Juan Ramón Nava

Hace muchos años, cuando recién iniciaba mis primeras incursiones en este apasionante mundo del periodismo, escuché algo que me llamó la atención, "el poder enferma, es una enfermedad", no lo creí de entrada, pero conforme pasaron los años, comprobé que era una realidad y, a medida que fui conociendo las entrañas de la política, ya no tuve duda alguna de ello, y el alcalde Pedro Pérez Lira es un recordatorio de que ese mal sigue y seguirá vigente...al menos hasta que la sociedad lo permita.

Días atrás recordaba aquella entrevista que, a semanas de iniciar su administración, le realicé a Pedro Pérez Lira, entonces alcalde electo del municipio de Tlaxcala. Las preguntas tenían la intención de retratar lo que habría de ser su gestión al frente de la comuna capitalina, algunos cuestionamientos le incomodaron, otros le causaron risa, pero los más, provocaron su enojo.

Recuerdo perfectamente su expresión y sus palabras cuando le interrogué si así sería de intolerante ante la crítica. Quería comerse al mundo de un sólo bocado, estaba embriagado aún de su victoria, nadie había apostado por él, fue una lástima su arribo a la alcaldía de Tlaxcala, un proyecto extraordinario en manos de un político ordinario.

Alguien me dijo que me había equivocado en el giro, en el rumbo, en el contexto de aquella entrevista y, que muy posiblemente, tendría consecuencias para mi persona, hoy sé, a tres años de aquel encuentro entre el funcionario y el periodista, que no me equivoqué, que pregunté e hice lo correcto, conseguí el propósito de aquella entrega, retratar tal y como sería Pedro Pérez Lira como alcalde.

Como político, el señor alcalde ha dejado mucho que desear, como funcionario, simplemente su desempeño ha sido desastroso. Nadie podrá enjuiciarlo por su pobre desempeño dentro del escenario político local, pero sí en cambio por su actuar al frente de una presidencia municipal, en donde se manejan recursos públicos, el señor alcalde tendrá que responder ante el severo escrutinio de la sociedad capitalina, la vox populi.

Desde su arribo a la alcaldía capitalina, la improvisación campeó en su equipo de trabajo, los constantes cambios y "enroques" así lo demostraron, la injerencia familiar, sin duda, fue quizá el factor de mayor influencia en la desestabilización que desde su inicio registró la administración de Pérez Lira, al final, fue un estigma que no pudo desterrar.

Sin duda que el poder, primero mareó a nobel político, para luego enfermarlo, su ambición en el terreno político lo hizo perder el más mínimo sentido de cordura, apenas a la mitad de su gestión ya hablaba de llegar a ser Gobernador de Tlaxcala, le pasó lo mismo a que a su antecesora, la hoy neo perredista Lorena Cuéllar Cisneros, no pudo dirigir un municipio y ya se aprestaba a encabezar otros 59. Cuánta locura.

Pero no sólo en el terreno del servicio público Pérez Lira, "el gemelo", como le conocen sus amigos más cercanos, cometió serias pifias, aunque tiene una vida privada, el edil tlaxcalteca hizo hasta lo imposible por involucrar a los suyos en asuntos de índole público, terreno vedado para un político que se jacte de ello, pero hoy se sabe, el señor alcalde está muy, pero muy lejos, de rasguñar siquiera ese estatus.

Transformado por el poder, Pérez Lira incurrió en serios dislates verbales y perdió el rumbo, perdió la brújula, perdió el sentido de la ubicación, olvidó sus excelsos proyectos de gobierno y dejó de lado el desarrollo de la capital y de quienes vivimos en ella, que ironía, rompió con su propio slogan político, perdió la identidad y Tlaxcala municipio junto con él.

Conjuntó a muchos sectores en su contra, extravió algo que, en política es vital, la lealtad y la institucionalidad, no sólo con sus propios amigos, sino con el partido que lo llevó al poder, olvidó que en política lo realmente importante es la suma y no la resta de esfuerzos, hoy, esa amnesia política le está cobrando facturas muy elevadas, e indudablemente que tendrá que pagarlas.

Su egocentrismo lo llevó a límites que quizá no ha dimensionado correctamente, además del desorden que ha dejado en su administración, bajo argumentos pueriles, causó destrozos a un monumento que, aunque no ha sido declarado como tal, representa un ícono para los tlaxcaltecas, me refiero a Las Escalinatas.

Hace unas semanas, en este mismo espacio, decía que habría una gran diferencia si Pérez Lira hubiera aplicado, durante su gestión, esas frases domingueras que utiliza en las redes sociales, tal vez su situación sería otra y muy diferente quizá, pero lo cierto es que no fue así y el tiempo se le vino encima.

Nuevamente este domingo volvió a hacer lo mismo, sólo que la actitud de quienes hacen uso de las redes sociales fue muy diferente, ya no hubo respuestas amables ni halagos, y sí en cambio, hubo reproches y reclamos. Así lo advertí en aquel entonces, ojalá y al término de su mandato, Pérez Lira conserve un poco de ánimo para responder por sus actos. ¿Tendrá respuestas para todos? Es sólo una pregunta.

SIN CORRECCIONES...Se dice en los pasillos del Poder Legislativo que el magistrado Fernando Bernal Salazar sí sería ratificado en el cargo, pero como los integrantes de la Comisión Especial, a excepción de los priístas, se oponían a reelegir al otro juzgador, Pedro Molina Flores, los del tricolor optaron por pedir también la cabeza de Bernal Salazar, o todos hijos o todos entenados...a eso llamo igualdad.