humanos. No hay respeto por las leyes ni por la vida ni por los bienes y la seguridad de las personas. Cada vez es menor el humanismo en la gente y esta, mide el éxito personal como objetivo y meta aun pasando por encima de los demás.

El ritmo de vida, la tecnología mal entendida y mal aplicada, la falta de comunicación, la ausencia de motivaciones y de oportunidades para los jóvenes, el exceso de permisibilidad de los padres, todo esto sumado a la corrupción, la impunidad, la incompetencia e ineptitud de la burocracia han creado una sociedad personalista carente de sensibilidad y de conciencia…

El ideal del reformista legislativo mexicano quedará trunco si no se prioriza el humanismo, los valores y principios, el respeto y las lealtades entre otros y se ubica lo material por encima de la vida, de las libertades, de los satisfactores mínimos del individuo.

Las reformas constitucionales pueden ser el traje caro, elegante, moderno, fino, para un cuerpo enfermo terminal, para un organismo desahuciado, para un individuo sin ambiciones, sin motivaciones ni rumbo ni objetivo.

La reforma educativa no contempla instituir los valores humanos como materia obligatoria o como tema fundamental en el aula. No existe ningún vínculo entre el maestro, la escuela, el sistema educativo o el proyecto de nación con los padres de familia a fin de obligarlos o al menos interesarlos en los valores para sus hijos. Y si existe ese vínculo es tan débil, tan sutil insuficiente que de poco o nada sirve

Es urgente inducir a los jóvenes en el respeto por la ley, en el respeto por la vida, los bienes y la integridad de los demás; habrá que involucrarlos en cuestiones que tengan que ver con la tolerancia, la responsabilidad, la conciencia, el respeto, la libertad; debemos crear en ellos la conciencia por el cuidado del medio ambiente, por la preservación de la paz…

Pero por otro lado, en lo individual y en lo colectivo, debemos ser el ejemplo para ellos pues no hay que olvidar que somos el espejo en el que se miran, son el eco de nuestras palabras, son la herencia de nuestros actos y omisiones… son, en fin, lo que ven de nosotros. De ese tamaño es nuestra responsabilidad.

Lo otro, no menos importantes y fundamental para alcanzar los objetivos de cualquier reforma, se refiere al sistema de justicia. Mientras no se termine o minimice la corrupción que ahí anida y se encuentra enquistada, mientras no se ponga fin a la impunidad que desde ahí se prohíja, hasta en tanto no otorgue la confianza suficiente el ciudadano, las reformas no serán más que un catálogo de buenas intenciones.

La desconfianza en el sistema de justicia de México es el común denominador. La burocracia, la ineptitud y la incompetencia en el servicio público vendrán a dar al traste con los proyectos diseñados desde el escritorio y adornados con un sueño de primer mundo a la mano…

El cambio de mentalidad, en lo individual, y la transformación del sistema de gobierno, en lo general, son la clave para un país que aspire a convertirse en líder. Cómo podemos esperar algo diferente en una sociedad que a veces se comporta como caníbales de jungla o como entes carentes de sensibilidad, de conciencia, de respeto y humildad.

Se cree que quien más títulos posea o mayor número de religiones profese, es quien mayor educación tiene, lo cierto es que a veces el poder, la capacidad económica o la fuerza física o los lujos, son los que más indicen al individuo al desprecio por su semejante. Luego entonces, los valores humanos son esenciales, obligados, necesarios, vitales, indispensables y urgentes en un país que en verdad desea y debe cambiar.

“Con valores humanos todo, sin ellos, nada”

*Escritor y periodista