* Bernardino Vazquez Mazatzi
La frágil situación en el continente americano

Los más recientes actos terroristas en Boston, Estados Unidos, son una advertencia de que las cosas, si están mal, se pueden poner peor.
Pero igualmente significan que los intereses económicos de ese país están muy por encima de las diferencias sociales, políticas, económicas y de oportunidades en este continente y que son cada vez más grandes, con lo que los riesgos de una confrontación, aumentan.
Estados Unidos de Norteamérica se ha esforzado mucho por hacer enemigos. Y lo ha logrado. Y en verdad se ha hecho de muchos y muy peligrosos.
Sus actitudes de policía y guía moral del mundo han ido sembrando odios y resentimientos no sólo en todo el planeta, sino en su interior, por lo que no será extraño saber que los autores de la matanza en el día del Maratón son de origen norteamericano. Ya ha pasado en muchas ocasiones.
Si bien la actitud guerrista de los gringos les ha abierto la puerta al caos y al constante amago de una tercera guerra mundial, y si bien la intromisión de ese país en otras naciones es inaceptable, eso sólo explica pero no justifica los actos de barbarie que arrebatan la vida y la salud a inocentes.
Pero además, lo que ocurra en el vecino del norte preocupa a todo el planeta porque la economía global se centra en la economía gringa. Si a estados unidos le da un resfriado, al mundo casi le da pulmonía
La política norteamericana no ha sido diseñada precisamente para estabilizar los mercados, para nivelar las disonancias de las economías, ni para apoyarlas si se debilitan… sino para servirse de ellas. El descalabro financiero o económico de las naciones, de alguna forma, acabará por beneficiar al dólar y, por ende, a su economía.
Cuando esto falla, como en la reciente crisis de las hipotecas, cuando alguna región del mundo trata de imponerse a la economía que marca el gigante, entonces se toman otras medidas como la de poner en marcha la industria armamentista de la que Estados Unidos obtiene más ganancias que las que podría generar con todas sus exportaciones.
A los gringos nada les cuesta diseñar un plan que les explique a ellos mismos e imponga a los demás, la necesidad de producir armas. Cualquier pretexto es suficiente. Basta con que digan que el Talibán se oculta en Pakistán o Afganistán para justificar la intervención militar, para producir armas y, desde luego, para apuntalar su economía.
Los estadunidenses no se cuidan en formalidades ni se preocupan por los detalles. Si fuera necesario, como ya lo ha sido, colocarán a sus ciudadanos en la piedra de los sacrificios cualquier 11 de septiembre para invadir a cualquier Irak con el argumento estúpido de las armas biológicas o de destrucción masiva.
A Estados Unidos se le hace tarde por responderle a Pion Yang. Su frágil economía se lo grita y exige. Corea del Norte debe pagar esa dificultad financiera más inmediatamente que tarde. Las fábricas de armas de los aliados calientan motores porque habrá demanda de bombas.
Y para acabar de pintar el panorama de gris, Venezuela se enfila a una guerra civil de proporciones y consecuencias impredecibles. La terquedad del alucinado Nicolás Maduro conduce a su patria y a su gente al fratricidio innecesario, injustificable, absurdo.
Ya Estados Unidos se prepara para intervenir en esa pequeña nación latinoamericana pues su sed de protagonismo le reclama su presencia.
Las economías están hambrientas y urgidas de motivos para despertar su frenesí; los gringos, están sedientos de sangre.
* Escritor y Periodista