*Bernardino Vázquez Mazatzi
Otro ataque a la prensa… ¡que vergüenza!
Siempre me han llamado la atención los enanos que se suben a un ladrillo y les da mal de montaña. Son ellos seres carentes de autoestima y bajo nivel intelectual que en cuanto tienen un puesto (hueso), se sienten superiores incluso a su jefe y a quien ahí los puso y se les despierta la bestia que llevan dentro cuando se dirigen a sus iguales y a quienes consideran poca cosa.
No obstante que de este tipo de bichos hay pocos, los pocos que hay dan mucha guerra y mucha lástima y pena ajena, pues sus gestos, palabras, actos y omisiones los ubican en el sitio que les corresponde y siempre es la obscuridad, el rincón y la mediocridad.
Quienes discriminan o ejercen alguna forma de violencia injustificada y sólo pretextada como parte de sus obligaciones, demuestran su incapacidad para dialogar, carecen de argumentos y demuestran su cobardía oculta o cobijada por un uniforme o un cargo.
Pero además, quien agrede a un periodista, quien no tiene otra misión que cumplir la con su trabajo, un derecho como el del barrendero que debe limpiar las calles, como el de un albañil de hacer su mezcla o el de un cirujano a operar, no puede y no debe ejercer ninguna forma de autoridad y por salud mental y seguridad pública no debe ni tiene por qué portar un uniforme.
Ignorante es aquel que ve en un periodista a un enemigo. Si siguiéramos la (i) lógica de este tipo de individuos, entonces todo aquel que nos despierte nuestras pesadillas infantiles o nos abra las heridas del pasado es digno de agresión y por lo tanto, nuestro enemigo… ¿qué tanto temor les pudo haber causado en la Facultad de Derecho de la UAT a directivos, elementos se seguridad y policías estatales un periodista que sólo hacia su trabajo?
Los periodistas son trabajadores como cualquier otro, con los mismos derechos y obligaciones, con las mismas responsabilidades y riesgos laborales… no merecen más ni menos consideraciones que cualquier otro ser humano y, por lo mismo, el mismo RESPETO, garantías y libertades que no deben ser coartadas por absolutamente nadie y bajo ningún argumento, ni siquiera el de la ignorancia, retraso mental o estupidez natural o disfrazada.
Quienes han agredido a los periodistas en Tlaxcala, que se escuche y lea bien, no tienen ninguna justificación y ningún argumento válido, ni siquiera el del fuero, el poder, la ley o cualquier otro para explicar su enanismo mental y su exceso de intolerancia.
Quienes lo han hecho han actuado en dependencias, oficinas e instituciones que NO LES PERTENECEN, en donde son únicamente EMPLEADOS y seres pagados con dinero del pueblo que es, al mismo tiempo, su patrón. ¿Cuándo fue que se les ocurrió que esas instalaciones públicas les han sido obsequiadas?, ¿Cómo fue que les nació la idea de que ahí no puede estar un periodista?; sí que es grave su estado mental cuando lo consideran así.
Los periodistas están indefensos ante este tipo de ejemplares prehistóricos y acéfalos pues si bien existen instancias, personajes y hasta presupuestos para defenderlos, que se sepa, hasta el momento no ha habido ni siquiera la mínima respuesta, siquiera le gesto más involuntario, por parte de quien o quienes se supone, debieran defender a los representantes de los medios de comunicación.
¡Qué pobre mentalidad de quien considera enemigo a un periodista!; qué tristeza que en estos tiempos de supuesta evolución y de aparente avance tecnológico, existan seres de mísero nivel con acciones y reacciones como la demostrada contra un periodista… y peor aun… en la máxima casa de estudios de Tlaxcala… ¡qué vergüenza!
Los periodistas tlaxcaltecas no merecen el trato de delincuentes que dieron aquellos que haciendo gala de una ignorancia elevada, ordenaron y ejecutaron la detención del reportero en la show del Departamento de ¿Derecho? de la UAT. Los tlaxcaltecas no merecen que nuestros empleados nos vean como sus enemigos y candidatos a la detención y a la humillación.
¿O sí?
*Escritor y Periodista