No creo en la inocencia de los que hacemos vida en política en algún instituto partidista.

Todos somos responsables por acción u omisión. Los que deciden son más responsables que los que no deciden. Los dueños de las franquicias de Izquierda aún son más culpables que los de derecha; de nosotros se espera actuar con sentido social, con exigencias éticas y cercanos a la gente -prole, niños, indígenas, desheredados, pensionados y de manos sucias- ¿sino para qué ser izquierda?

Los que desde el poder (de izquierda o derecha) que acuden en sus grandilocuentes y legaloides discursos sobre las instituciones se olvidan de los nombres de los muertos, desaparecidos, violadas, despedidos, sin casa... Y los nombran como cifras, algo lejano a su mano, a su abrazo, a su cariño.

Para el político de altura, la gente es un discurso, (no un estudiante muerto), es un análisis de gobernabilidad, (no padres que lloran a sus hijos), la desgracia de la gente es para echarle mierda al político contrario (no respeto y exigencia de sus derechos).

Hoy la clase política, se preocupa por la gobernabilidad, por la estabilidad económica, por el siguiente proceso electoral que ya está en curso, pero se olvida de todos esos nombres de mujeres y hombres, de estudiantes y obreras de la maquila, de los migrantes muertos en su caminar, de los despojados por usureros de la miseria, de los huérfanos sociales y de la madre (y el padre) desconsolado por su realidad.

Somos los que queremos espacios de poder para ser políticos que se respeten, los culpables de no generar políticas de paz, de justicia social, de dignidad humana, de desarrollo comunitario, de educación y salud para todos los que permitimos que por cada muerto existiera un asesino, por cada secuestrado un secuestrador, por cada despedido un patrón abusivo, por cada violada un violador, por cada sueño una pesadilla.

Ahí está el detalle, las víctimas, para los políticos seguirán siendo estadísticas, pero los victimarios seguirán siendo hombres y mujeres sin rostro, pero con armas, con poder político y económico, con cómplices dentro de la política por acción u omisión.