En un albergue en Matamoros, Tamaulipas, una niña mexicana desplazada por la violencia dibuja con lápiz a una mujer llena de marcas rojas: es su madre el día en el que el crimen organizado la agredió. Otro menor centroamericano dibuja una balsa con seis personas de caras tristes, para recordar cuando casi se ahogan en su camino hacia México.
Los dibujos reflejan el efecto del estrés postraumático que viven niños y niñas, a veces sin compañía de adultos, al huir de la miseria y la violencia, contó a MILENIO el encargado del área de Salud Mental en la Casa del Migrante de Matamoros, Antonio Melo.
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