Raymundo Pérez Romero

Evocación a un gran periodista: Trinidad Sánchez Santos

José Trinidad Sánchez Santos, oriundo de Tlaxcala cumplió este mes de febrero un año más de su natalicio, para muchos historiadores la fecha exacta la sitúan entre el 14 y el 15 del año de 1859, ya que los registros parroquiales señalan la fecha del registro que si bien dice la fecha no explica del todo con claridad el día exacto, debido a que no fue realizado el mero día del alumbramiento por sus padres, Don Mariano Sánchez y Ana Josefa Santos, sino que fue posterior por lo que de ahí las dudas del cumpleaños exacto.

La familia Sánchez Santos vivía en la hacienda de San Bernardino, perteneciente a la villa de San Pablo Zitlaltépec y cerca de la ciudad de Huamantla, su trabajo por lo que el trasciende en el tiempo es sin lugar a dudas por el trabajo fecundo que realizó en materia de la libertad de expresión al defender la postura del periodista, informar a la sociedad del acontecer diario y hacer uso de la palabra como formadora de opinión pública.

Su trabajo de periodista le bastó para incursionar con palabras de oro en la historia de nuestro país al ser una persona de hondas raíces cristianas y coherente con su pensamiento de ayuda al próximo, además de utilizar el medio difusor para exponer claramente lo que el gobierno hacía para beneficiarse a sí mismo en detrimento de la sociedad de clase baja específicamente.

Si bien diría el presidente Porfirio Díaz, ya avecindado en Francia luego de su exilio, que la revolución mexicana no le habría causado tanto daño como si lo hizo en su momento Trinidad Sánchez Santos quien fue en palabras del expresidente, “una piedra en el zapato”.

Su pensamiento que no tiene fecha de caducidad pareciera estar presente como un reclamo que persiste hasta la fecha entre el bienestar social y el ejercicio del poder público como una representación del electorado de elegir de mejor manera a aquella persona que gobierne para todos los mexicanos, sin distinción racial, clase o ideología sino que se centre en ser un gobierno incluyente y sobre todo que genere una administración social.

Sánchez Santos pareciera ser un gran visionario del futuro de nuestro país ya que a principios del siglo pasado, lo que vivó y después de haber sufrido en carne propia los excesos de la dictadura, le auguraba a México un pésimo presente y futuro pues quedaban detrás de ello costumbres que serían difíciles de erradicar como la corrupción, el autoritarismo presidencial, la inclinación en defender a las clases pudientes como la oligarquía, la aristocracia y la burguesía y atacar a las clases medias y bajas para darles menos presencia.

Si bien con sus escritos intentó por todas las vías de la objetividad y la imparcialidad hacer entender a los gobernadores que el manejo deshonroso de las arcas del erario no eran para uso exclusivo de un sector social, que los progresos económicos eran para todos sin la exclusión, que el desarrollo de la ciencia y tecnología deberían ser equitativos y estará a la mano de todo ciudadano sin que se dejara a nadie fuera, que las mejoras en materia de educación, salario y trabajo se hicieran sin la explotación, más bien con justicia y siempre respetando la dignidad humana.

Si bien su pluma siempre se destacó en el sentido de la responsabilidad social del que tiene el uso de la palabra al considerarse un difusor de la realidad y las afectaciones que se hacía por parte de los gobernantes tomó al periodismo como un oficio de interés social que se dirige a quienes no tienen la palabra y no son escuchados para convertirse en el eco de la petición de la sociedad.

Por ello es digno de recordarse a este gran pensador, crítico y sobre todo periodista que dio su vida por defender una causa, la de la sociedad quien es la última en recibir lo que se merece.