*Bernardino Vazquez Mazatzi

¿Qué hay de nuevo?

Nada hay de nuevo. En realidad la sociedad mexicana no esperaba que en las elecciones de este año lo hubiera. Nada ha cambiado de los postreros comicios a la fecha y, por lo tanto, no había por qué esperar algo diferente.

En las actuales campañas políticas el electorado escucha los mismos mensajes vacíos de los partidos políticos, las mismas acusaciones de corrupción y robo de los unos y los otros, las mismas promesas incumplibles, las mismas buenas intenciones y el interminable, viejo y cansado discurso de siempre.

A los políticos y candidatos se les acabo la imaginación y por ello recurren a las frases trilladas de siempre; se les ha agotado la iniciativa y por ello repiten las estrategias y actitudes de los que el pueblo ya está cansado y les ha mostrado rechazo. De ahí emana el desinterés por el proceso electoral y es el caldo de cultivo de donde nacerá robusta una nueva generación de incrédulos ciudadanos.

No hay nada positivo ni alentador de qué hablar en este 2015 de elecciones. El pueblo de México tiene perfectamente claro que no obstante el ejército de abnegados y sacrificados candidatos, no hay de donde elegir. En realidad no hay opciones en esa diversidad de partidos políticos viejos y nuevos, siglas, colores, personas y discursos, no hay de dónde asirse en esa cuantía de ideas absurdas e incoherentes disfrazadas de mensajes publicitarios.

Ni siquiera las enormes y ofensivas cantidades de dinero que los candidatos y partidos prácticamente tiran a la basura, sirven para motivar así sea un poco a los electores... no es suficiente el caudal de mensajes que cual drenaje sanitario inunda los hogares de los mexicanos queriendo sin lograrlo despertar el interés social por la política o por los aspirantes.

En un intento por romper la rutina, por parecerse diferente, por intentar pasar como chistoso o ingenioso, a algún partido se le ocurrió la puntada de expresar alguna palabra incómoda o altisonante o disonante o grosera en sus promocionales y lejos de lograr el objetivo de atraerle votos o simpatías, consiguió la animadversión de la sociedad y el calificativo de vulgaridad, de mal gusto, de soez y atrevido por decir lo menos, al mentado mensaje.

La estridencia no le viene bien al nivel y calidad de política que espera, necesita y exige la gente. Lo novedoso no necesariamente es lo mejor, sino, en todo caso, por falta de tacto y buen gusto se vuelve grotesco, grosero, ofensivo. Porque insinuar que los blanquillos son sinónimo de obligatoriedad para algo es estúpido y sugerir que una mujer se parte en pedazos por ser madre es poco menos que ridículo.

Y no se diga del eslogan de los partidos. Decirnos que ahora el de color azul viene con nuevas ideas no quiere decir que estas sean mejores o que le convengan al electorado o que hará de sus gobiernos mejores servidores públicos. Otro instituto, el de tres colores, nos dice que nos entiende pero no dice si para hacernos caso o para ignorarnos, si para agredirnos o defendernos, si para servirnos o para enriquecerse, si para darnos respeto o para burlarse de nosotros...

Hay un nuevo partido con la promesa eterna "ser la esperanza de México", no, pero qué despliegue de imaginación, qué tremendo y profundo mensaje.

Y así todos los partidos y todos los candidatos y todos los discursos son y seguirán siendo lo mismo en estas y en futuras elecciones... a menos que por acostumbrarme a lo de siempre se me ha olvidado hacer la diferencia.

*Escritor y Periodista