* Bernardino Vázquez Mazatzi
7 de julio, en día de la vergüenza

En términos generales, las campañas electorales de los candidatos de todos los partidos, de todos los candidatos y en casi todo el estado representan un ignominioso catálogo de malas mañas, violaciones a la ley y al más común de los sentidos y, con ello,  hicieron de la jornada del 2013 una verdadera vergüenza para la democracia que tanto presumen los políticos tlaxcaltecas pero que, tal como se ve, ignoran a conveniencia.
Los ataques, amenazas, agresiones, declaraciones, trampas y acusaciones con o sin fundamento de la gran mayoría de los ex candidatos muestran el verdadero rostro de la política y de los políticos de Tlaxcala, que con su muy primitiva forma de conducirse han ensuciado lo que en una sociedad civilizada no habría de ser más que un método de elegir a los gobernantes.
Todos los candidatos a algún puesto de elección popular de todos los partidos han dado muestras de su verdadera naturaleza ambiciosa al intentar llegar al poder pasando por encima de sus contrincantes, al hacer uso de las más vergonzosas artimañas para amedrentar al electorado y buscando comprar la dignidad de la sociedad que, en algunas ocasiones, se dejó deslumbrar por el obsequio tardío del 6 y el 7 de julio.
No es secreto para nadie que el sábado 6 de julio por la noche y la madrugada del domingo 7 (¿tenían que salirnos con su domingo 7?), las calles de las poblaciones alejadas de las cabeceras municipales se convierten en pistas de carreras de autos con los presentes de los candidatos y los partidos para los electores comprometidos y para los indecisos, manchando así el espíritu de respeto a la dignidad de la política y de los electores.
El juego sucio fue la constante de las campañas electorales en este 2013. Los ataques arteros, directos pero anónimos y por ello cobardes, las traiciones multiplicadas, las promesas magnificadas y por lo mismo imposibles de cumplir, el uso y abuso indiscriminado de los recursos, la violación flagrante y ofensiva a los topes de campaña y la impunidad declarada son los sellos y las cartas de presentación de la realidad política de Tlaxcala.
Hoy, los que no están en el poder, acusan a los que sí lo están, de hacer uso de los recursos económicos, humanos y materiales de los tlaxcaltecas para favorecer a los candidatos del PRI, pero nada dicen de lo que de ellos se dijo cuando tuvieron en sus manos el destino del estado pues también, aunque lo nieguen y no se les pueda comprobar, utilizaron el aparato del gobierno y el dinero del pueblo para intentar mantenerse en el mando.
Qué vergüenza es que eso ocurra ahora y que la oposición lo vea desde este lado… pero habrá que decirles que así se vieron y que igual vergüenza sentimos los tlaxcaltecas en su tiempo. Y no, no se molesten, señores políticos y dueños de partidos, en buscar explicarnos su comportamiento de barbarie, ni quieran culpar a otros de sus yerros y defectos, ni traten de argumentar ignorancia de las leyes: la sociedad juzga y sentencia.
El mensaje que habría que dejarle a la clase política, por cierto privilegiada por encima de las castas de los obreros y jornaleros, es que los tlaxcaltecas no nos merecemos ese bajo nivel de gente con el que se comportan. Los ciudadanos queremos decirles que no estamos de acuerdo con sus actitudes y con la forma que entienden la política. Es más, queremos decirles que lo que ustedes hacen poder ser todo lo que quieran o se les ocurra, pero no es política.
Ante la impunidad con la que se mueven, por la forma en que compran conciencias a falta de proyectos, por los métodos antidemocráticos y viles que usan para atacarse y burlarse del pueblo, porque no entienden lo que es la democracia y la urgencia de un México de vanguardia, los electores los reprobamos, les manifestamos nuestro más enérgico rechazo y desde ahora les exigimos no ofender la dignidad ni la inteligencia de los tlaxcaltecas pues en realidad, quienes tuvieron más votos en las urnas no son los mejores hombres y mujeres, sino quienes mejor supieron y pudieron dañar al contrincante…
No nos engañemos, en un proceso electoral de este nivel, en donde se repartió dinero a unos metros de las casillas, en donde se obsequiaban despensas de forma escandalosa casi frente a las urnas, en donde los desayunos estuvieron a la vista de todos, en donde TODOS los partidos estuvieron acarreando gente el día de la elección, TODOS salimos perdiendo; el triunfo es de unos, el fracaso es de nuestro muy anticuado sistema político.
* Escritor y Periodista